Frente Amplio chileno, hacia una segunda transición

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La irrupción de Beatriz Sánchez en un inesperado tercer lugar ha modificado profundamente la cartografía de la política chilena. Quiérase o no, la presencia del Frente Amplio rompe el cómodo equilibrio posdictatorial que aseguró una transición pacífica al precio de mantener el modelo económico y la constitución creados por los militares.

La Concertación de Partidos por la Democracia, y su prolongación como Nueva Mayoría, fue el diseño político destinado a enfrentar una dictadura militar primero y darle gobernabilidad al país luego. Se trató de una configuración que, en un primer momento, excluía expresamente a los comunistas en las postrimerías de la Guerra Fría. Desde aquellos años, la dinámica democrática de casi tres décadas fue modificando lenta e inexorablemente las fuerzas e intereses que marcaron el inicio del retorno a la democracia. En la hora actual, existe una nueva escena que reclama y exige una nueva configuración política capaz de instalar un nuevo horizonte de sentido histórico.

La fragmentación del sector progresista y el debilitamiento de los diversos partidos políticos está señalando la obsolescencia no solo de tal o cual organización sino el envejecimiento de las ideas mismas que se postulan. Muchas de las propuestas iniciales han perdido su pertinencia y su sentido para las nuevas generaciones. Toda la épica democrática inicial se ha convertido en un discurso oficial y un mero trámite administrativo para salvaguardar empleos y privilegios.

Ante un panorama tan desolador, ya no es posible legitimar el propio discurso demonizando a los adversarios. El patético argumento “Nosotros o la derecha” carece hoy de todo sentido cuando las políticas propias se han asimilado a la de la supuesta oposición. Cuando el chantaje político-emocional se ha repetido tantas veces, pierde toda credibilidad y eficacia.

El Frente Amplio aparece en la escena política chilena como una oportunidad de inaugurar una Segunda Transición que deje atrás los condicionamientos autoritarios de aquel proceso liderado por el presidente Aylwin. En este sentido, cualquier negociación entre el Frente Amplio y Nueva Mayoría, tendente a garantizar el continuismo, representaría abortar la promesa democrática de una nueva etapa. El Frente Amplio solo puede legitimarse y perdurar políticamente sobre las cenizas de la Nueva Mayoría.

*Doctor de la Sorbonne. Paris-France

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