Extranjera con nombre brasileño. – PETROBRAS, TAN PELIGROSA COMO LA OXY

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

PETROBRAS sentó sus reales en Ecuador desde que Sixto Durán Ballén y Gustavo Noboa Bejarano –ex presidentes– permitieron la concesión del Bloque 31 y 18 en la región amazónica. En el caso del Bloque 31, la presencia de PETROBRÁS ha significado la destrucción de la Reserva de la Biósfera, se partió en dos el Parque Nacional Yasuní por una carretera de más de 35 kms., merced a un permiso ambiental, cuestionado, que le otorgó el gobierno del depuesto presidente Lucio Gutiérrez.

Hoy este patrimonio natural del Ecuador, se halla seriamente amenazado por la explotación petrolera de una transnacional estadounidense, con un membrete carioca.

El Bloque 31 cuenta con 230 millones de barriles de reservas de crudo pesado de 18° API – lo que significa un patrimonio de alrededor de US$ 15.000 millones–; está estratégicamente ubicado junto al complejo Ishpingo, Tambococha, Tiputini, (ITT, no confundir copn el imperio de las comunicaciones), proyecto hidrocarburífero que cuenta con reservas de crudo pesado de 1.000 millones de barriles –unos US$ 65.000 millones– patrimonio que pertenece todavía al Estado ecuatoriano.

Es necesario alertar al país cómo, entre los goles y fanfarrias que envolvieron al Ecuador durante el mes del mundial, el gobierno de Alfredo Palacio, con la dócil aceptación del ministro Iván Rodríguez, la firma solícita del presidente ejecutivo encargado de Petroecuador, Walter López, se firmó un llamado Acuerdo Operacional con PETROBRÁS para proyectos petroleros en donde sin duda, se pretende concesionar a la petrolera estadounidense-brasileña el Proyecto ITT y los campos estatales a través de la creación de una empresa de economía (propiedad) mixta.

Loca danza de petróleo y millones

No es casualidad el proyecto de ley que se cocina en el congreso, que busca la desarticulación de los sindicatos de Petroecuador al desaparecer las filiales, el despido masivo de trabajadores y la ratificación de la Ley de Hidrocarburos para la conformación de la alianza velada con PETROBRÁS, garantizando al menos el 50% del negocio para la empresa privada.

La compañía seudo brasileña aprovechó el mundial de fútbol para informar –a través de los medios de prensa– la supuesta inversión en el país de US$ 500 millones y la oferta de sumar 140 millones más, para este año.

No obstante, el país debe conocer que solo el Campo Palo Azul –descubierto por Petroecuador y concesionado a la transnacional–, cada día produce 34.000 barriles, de los cuales se beneficia la petrolera con 17.200 barriles diarios; es decir, un millón doscientos mil dólares diarios de ingresos, o su equivalente anual de 430 millones, que no ingresan a las arcas fiscales gracias al contrato firmado por el ex presidente Gustavo Noboa, durante la gestión del socialdemócrata Luís Román, como presidente ejecutivo de Petroecuador y siendo vicepresidente de Petroproducción Kléver Peláez, actual ejecutivo de los campos que operaba la OXY.

Lo insólito es que quién administra, opera y produce el campo Palo Azul, es personal entrenado por Petroecuador, como el caso de un ex ingeniero del Campo Shushufindi de Petroproducción, ahora jefe de PETROBRAS, Eduardo Benalcazar. Una pregunta para el país raya el papel: ¿por qué hemos permitido que con técnicos y profesionales ecuatorianos se exploten campos petrolíferos cuya riqueza no se queda en el país, lo cual niega al Ecuador el usufructo directo de la riqueza, cuando sobra capacidad y experiencia en el sector petrolero estatal?

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En el caso del Proyecto ITT, que está en la mira de PETROBRAS, las reservas representan 60.000 millones de dólares. Supongamos que se proceda a la construcción de una refinería para crudos pesados, con una inversión de –más o menos– 1.000 millones de dólares, lo que representaría apenas el dos por ciento del aporte del sector privado, mientras que el Estado tendría que aportar el 98% restante como dueño del recurso.

¿Cómo se puede aceptar que se pretenda firmar un contrato con PETROBRÁS, aceptando que la petrolera se lleve al menos el 50% de la producción de crudo y derivados?

Mejor no explotar nada

El pueblo no puede mantenerse indiferente ante este riesgo inminente. Ya lo dijo un alto dirigente indígena de la amazonía: «Para regalar el petróleo a las transnacionales es preferible no explotar nada»; así las comunidades kiwchas: chiro isla, samona, yuturi, llanchama, sincha chigta, etc, podrán vivir en paz; pobres en lo material, pero ricos en calidad de vida, sin la contaminación que afecta la existencia humana, contando con el agua y la madre naturaleza, en una sana convivencia, en aquel rincón paradisíaco del Yasuní.

