Francia, Sarkozy: – AUTORITARISMO Y ULTRALIBERALISMO GALOPANTE

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Los resultados de la primera vuelta anunciaban ya las intenciones de voto para la segunda contienda decisiva. Los diferentes elementos que intervinieron en esta segunda etapa confirmaron la tendencia inicial y ello quedó demostrado por: el interés de la gente por esta elección (3 millones de nuevos inscritos), las altas audiencias de los debates televisivos, la alta asistencia a los mítines políticos y la fuerte participación en el escrutinio (85%).

La campaña se desarrolló en esta etapa en términos normales sin mayores incidentes y marcada por el debate (en la televisión del miércoles 2 de mayo), programado entre los dos candidatos finalistas. Pero que no dio mayores resultados para ninguno de los dos postulantes a la presidencia.

Nicolás Sarkozy, con 35 mítines y visitas a regiones donde el Frente Nacional (extrema derecha) había obtenido sus más altos scores en la elección presidencial de 2002, terminó su campaña reafirmando sus temas esenciales : la crisis del trabajo, la autoridad, el rechazo del « arrepentimiento de la derecha » (frente a su pasado oscuro del período esclavista, colonial y de colaboración con el nazismo), la Francia exasperada, la inmigración, la identidad nacional, el « adiós » a la herencia de Mayo 1968 y confirmando la violencia de su vocabulario empleado para designar a los hijos de inmigrados (escoria) de los barrios de París.

Ségolène Royal basó la segunda parte de la campaña en tratar de ganar los votos del centro político, afirmando su disposición a trabajar con su líder Francois Bayrou y con el centro como formación política. En la fase final de su campaña logró mostrarse más combativa, principalmente durante el debate televisivo con Sarkozy, pero con escaso impacto en la opinión. Su última reunión pública (Estadio Charletty) tuvo un éxito incuestionable, pero sucedió un poco tarde para cambiar la dinámica de la campaña.

En síntesis, las iniciativas de los candidatos estuvieron destinadas principalmente en tratar de recuperar los votos de los indecisos, del centro (18% de Bayrou) y de la extrema derecha (10% Le Pen).

Los institutos de sondaje inicialmente anunciaban ya los porcentajes que obtuvieron, ambos candidatos, en el recuento final del escrutinio, señalando luego que el « gran » debate vino solamente a confirmar la opción tomada inicialmente por los electores.

El resultado de la elección fue categórico: 53% para Sarkozy y 47% para Ségolène Royal. Una victoria neta con una diferencia de seis puntos sobre su adversaria. Ni el record de participación pudo inclinar la balanza hacia la izquierda. Analizando los resultados se puede constatar que la candidata socialista sobrepasó su rival de la UMP en numerosas ciudades, pero las zonas rurales escogieron masivamente el candidato de la derecha. La consigna de abstención del Frente Nacional no fue seguida y la fuerte participación del electorado desmiente esta directiva. Ségolène Royal fracasó en su intento de captación de votos del electorado de Francois Bayrou, votos que fueron ganados por Sarkozy, así como aquellos de la extrema derecha.

Otro tiempo, otro viento

Este resultado anuncia una profunda transformación política de Francia, motor de la Unión Europea y faro de los Derechos Humanos, cuyas Municipalidades presentan aún los emblemas de Libertad, Igualdad y Fraternidad. El país comienza «un giro neoconservador de la misma naturaleza como el que vivió en su tiempo la Gran Bretaña de Thatcher, la América de Ronald Reagan, la España de Aznar o también la Italia de Silvio Berlusconi» como lo ha reconocido Thierry Wolton, ensayista y articulista del diario conservador Le Fígaro (7 de mayo 2007).

Este giro se opera con actores conocidos (cincuentenarios) que no se sienten deudores de la acción de la derecha en el pasado de Francia, exhibiendo ahora sin complejos los valores trabajo, autoridad, familia y seguridad. Valores tomados a la extrema derecha y a sus antepasados de la época colaboracionista en la Segunda Guerra mundial.

Un cambio está produciéndose en las elites (de derecha e izquierda) que par un mutuo acuerdo mantenían un status quo que no permitía la adopción de medidas profundas para la resolución de los graves problemas existentes. Esta evolución comienza a cambiar el equilibrio político y a generar una nueva distribución de los roles en el conjunto del escenario.

