Estupor, escándalo: serias acusaciones de corrupción en el PC chileno

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Teresa Flores*

Ésta es una cara abierta. Textualmente: A recuperar el Partido Comunista para los trabajadores y el pueblo. Dirigida:
– A los militantes comunistas que creen en la revolución como un suceso liberador y justiciero, constructor de una nueva sociedad capaz de superar al modelo neoliberal y su progenitor, el sistema capitalista.
– A los que permanecen en el partido y los que se han alejado, pero conservan vivos los nombres y enseñanzas de cientos de hombres y mujeres que lo dieron todo –incluso la vida- por la causa superior de liberar a Chile de la dictadura y construir el socialismo en nuestra tierra.
–A los que no renuncian al propósito fundamental por el cual existen los partidos obreros y a luchar por conquistar estas metas.

Se ha descubierto, debido a una demanda judicial acogida y tramitada por el 18º Juzgado del Crimen de Santiago, que una empresa inmobiliaria ligada a las finanzas del partido tiene orden de demoler el edificio que construyera en Carabineros de Chile 22, a media cuadra del local de nuestro Comité Central. La determinación del tribunal responde a la denuncia de los vecinos, respecto a que en el proceso de construcción fueron vulnerados el espacio de los cimientos de las construcciones aledañas, en flagrante atropello a las normas elementales de edificación. El inmueble de 17 pisos y cuya construcción costó cerca de 3.000 millones de pesos, habría vendido casi la totalidad de los departamentos, pues sólo dispone de uno, el 508, cuyo precio es de UF 2.150.

Aparece a la cabeza de la Inmobiliaria Araucaria, el compañero René Amigo, miembro del Comité Central de nuestro partido y como principal socia inversionista con un aporte de 398 millones de pesos, una funcionaria de la comisión de finanzas, servidora incondicional del grupo que se apoderó del partido y lo controla desde los años ochentas, la compañera Flora Estay.

Esta empresa aparece comprándole al partido el terreno, para luego conformar una nueva inmobiliaria (Baquedano) en conjunto con la constructora Varela, a quienes vuelve a vender el espacio en UF 9.291 (unos 190 millones de pesos actuales).

El edificio deberá ser demolido según lo dispuesto por el tribunal y al hacerlo, se habrá perdido todo lo invertido, que podemos suponer provino de los dineros devueltos por el Estado al partido como compensación por el despojo de bienes y equipos perpetrados por la dictadura, los que superan los 12 mil millones de pesos.

Estamos frente a un fracaso de marca mayor para las actividades financieras del partido, que deja en evidencia un estilo de trabajo y de hacer las cosas, no sólo ineficiente, sino revelador de una enorme descomposición. Movimientos financieros ocultos a la militancia, cuyos orígenes y destinos nadie más que el reducido grupo de poder conoce y de los que jamás se rinde cuenta.

Existen otros tantos “malos negocios” hechos con recursos del partido y de organizaciones hermanas que confiaron en la dirección de los comunistas chilenos. Todos esos fracasos se han ocultado sistemáticamente y han sido acallados por los funcionarios que conforman un grupo incondicionalmente fiel a quien le paga el estipendio mensual.

Esta descomposición proviene de la ruptura con principios y valores éticos y morales propios de los revolucionarios y la ruptura con el propio objetivo de luchar por la revolución. Es la práctica del peor de los pragmatismos y en muchos casos, llevada a cabo en beneficio propio y extendida a variados niveles, como sucede por ejemplo entre un número significativo de dirigentes sindicales, para los cuales los trabajadores son solamente números para las elecciones de federaciones y confederaciones o para la misma CUT, que les aseguren continuidad en los cargos a los que fueron designados por el grupo interno de poder.

Tal actitud hace posible que algunos dirigentes sindicales comunistas consuman regularmente cocaína y hasta podrían perfectamente estar involucrados en microtráfico.

Este escenario surgió frente a la pasividad con la que miles de militantes hemos permitido que un pequeño grupo mantenga el control total de la organización y engañe a cientos de nuevos militantes que no conocen la historia y trayectoria, la vida interna y los métodos revolucionarios que deben caracterizar a un partido comunista. Tampoco conocen el listado de sospechosos “errores”, cometidos tanto en dictadura como en los últimos 19 años, de quienes ostentan las máximas responsabilidades de dirección en el partido.

En las actuales condiciones orgánicas internas y con el grado de descomposición denunciada, es imposible contar con un partido comunista que se aboque de lleno a luchar con los explotados y marginados frente al azote que acarrea la actual crisis económica. Se habrán cumplido así las orientaciones de los Documentos de Santa Fe para neutralizar a los partidos comunistas sin exterminarlos físicamente.

No contamos con nuestro partido como un instrumento orgánico y político de lucha, cuando el grupo de poder, tolera y promueve la descomposición, busca solamente la llegada al parlamento de un par de dirigentes y, para lograrlo, renuncia al sagrado derecho de rebelión que tienen los oprimidos.

Ante esta situación, llamamos a recuperar el partido para el propósito que fue creado. Es la hora de exigir que se vayan los que se adueñaron de la organización y se atornillaron en sus cargos. Los comunistas debemos hacer que se vayan quienes practican la  connivencia con elementos de corrupción, tanto dirigentes como funcionarios menores. Tenemos que sacar de sus cargos, y si es preciso del partido, a quienes lo dirigen en beneficio propio dejando de lado los intereses del pueblo y los trabajadores.

Lo exigimos en nombre de nuestros héroes y mártires, constructores y defensores del patrimonio del partido, malversado por un pequeño grupo de poder.

Lo exigimos en nombre del pueblo.

Consejo Nacional de Comités Comunistas de Chile

*Escrito originalmente para Generación80 www.g80.cl

 

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1 comentario
  1. Eduardo Videla Godoy. dice

    La corupción también toca las puertas de la casa donde conviven como burgueses, aceptando y profitando de sus posiciones como dirigentes sindicales y políticos, de un partido que rasgaba vestiduras por la deshonestidad de la derecha en forma hipócrita y pervers

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