El perjuicio que se causa al Estado se expresa en la entrega de la participación del crudo a Petroproducción. Resulta que de acuerdo a las normas establecidas por la Dirección Nacional de Hidrocarburos (DNH), adscrita al ministerio de Energía, PETROBRÁS debe entregar los 34.000 barriles de crudo con un BSW de menos 0,1% (cantidad de agua en el crudo), pero en la práctica el Estado recibe el producto con más del 0,8%; en consecuencia el perjuicio para el país supera los 120 barriles diarios, que al año representa más de tres millones de dólares de pérdida para el Ecuador. Ante esta realidad ni la DNH ni el ministerio de Energía han puesto cartas en el asunto.

En otro ámbito, insistimos que hace varios años la Comisión de Control de la Corrupción denunció por ilegal la adjudicación del contrato de campos compartidos de Palo Azul a PETROBRÁS, donde Ecuador TLC es la operadora y, a su vez, Petromanabí mantiene acciones que representan los intereses del Grupo Isaías. Lo insólito es que siendo el Estado el dueño del 95% de las reservas, apenas participa del 5% de lo producido.

Se vaticina que dado el nivel de sobreproducción, Petrobrás acabará en cuatro años con las reservas. Está claro que si no se revierte la operación de este bloque petrolero a Petroecuador, el país recibirá en 2010 un montón de hierros viejos, con el pasivo ambiental que se denuncia a diario en la prensa. La experiencia de la Texaco y la OXY se volverá a editar.

Contaminar la vida

«Sufrimos de picazón de la piel, ardor de la vista, infecciones de las vías respiratorias e intestinales, en especial en los niños; se nos han muerto animales domésticos, como ganado vacuno, porcino, aves de corral, y sufrimos la pérdida de plantas agrícolas como sandía, melón, maíz, etc.», manifiesta Carlos Yanza, presidente del Comité de afectados por la contaminación del río Jivino Rojo, parroquia 3 de Noviembre, ubicado en el cantón Joya de los Sachas, en la provincia de Orellana.

El testimonio de Carlos Yanza brinda un panorama similar a la tragedia que viven los pobladores de la parroquia de El Triunfo, en el Puyo, provincia de Pastaza, donde opera la petrolera AGIP. En este último caso la comunidad ha presentado su queja a las autoridades, exigiendo respeto a la vida y al derecho a gozar de un ambiente libre de contaminación.

En el informe técnico del Departamento del Ambiente del Consejo Provincial de Orellana se establece que de las seis plataformas inspeccionadas en el campo Palo Azul, los niveles polución en el río Jivino Rojo alcanzan hasta 2.76 mS/cm de contaminación, cuando el límite permisible es de 0.5 mS/cm, de acuerdo al reglamento 1215 para las operaciones hidrocarburíferas.

Estos resultados hacen sospechar que la compañía descarga el agua de formación sin control alguno y los niveles de concentración de sales determinan que no se la somete a tratamiento alguno. Del mismo modo, del análisis de suelos se concluye que la contaminación supera en ocho veces los límites permitidos.

A pesar de los resultados de laboratorio la empresa PETROBRÁS niega tal afectación, poniendo en tela de duda la veracidad del informe del reconocido Laboratorio LABSU perteneciente al Vicariato Apostólico Aguarico, que regenta el Colegio Padre Miguel Gamboa del Coca.

La denuncia ya fue presentada en la Defensoría del Pueblo, a la DINAPA, ministerio del Ambiente, a los Derechos Humanos, para exigir a la petrolera se proceda a la remediar e indemnizar el daño causado a más de 100 familias que habitan la parroquia 3 de Noviembre y Enokanki.

fotoLa eficiencia de la compañías petroleras privadas se demuestra a la hora de sobreexplotar los yacimientos, como en el caso del campo Palo Azul a cargo de Petrobrás, que pasó de 17.000 barriles de petróleo por día en 2004 a 34.000 barriles, en mayo de 2006. La lógica de la sobreproducción es que a mayor producción mayor cantidad de agua de formación. En el caso de Petrobrás, que opera a través de la empresa Ecuador TLC, el bloque 18, produce más de 8 millones de barriles de agua de formación. Resulta imperdonable que la petrolera no sea capaz de dar tratamiento a las aguas de formación, veneno tóxico que está liquidando la vida en Orellana.

¿A dónde va a parar el millón diario de dólares que gana PETROBRÁS en los campos que antes fueron de Petroecuador, cuando a juzgar por la denuncia presentada por las comunidades afectadas no se respeta el ambiente y se maneja de manera antitécnica las operaciones petroleras?

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Fuente:
Prensa Alternativa del Ecuador. Por la verdad y la justicia.

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