Fiestas, vacaciones, viajes… La propina

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La propina es un reconocimiento en efectivo que se da a una persona por el buen servicio recibido. Es, además una recompensa generalmente económica que se otorga como agradecimiento, aunque no siempre totalmente merecida; hay un viejo refrán español que ilustra esta situación, a saber: el caballo hace todo el trabajo y el cochero se lleva la propina. |GISELA ORTEGA.*

La palabra propina viene del latín propinare que significa “dar de beber”. La Real Academia Española, la define como: agasajo que sobre el precio convenido y como muestra de satisfacción se da por algún servicio. También gratificación pequeña con que se recompensa una ayuda eventual.

En la mayoría de lo comercios, el cliente decide si da o no una propina y el monto de esta. En Venezuela la propina se ha convertido en un pago obligatorio por algunos servicios. En nuestros restaurantes, el costo es mayor, pues a cada cuenta se le agrega un 15% por concepto de IVA, a más de un 10% en el agregado “cargo por servicio” y recién a esa cantidad se le suma la propina opcional.

Sin la más minima vergüenza algunos trabajadores que vienen a nuestras casas a realizar trabajos de plomería, electricidad, además del pago de sus honorarios exigen una propina como si esto fuera obligatorio, y si no se las da responden muy negativamente por el hecho de no recibir esta dadiva.

Por otra parte hay empresas en las que los trabajadores no ganan más que lo que obtienen de propina, como en el caso de los empaquetadores de supermercado. Y, en contraste, algunas prohíben a sus clientes dejar propinas a los empleados.

Estas situaciones han comenzado a polarizar a los consumidores, habiendo por un lado gente que piensa que la propina no es obligatoria, y por otro quienes creen que dar propina sólo propicia que los salarios se mantengan a niveles denigrantes; algunos simplemente la ven como una vieja costumbre.

Hay muchos tipos de propina, está el regalo, que se hace voluntariamente y por tradición; el aguinaldo, el pago que se da especialmente en Navidad; la gratificación, recompensa pecuniaria que se concede por algún servicio prestado; el presente, que se aplica a todo don, alhaja u obsequio; el recuerdo, que es una cortesía con motivo de la visita a un lugar o persona o en celebración de una fecha u ocasión señaladas; el sobresueldo, o la compensación que se da por encima de lo estipulado previamente; el soborno (se dice de la dadiva con que se intenta inclinar a otro a complacernos, o se pretende captar su voluntad).

En América Latina, en los restaurantes en general este acto es voluntario y en reconocimiento a la buena acción del mozo. Tanto en Argentina como en Perú se han reglamentado las propinas.

Hasta 1981 la ley chilena indicaba dar al mesonero un 10% del valor del consumo. Sin embargo, ese beneficio cambio radicalmente y la nueva legislación es clara al respecto: “No existe la propina legal del 10% de lo consumido en un restaurante. Este es un aporte totalmente voluntario y el cliente sólo está obligado a pagar el consumo que señala la cuenta».

En México y algunos países de Centroamérica, lo usual es dejar entre un 10% y un 15%. El caso de Costa Rica, un país altamente turístico, la situación es singular. Los ticos no dan propinas, no es parte de su cultura. Pero el 10% siempre está incluido en las cuentas de los restaurantes. Eso sí, que los costarricenses no la entreguen no significa que quienes trabajan en turismo no esperen propina de parte de los viajeros que llegan al país. Como la industria del turismo está creciendo, las propinas se van haciendo más comunes y esperadas.

No en todas partes la propina es vista con buenos ojos. Entre las excepciones que destacan se cuenta Japón, donde no es parte de las costumbres, aunque en todas las cuentas se agrega un 10% por cargo de servicio (cabe decir que la globalización va impulsando a algunos trabajadores japoneses a recibir la propina).

En España, la situación es completamente distinta. Allí, la propina es realmente un gesto de cortesía, que para nada se considera obligatorio, pues es estrictamente voluntario.
Lo mismo ocurre con muchos otros servicios: el botones del hotel que nos sube las maletas y nos indica cuál es nuestra habitación, o el chico del automercado que nos lleva a nuestra casa la compra.

La propina es una muestra de gratitud, de cortesía que en ningún momento rebaja al que la da, ni al que la recibe. Debe ser un momento discreto: nada de exhibicionismo.

Y usted ¿qué piensa? ¿Qué valores, qué rasgos de nuestra cultura salen a relucir cuando damos –o cuando recibimos- una propina?

* Periodista.

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