Estrechas relaciones entre la Mafia y el partido de Berlusconi

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Marcelino Cotilla Vaca*
En los últimos meses diferentes sentencias judiciales –que el mismo Berlusconi se encarga de deslegitimar, por más que se trate de sentencias con nutridas bases de pruebas irrefutables- revalidan la tesis del pacto de la Mafia con el Estado italiano, en concreto con su partido, desde antes incluso de los atentados con los coches bomba que asesinaron, con un intervalo de pocos meses, a los dos superjueces antimafia Falcone y Borsellino.

En este momento existe una sentencia en firme de 2004, validada ya ante el Tribunal de Apelaciones (aunque falta su paso por un segundo tribunal de apelaciones, trámite desacostumbrado en cualquier otra democracia europea), que condena a nueve años de cárcel por participación externa en asociación mafiosa a Marcello Dell’Utri, fundador del partido Forza Italia de Berlusconi, además de ex miembro del Opus Dei y amigo personal de Berlusconi y de su familia. Las razones de esta condena (insistimos, aún por validar) y las pruebas que la avalan son numerosas.

Se halla demostrado el hecho de que Dell’Utri mantuviera contactos habituales con los más poderosos jefes mafiosos sicilianos [i]. En 1974, Cinà, uno de estos, organizó un encuentro en Milán entre Dell’Utri, Berlusconi y uno de los más peligrosos jefes mafiosos de la historia italiana, Stefano Bontate, reunión en la que se habló de negocios, concesiones de obras privadas y públicas [ii].

Las relaciones entre los principales dirigentes de Forza Italia , hoy con altos cargos en el gobierno del país, con los negocios inmobiliarios de la Mafia siciliana son un hecho demostrado y reiterado a lo largo de muchos años. Así, por ejemplo, Renato Schifani presidente actual del Senado italiano, fue el abogado defensor del jefe mafioso que construyó un edificio abusivo en Piazza Leoni de Palermo, edificio donde durante años se escondieron de la justicia numerosos jefes mafiosos de primera línea y de donde, al parecer, habría salido el coche bomba directo a via d’Amelio, donde murió asesinado el juez Borsellino con varios miembros de su escolta [iii].

En las sentencias judiciales se reconoce también que, antes de que Dell’Utri fundara el partido de Berlusconi, había mantenido ya relaciones con los temibles jefes del barrio de Brancaccio de Palermo, los hermanos Graviano, condenados en primer grado a cadena perpetua por los atentados contra el juez Borsellino en 1992 y por las bombas de Florencia, Roma y Milán en 1994. Las relaciones con el mundo criminal-empresarial de los hermanos Graviano han sido demostradas recientemente con datos en la mano por Peter Gómez y Marco Lillo [iv]. Estas relaciones arrancan de principios de los años noventa, cuando Dell’Utri se hace mediador, según los jueces, entre los intereses de Cosa Nostra y los del grupo financiero Fininvest, propiedad de la familia Berlusconi. Las relaciones se consideran demostradas y reiteradas en los años [v].

Según el diario La Repubblica , que se basa en sentencias judiciales, un importante patrimonio de las inversiones iniciales de Fininvest resultan de procedencia dudosa y la misma familia Graviano ha dado entender que tiene “un as debajo de la manga” en el control del poderoso holding berlusconiano [vi].

La temible familia Graviano poseyó por lo demás relaciones fluidas con otros numerosos miembros del partido de Berlusconi, algunos de ellos diputados en el parlamento actual, como demuestran numerosas llamadas telefónicas, dadas por ciertas por los jueces [vii].

Por si fuera poco, está también demostrado y reconocido por el propio Berlusconi y por Marcello Dell’Utri que éste hizo llegar desde Palermo a la mismísima casa de Silvio Berlusconi, en Arcore (Lombardía), a Vittorio Mangano, un jefe mafioso de “especial estampa criminal” según los jueces antimafia y que, siempre según éstos, habría llegado allí para defender a la familia Berlusconi, aunque el presidente italiano siempre ha hablado del encargo de capataz de caballos que el jefe mafioso habría desempeñado [viii].

No obstante, el juez Borsellino, poco antes de ser asesinado, había identificado a Mangano como uno de los elementos clave de la mafia en el norte de Italia, así como del narcotráfico: de hecho, en las palabras en clave de la mafia, y siempre según el juez Borsellino el término “caballos” se refería en realidad a la droga [ix]. Si hacemos caso a Borsellino, Dell’Utri y Mangano habrían hablado, pues, por teléfono de tráfico de drogas y no del encargo de cuidador de caballos, más cuando está demostrado que el jefe mafioso no entendía nada de caballos.

Algunos arrepentidos mafiosos como Totó Cancemi consideran que justamente la casa de Berlusconi habría servido como foco de encuentro entre distintos jefes mafiosos de la época. Vittorio Mangano, residente con su familia en la casa de Berlusconi, según el propio Berlusconi, había sido condenado ya por mafia y extorsión y luego lo sería también por secuestro de personas, tráfico de drogas y por tres asesinatos demostrados (dos de ellos como autor material) y cumpliría penas de prisión hasta su muerte. Recientemente Dell’Utri, al referirse al silencio mantenido por Mangano en la cárcel cuando éste fue interrogado acerca de las actividades de Arcore, ha catalogado a este jefe mafioso como un amigo y un “héroe”, palabras que ha refrendado el mismo Berlusconi [x].

Lo Bianoo, G. y Rizza, S., “Un’autobomba peri l procuratore di Caltanissetta. Da Cosa Nostra torna il pericolo stragista”, Il Fatto Quotidiano, 18 de enero de 2010, p. 4.

*Profesor de lengua y lingüística de la Universidad de Milán

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