Sarkozy y sus colaboradores, por lo demás, confirman ya la opción de estos valores con la adopción de las primeras medidas: servicio mínimo a instaurar durante las huelgas de profesores, violando este derecho, cambio de métodos en la manera de gobernar (asunción del mando, formación del gabinete) e insistiendo que implementarán el programa por el cual fue elegido. Todo ello talvez agudize, aún más, las contradicciones y comporte el riesgo que el país se paralice como en el invierno de 1995, período marcado por un exceso de ‘autoridad’ y un ensayo de implementación forzada de reformas que fueron rechazadas por una gran parte de la ciudadanía.

La derecha desprovista de sus complejos comienza a ocupar todos los terrenos aprovechando que la izquierda aparece inerte, sin líder y sin programa. Las primeras iniciativas del equipo ganador, bajo la promesa de una apertura política, están siendo destinadas a dividir los principales componentes de la futura oposición, quienes facilitando las cosas a la derecha, están más preocupados en ajustar sus cuentas internas que en enfrentar el paquete de medidas « modernizadoras » que sus adversarios han anunciado.

Los llamados y gestiones destinadas a incorporar personalidades de izquierda en el nuevo gabinete ministerial lo confirman. Bernard Kouchner, miembro del Partido Socialista Francés (PSF), aceptó el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores. Kouchner se destacó recientemente por su posición a favor de la guerra en Irak, en contraposición con el gobierno de Chirac y de los partidos (izquierda-derecha) quienes estaban contra la guerra.

Por el programa expuesto, por las características de su equipo de trabajo y por su «estilo» de campaña, el triunfo de Sarkozy constituye el triunfo del autoritarismo, de la arrogancia, del ultraliberalismo económico.

Ello será un serio golpe al modelo « social francés », que dentro de la crisis actual y pese a todo, continuaba entregando: proteccion social y bienestar para el conjunto de los trabajadores (sistema de seguridad social, regímenes especiales de jubilaciones y una educación pública de calidad, abierta a todas los estamentos de la sociedad). Es el fin de la famosa « excepción francesa ». En el fondo, se trata de una nueva « revolución de derecha » que comenzó en Chile con los consejos de Milton Friedman (Premio Nobel de Economía) en los tiempos de Pinochet (1975). Chile fue el laboratorio de ensayo del modelo económico ultraliberal, impuesto por la dictadura militar, y que en Europa fue declinado y templado políticamente en 1979 por una de las derechas europeas más rancias, el Partido Conservador inglés de la «Dama de Hierro».

foto¿Quién es el nuevo presidente de la quinta potencia económica mundial?

Nicolás Sarkozy es un viejo político francés de origen húngaro, pero que nació hace solamente 52 años. Desde los tiempos de Giscard d’Estaing, quien asumió a los 48 años, Francia no había tenido un jefe de Estado tan joven. Nicolás Sarkozy no es Bush, pero si uno de sus amigos y gran admirador, lo que hace presumir la orientación de la política internacional francesa. Sobre quien es el nuevo presidente electo, Francois Bayrou entrega un botón de muestra:

«Nicolas Sarkozy, por su proximidad con los medios de negocios, por su gusto por la intimidación y la amenaza, va a concentrar los poderes como nunca antes lo estuvieron. Por su temperamento y los temas que él escogió, arriesga de agravar los males del deteriorado tejido social, sobre todo conduciendo una política con ventajas para los más ricos»
(Diario Liberation del 26 de abril de 2007).

El escritor mexicano, Carlos Fuentes, gran conocedor de la Francia y Europa, escribió:

«El candidato derechista representaba un movimiento sin memoria, tan ‘brutal’ como lo ha calificado Ségolène Royal, fundado en la preeminencia del dinero y la sacralización de la ‘competitividad’ por encima de la solidaridad… en contra del trabajador migratorio, y a favor de la fuerza policial, con tintes de racismo y desprecio hacia la pegre, la chusma, básicamente negra y árabe».
(Diario español , El País del 6 de mayo de 2007).

Para bien señalar que él va a actuar sin complejos y mostrar sus lazos de amistad con el mundo de los negocios, su primer gesto mediático fue, una vez conocida su aplastante victoria, de ir a unos de los restaurantes de lujo de la avenida Champs Elysées. Ahí celebró su triunfo con familiares y amigos del mundo de las finanzas y vedettes de la canción y el cine francés. Su primera noche como presidente electo la pasó en uno de los hoteles más prestigiosos de la misma avenida y al otro día partió de vacaciones al Mediterráneo, en el yate del empresario Vincent Bolloré, una de las fortunas más grandes de Francia.

