Gisela Ortega / ¿Por qué los Objetivos del milenio? (I)

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Los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio representan las necesidades humanas y los derechos básicos que todos los individuos del planeta deberían poder disfrutar: ausencia de hambre y pobreza extrema; educación de buena calidad; empleo productivo y decente; buena salud y vivienda; el derecho de las mujeres a dar a luz sin correr peligro de muerte; y un mundo en que la sostenibilidad del medio ambiente sea una prioridad, y en el que tanto las mujeres como hombres vivan en igualdad.

Las metas seránn alcanzables cuando las estrategias políticas y programas de perfeccionamiento sean de interés nacional y tengan el apoyo internacional de agencias e instituciones para el desarrollo. Resulta claro que las mejoras en las vidas de los más pobres han sido inaceptablemente lentas, y que algunas de las ganancias que tanto ha costado obtener, están siendo erosionadas por las crisis medioambiental, económica y de alimentos.

No obstante existen los recursos y conocimientos necesarios para asegurar que hasta los países más necesitados, o incluso aquellos que se enfrentan a grandes obstáculos como enfermedades, aislamiento geográfico o conflictos civiles puedan tener a su alcance los ODM.

El logro de estos propósitos requiere la participación de todos. No alcanzarlos podría multiplicar el riesgo mundial de inestabilidad, enfermedades epidémicas o degradación del medio ambiente. Conseguir estos ideales nos colocarán en dirección a un mundo más estable, más justo y más seguro.

Muchas sociedades están progresando, incluidas algunas de las más desamparadas, demostrando así que la claridad de objetivos colectivos para luchar contra la pobreza, efectivamente da resultados. Por cada vida salvada gracias al establecimiento de un marco cuantitativo con plazos determinados, se puede decir que los ODM han valido la pena.

Sin embargo, las promesas incumplidas, los recursos inadecuados, la irresponsabilidad y la insuficiente dedicación a la consecución de un desarrollo sostenible han constituido déficits en muchas áreas, muchos de ellos incrementados por la crisis económica financiera mundial.

Desgraciadamente, los individuos más pobres, los que no tienen educación o los que viven en zonas remotas, todavía no han recibido las condiciones necesarias para poder mejorar sus vidas.

Esfuerzos colectivos

 Los esfuerzos colectivos emprendidos para alcanzar los ODM han producido mejoras en muchos sectores. Las tendencias esperanzadoras que se registraron antes de 2008 habían puesto a muchas regiones en camino de alcanzar por lo menos algunos de aquellos. El crecimiento económico de las regiones en vías de desarrollo sigue siendo importante por lo que, a juzgar por los numerosos avances registrados incluso en los países con más dificultades, conseguir las metas todavía es factible.

Erradicar la pobreza extrema y el hambre

Uno de los propósitos del ODM es erradicar la pobreza extrema y el hambre. Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día.

El robusto crecimiento de la primera mitad de la década redujo la cantidad de gente de las regiones en vías de desarrollo que vive con menos de 1.25 dólar de Estados Unidos al día, de 1800 millones en 1990 a 1400 millones en 2005, así que la tasa de pobreza cayó del 46% al 27%.

La crisis económica global que comenzó en las economías desarrolladas de Norteamérica y Europa en 2008, causó una abrupta disminución de las exportaciones y de los precios de los productos básicos, reduciendo el comercio y las inversiones, y ralentizando el crecimiento de los países en vías de desarrollo. No obstante, los avances registrados en las naciones subdesarrolladas deberían se suficientes como para mantener el progreso hacia la meta de la reducción de la miseria.

Se espera que la tasa de pobreza global caiga al 15% en 2015. Esto corresponde a unos 920 millones de personas viviendo por debajo de la línea de pobreza internacional, o sea, la mitad de la cantidad que había en 1990.

