Evo: no seguir metiendo la pata

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Se trata, por lo tanto, de un importantísimo emprendimiento trasnacional.

Tanto en Brasil como en Bolivia, los proyectos que se llevan adelante han generado no solo trabajo y movilización de grandes contingentes de población sino, también, grandes tensiones sociales: protestas pacíficas y violentas, muertes y, como no podía faltar, mucha corrupción y bandidaje.

Los indígenas de ambos países no se han avenido de buena manera a esta situación. Como en todas partes, y a pesar que se encuentran en los límites de dos países que se precian de estar impulsando proyectos orientados hacia los sectores populares, son los que menos importan al fin de cuentas y no son escuchados. Algunos ven con malos ojos al presidente Evo Morales porque, siendo él también indígena, ¿cómo le hace esto a sus congéneres? Claro que son los que siguen aferrados a las concepciones sobre el indígena construidas en tiempos de la colonia, que elimina la variedad que entre sí tienen estos pueblos que, solo al ojo homogeneizador del conquistador, pasaron todos a ser “indios”.

Lo cierto es, sin embargo, que si hay organizaciones no gubernamentales que están llevando agua para su molino con este problema, lo hacen porque existe una situación de efervescencia en la que, eventualmente, su accionar cae sobre tierra fértil.

Ya en diciembre de 2010, el presidente Evo cometió un grave error al querer pasar, el día 31, cuando la ciudadanía se encuentra inmersa en las celebraciones de fin de año, un impuesto del 80% a los combustibles. El razonamiento del gobierno en relación con la situación que provocaba esa subida fue impecable, pero un pueblo empobrecido como el boliviano, al que aparentemente trata de manipulársele para que no se de cuenta de lo que está pasando, montó en cólera y puso en jaque al gobierno que no tuvo otro camino que volver sobre sus pasos.

La popularidad del presidente se vino a pique y dejó un aire de desconfianza que antes de esos acontecimientos no existía, por lo menos en las huestes de quienes lo apoyan.

Esto que hace ahora el gobierno es nuevamente un error que terminará, muy seguramente, de la misma forma: echándose para atrás, pero después de cientos de apaleados, heridos y hasta muertos.

Hay que oír a la gente, consultarla, discutir con ella, consensuar, y no pasarle la aplanadora que, a la larga, termina siendo aplanada por la combatividad de los afectados, que reiteradamente mostraron en el pasado que con ellos no se juega.

Con esta situación, Evo sigue malbaratando su capital político y el futuro político se le puede tornar incierto.

No hay necesidad, Evo, deja de meter la pata.
 

*Presidente AUNA-Costa Rica

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