La polémica desatada por esta escapada de lujo fue tan grande que sus vacaciones debieron ser reducidas. El mismo diario El País (13 de mayo de 2007) constataba este hecho indicando que «Sarkozy es el primer presidente francés que rompe el tabú de que la política no debe aparecer junto al dinero de las grandes fortunas». Hechos que contrastan con su actitud durante la campaña presidencial, cuando el candidato se fotografiaba con los obreros y les señalaba «… estoy con Uds.», «yo soy el candidato del pueblo…»

La izquierda golpeada

El «shock» producido por el resultado de las presidenciales, constituyó un enorme sismo en el Partido Socialista Francés por su tercera derrota consecutiva en elecciones presidenciales. Este desastre tuvo mayor repercusión en el Partido Comunista (PCF) que quedaron reducidos a sólo 1,9% del electorado. Increíble derrota para quien fue uno de los más importantes e influyentes de los partidos comunistas de Europa occidental junto al PCI (Italia).

Todo ello hace presumir que la izquierda, en su conjunto, tendrá grandes dificultades para parar la ola azul de la Unión para un Movimiento Popular (UMP) que en un mes más probablemente ganará las elecciones legislativas (10 y 17 de junio próximo). Dentro de este marco, dos líneas están apareciendo en la izquierda: una opción socialdemócrata y otra antiliberal que deberán confirmarse o no en las próximas semanas antes de las elecciones parlamentarias.

Indudablemente que uno de los estamentos sociales más afectados por el lado de los vencidos son los jóvenes que en su gran mayoría votaron por la candidata del Partido Socialista. Esta juventud se siente una vez más golpeada, frustrada y desorientada. No hay que olvidar que fueron ellos, no hace mucho tiempo, que hicieron retroceder al gobierno del primer ministro De Villepin, (Sarkozy fue su Ministro del Interior) quien quería imponerles el CPE (contrato de primer empleo).

Son estos mismos jóvenes que la noche de la victoria conservadora, salieron a las calles a manifestar contra Sarkozy, en la Plaza de La Bastilla en París y en varias ciudades importantes de Francia. Todos estos disturbios se repitieron por varias noches, dejando como saldo: centenares de autos quemados, muchos jóvenes arrestados brutalmente y algunos de ellos ya condenados con penas severas de cárcel.

Al día siguiente (18 de mayo) de asumir su función, el primer ministro Francois Fillon constituyó su gabinete. Reducido a 7 mujeres y 8 hombres, éste fue presentado como un gabinete de reforma y apertura.

Las características de sus miembros indican más bien la continuidad en relación al gobierno anterior, el retorno de antiguos ministros, como Alain Juppé (condenado por la Justicia por malversación de fondos) y la hegemonía de la derecha dura (UMP). La apertura a la izquierda fue puesta en relieve con la incorporación de varios «tránsfugas» del Partido Socialista (Kouchner ex-ministro de Mitterrand, Eric Bessson diputado, Jean Pierre Jouyet, encargado de misión del gobierno de Jospin) y del presidente de Emmaus-Francia, próximo a la izquierda. El objetivo primero de este gabinete es de ganar las elecciones legislativas del 10 de junio próximo.

Las primeras iniciativas mediáticas han sido realizadas en ese sentido: desplazamientos de Sarkozy y del primer ministro, constitución y asunción del gabinete. Por otra parte, la creación del Ministerio de la Identidad Nacional y de la inmigración ya provocó reacciones encontradas, como la renuncia de ocho investigadores e historiadores –entre ellos, Patrick Weil, director de Investigaciones del Centro Nacional de Investigaciones Científicas– quienes estiman «inaceptable» la asociación de la Inmigración y de la Identidad Nacional.

La victoria de la derecha dura era previsible: ella ganó holgadamente. La gran pregunta ahora es saber si Sarkozy con la legitimidad obtenida (53%), más el apoyo de los poderes económicos, financieros, mediáticos y administrativos, agregará el poder legislativo a la lista, haciendo elegir una mayoría absoluta de diputados UMP. En esta situación, la derecha dura aumentaría aún más la concentración de poderes, ya enormes. Legitimidad para echar andar, lo más rápidamente posible, el cambio profundo de la sociedad francesa.

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* Ex-prisioneros políticos de la dictadura militar chilena, residen en Francia.

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