Fanatismo: Falun Gong, arma de la CIA contra el Gran Dragón Rojo

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Thierry Meyssan*

Una de las principales personalidades cuya candidatura para el Premio Nóbel de la Paz cuenta con el apoyo del Departamento de Estado es un maestro del arte chino de la respiración, Li Hongzhi, quien coordinó las manifestaciones anticomunistas durante el recorrido mundial de la llama olímpica. Poco conocido entre el gran público, Li Hongzhi fundó una poderosa secta que extiende la influencia estadounidense sobre la diáspora china, el Falun Gong. Gracias a la ayuda de Washington, el Falun Gong dispone actualmente de una amplia infraestructura mediática y ha emprendido una cruzada contra el Partido Comunista Chino.

El 25 de abril de 1999, miles de adeptos del Falun Gong se reúnen en silencio ante la sede del Partido Comunista Chino.
Los medios de prensa occidentales han concedido gran importancia a las manifestaciones que perturbaron el recorrido de la llama olímpica, entre marzo y mayo de 2008. Pasando por alto las etapas festivas, los medios occidentales centraron su atención en las payasadas de Reporteros Sin Fronteras en Olimpia (el 25 de marzo), las protestas sobre la cuestión del Tibet en Londres (6 de abril), París (7 de abril) y San Francisco (9 de abril) y cubrieron con artística imprecisión lo sucedido en Buenos Aires (11 de abril). Trataron de hacer creer en la existencia de un movimiento espontáneo del público contra diversos aspectos de la «dictadura del Partido Comunista Chino». A pesar de –o quizás debido a– ese tufo a guerra fría, los medios occidentales no precisaron que todos aquellos hechos habían sido planificados con un año de antelación y coordinados por una ONG, Human Rights Torch Relay (Relevo de la Llama Olímpica por los Derechos Humanos) [1], subproducto de un poderoso movimiento estadounidense- chino, el Falun Gong.

Más recientemente, numerosos periodistas deportivos acreditados a los Juegos Olímpicos de Pekín recibieron un correo electrónico de la Coalition to Investigate the Persecution of Falun Gong in China (Coalición para Investigar la Persecución del Falun Gong en China) [2] que contenía un documento de 26 páginas intitulado: Torture Outside the Olympic Village: A Guide to China’s Labor Camps (Tortura fuera de la Villa Olímpica: guía de los campos de trabajo chinos) [3]

Durante los años 1990, el Partido Comunista Chino favoreció las iniciativas civiles al autorizar la creación de asociaciones culturales y deportivas, hasta entonces bajo su monopolio. Entre las asociaciones surgidas en aquel entonces, las de artes marciales y qigong levantaron una ola de verdadero entusiasmo. El qigong, ancestral técnica de respiración, permite desarrollar la concentración y el equilibrio interno. Diferentes estudios médicos han demostrados que quienes lo practican están menos expuestos a las enfermedades que el resto de la población. Así que el gobierno se regocijó públicamente ante esta moda, que no podía sino contribuir a reducir los gastos nacionales en materia de salud.

Es en ese contexto que Li Hongzhi, un funcionario cuadragenario, creó su propia asociación de qigong en 1992: el Falun Gong. Pero el maestro Li no se limitó a la enseñanza de técnicas respiratorias sino que las asoció a una doctrina esotérica cuyo contenido fue revelando poco a poco.

En 1996, Li Hongzhi retiró a su asociación de la Federación Nacional de qigong y emigró a los Estados Unidos, desde donde continuó dirigiéndola. A partir de aquel momento, su asociación comenzó poner especial interés en el reclutamiento de miembros del Partido Comunista. Al mismo tiempo, las reuniones de los adeptos del Falun Gong cambiaron de forma para seguir el estilo estadounidense de las de los seguidores del pastor evangélico Billy Graham, con testimonios de adeptos curados. En 1999, el Maestro Li regresó a China para movilizar a los cuadros de su movimiento. Al día siguiente de su partida, sus discípulos realizaron una manifestación en Tianjin (a 140 kilómetros de Pekín), ante la sede de una revista científica que había publicado un artículo muy crítico sobre sus elucubraciones metafísicas y su comportamiento sectario [4].

. La brutalidad de la policía china es sin lugar a dudas deplorable, lo cual no quiere decir que el Maestro Li y sus discípulos sean inofensivos. En primer lugar, toda sociedad tiene el deber de proteger a sus miembros y ningún Estado del mundo puede aceptar en su país el desarrollo de una organización religiosa que aparta a la gente de la ciencia y la medicina para sumirla en la superstición. Estados Unidos no vaciló en recurrir al ejército para aplastar la Iglesia Davidiana en Waco (1993). En segundo lugar, el Falun Gong es también un arma de Estados Unidos en su cruzada contra el comunismo. Dar asilo a esa organización es inmiscuirse en los asuntos internos de China.
 
 *Periodista y escritor francés. Direcor de la Red Voltaire.

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