Las últimas estimaciones del Banco Mundial sugieren que en 2009, la crisis había dejado a 50 millones de personas más en pobreza extrema y a unos 64 millones para finales de 2010, principalmente en África subsahariana, en Asia Oriental y en el sudeste asiático. Además, los efectos de la inestabilidad probablemente continúen: las tasas de pobreza serán levemente mayores en 2015 e incluso después, hasta 2020, de lo que habrían sido si la economía mundial hubiera crecido sostenidamente al ritmo previo a dicho problema.

Usando como referencia 1.25 dólar de Estados Unidos al día, se espera que las tasas de indigencia caigan de 51% en 1990 a 24% en 2015 y que la cantidad de personas viviendo en pobreza extrema disminuya en 188 millones. Hay esperanza que todas las regiones en vías de desarrollo, salvo África subsahariana y partes de Europa Oriental y Asia Central y Occidental alcancen la primera meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La falta de encuestas confiables realizadas a intervalos regulares, así como las demoras de difusión del resultado, siguen obstaculizando la monitorización de la pobreza. El problema es particularmente agudo en la África subsahariana, donde más de la mitad de los países carece de suficientes datos para hacer comparaciones. Lo mismo ocurre en los pequeños estados insulares del Pacifico y del Caribe. Las pesquisas proveen información importante, no solo en el cambio del promedio de los ingresos o del consumo, sino también de la distribución.

La brecha en pobreza, mide el déficit en ingresos de la gente que vive por debajo del perfil de penuria. Si bien la línea internacional, esta fijada en un nivel típico de países muy necesitados, mucha gente vive incluso con menos de esa cantidad. El crecimiento económico y las mejoras en el consumo o la distribución de los ingresos reducen la carestía. Desde 1990 la depresión ha disminuido en todas las regiones menos en Asia Occidental. En 2005 el promedio de los ingresos de la gente que vivía por debajo de la marca de escasez era de 0.88 dólares de Estados Unidos.

La explosión de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos en 2007 y la subsiguiente parálisis del sistema financiero mundial produjeron un desequilibrio económico y del mercado laboral que azotó al mundo durante todo el 2009. El efecto domino de la crisis afecto gravemente a los capitales, redujo la capacidad empresarial y empujo a millones de personas al desempleo. Muchos trabajadores recurrieron a formas de actividades vulnerables y la cantidad de asalariados pobres se multiplico.

El problema se profundizo, pero las medidas de estimulo económico de los gobiernos comenzaron a frenar la caída de la actividad mercantil y a menguar el impacto de la perdida de empleos a nivel mundial. Los esfuerzos coordinados de los países que respondieron a la crisis han sido cruciales para evitar dificultades sociales y monetarias incluso peores. Sin embargo, las condiciones de quehaceres han seguido deteriorándose en muchas naciones y es probable que afecten negativamente a gran parte del progreso logrado durante la década pasada en la meta de obtener ocupaciones decentes.

El detrimento económico provoco un fuerte detrimento en la relación empleo/población. Además la productividad laboral se debilitó en 2009. En la mayoría de las regiones el descenso del producto interior bruto fue incluso mayor que la caída del empleo, lo cual provoco una disminución del rendimiento por trabajador. Las estimaciones preliminares indican que hubo un crecimiento negativo de la producción por obreros en todas las regiones, salvo en el Norte de África, Asia Oriental y el sur de Asia. El mayor desplome por empleados se produjo en los países CEI) de Europa, las naciones en transición del Sudeste de Europa y en América Latina y El Caribe. Una disminución laboral contribuye a empeorar las condiciones de trabajo, lo cual agrava las dificultades de los asalariados en regiones donde la industria ya era baja antes de la crisis económica como en África subsahariana.

La Declaración del Milenio es la promesa mas importante que jamás se ha hecho a las personas mas vulnerables del mundo. Han generado un nivel sin precedentes de compromiso y colaboración para mejorar las vidas de miles de millones de personas y para crear un ambiente que contribuya a la paz y la seguridad mundial.

Gisela Ortega es periodista.

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