Gaza y las matanzas: Europa desenmascara a Javier Solana

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Giuletto Chiesa*

Javier Solana, campeón del lenguaje estereotipado, se ha presentado ante el Parlamento Europeo para convertirse esta vez en blanco de las críticas de casi todos, tanto de la izquierda, como de la derecha y del centro. El tema: la política europea en cuanto al drama palestino, antes, durante y después (o sea, ahora) de la masacre de Gaza cometida por el gobierno (saliente) de Olmert con el respaldo plebiscitario de una opinión pública israelí, que inmediatamente después de la masacre ha aupado al gobierno a Netanyahu y Lieberman para que acaben de “aplastar a las cucarachas” palestinas, una derecha fascista y racista que muy probablemente rematará la faena.
O lo intentará, metiendo en líos a muchos de sus sempiternos aliados. Como, por ejemplo, Javier Solana, o Piero-Fassino-corazón-blando o Walter Veltroni-cerrado-por-inventario. Retomaré lo de las cucarachas más adelante. Todos ellos, lo digo como inciso y sin ninguna malicia, muy socialistas y socialdemócratas, como ese Ehud Barak, ministro de Defensa, que organizó el bombardeo al gueto de Gaza. Pero volvamos a Solana, alto representante de la política exterior de una Europa dividida, él mismo dividido y puenteado por todos (salvo por Tony Blair, nombrado a su vez enviado especial del Cuarteto para Oriente Medio, aunque ni tan siquiera ha tenido tiempo de ir a Gaza a echar un vistazo a las 25.000 casas destruidas por la aviación israelí, por supuesto sin querer).
 
Solana, pues, ha hablado como si no se hubiera percatado de nada. Volvió a sacar de la chistera la conocida jaculatoria de los dos Estados, explicando en tres lenguas, para barajar mejor las cartas, que Abu Mazen, fiel aliado de Israel, será quien gobierne el Estado Palestino, bajo la vigilancia de la policía de Al Fatah, al servicio de los servicios secretos estadounidenses y del Mossad, que la han entrenado y armado. Algunos diputados han tenido la ocurrencia de preguntar qué se va a hacer con Hamas, que ganó en su momento las elecciones de forma democráticamente irreprochable, tanto en Gaza como en Cisjordania (elecciones queridas, organizadas y financiadas por la propia Europa).
 
Aquí ya el lenguaje estereotipado de Solana ha emitido sonidos sordos, casi inaudibles, poniendo en apuros a los intérpretes: ¿acaso no lo saben ustedes? Hamás es una organización terrorista. Y, figúrense, no sólo no reconoce la existencia del Estado de Israel, sino que la amenaza.
 
No era ninguna novedad, pero oírla tras la operación Plomo Fundido le ha resultado raro incluso al jefe de los liberales europeos, Graham Watson, persona normalmente muy comedida y de refinada oratoria. "Perdone, Señor Solana, pero ¿qué está usted diciendo? Resulta que los europeos nos aprestamos a debatir con un nuevo gobierno de derechas que declara que no reconoce ningún derecho a los palestinos, o sea que nos informa de que no permitirá la creación de ningún Estado palestino, y que tiene entre sus ministros a gente que se propone incluso expulsar de Israel a los árabes israelíes.
 
Por si fuera poco, mantenemos unas relaciones inmejorables con un gobierno que ha practicado el terrorismo contra la población civil, ante nuestras propias narices. ¿Y usted va y nos dice que no podemos dialogar con Hamás?" Esto es, en pocas palabras, lo que dijo Watson. Luego llegó la andanada de los demás, empezando por Francis Wurtz, jefe de los comunistas y de los verdes nórdicos. “¿Es que no hay nadie que se atreva a decirle a Israel que se ha pasado de la raya?”.
 
Han sido castigados de forma colectiva por haber votado por Hamás, esto es, por la única fuerza política que decidió defenderles del atropello y la matanza. Claro está que no consta en ningún sitio que un pueblo haya de tener siempre la fuerza de defenderse. Algunos pueblos han sido conquistados, destrozados, aniquilados. La Europa colonial ha sido capaz de eso y de mucho más. Es evidente que Israel está decidida a lograr expulsarlos de la tierra que, según los sionistas, recibieron nada menos de que Dios en persona, por lo que no tienen ninguna intención de compartirla con nadie, jamás.

Si las cosas están así, sería razonable por parte de Europa considerar la posibilidad de tener que tragarse otras masacres, cada vez más feroces. O bien empezar a darse cuenta de que hay que decirle basta a Israel, porque desde dentro no es fácil que llegue ninguna invitación a la moderación. Eso sin olvidar que, desde el mismo momento en que recibió su mandato, Netanyahu ha declarado que Irán es la mayor amenaza para la existencia de Israel desde su creación. Es el anuncio de una guerra mucho mayor, incomparablemente más comprometida que la de aplastar cucarachas. Si ahora nos callamos, no nos quedará más remedio que prepararnos para esa otra, que nos va a tocar muy de cerca.

*Periodista, escritor y eurodiputado. Publicado en Megachip

 

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