Gladys Marín: – PRESENTE EN EL CANTAR POPULAR

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoUna copa de vino, saludos, algún abrazo, esas lágrimas que algunos intentarán con suerte varia de reprimir –o de no mostrar, o las mostrarán– serán el marco legítimo del lanzamiento (bautizo diría un venezolano) del disco-homenaje a Gladys Marín. Sin duda abrazos y lágrimas serán por ella, porque no estará –¡y cómo lo querría de estar viva!– para ser una más en este primer paso de la segunda etapa de DICAP.

Es que DICAP –la Discoteca del cantar popular– tiene sus orígenes, hace unos 40 años, en la Juventud Comunista, de la que ella fue por largo tiempo secretaria general. En estos días que aplauden el ingreso altivo de mujeres a cargos de representación y responsabilidad no conviene olvidar que ella, Gladys Marín, lo venía haciendo desde que asumiera la dirección de los estudiantes del partido donde militó toda su vida.

La apuesta 2006

«No hay espacio en los grande sellos –señala Jorge Giorgio Varas, a cargo de la coordinación artística de DICAP, cuando habla de intenciones y proyectos. «Ellos no se pueden permitir apostar demasiado en proyectos de alto riesgo –están atados a la necesidad de utilidades, al mandato de sus accionistas y directorio–. Los independientes, en cambio, pueden y deben hacerlo porque esa es su tarea».

Como declaración de principios excelente. El resto lo dirá el tiempo.
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No asusta a los directivos de DICAP salir al ruedo con un CD cuya intecionalidad y compromiso político resulta evidente. Piensan acaso que, más allá de la nostalgia, el país ha madurado para exigir de sonidos y partituras algo más que el adocenamiento en boga. Parten con una carga pesada: DICAP fue más que una editorial musical, fue un movimiento y la interpretación de un movimiento social.

No fue por mera crueldad que sus instalaciones las destruyó la dictadura; y aventó a los compositores, poetas y cantantes, mató a Víctor Jara, liquidó la educación pública y amordazó a la sociedad durante 17 años. Fue una política de Estado, una necesidad ideológica –que los gobiernos surgidos a partir de 1991 aceptaron, probablemente por temor más que por estar de acuerdo.

Señalan en DICAP a propósito del disco homenaje: son 18 artistas y no siempre fue fácil coordinar el trabajo, especialmente con aquellos que se sumaron desde el exterior, como Ismael Serrano, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez. Las dificultades no corrieron por cuenta de ellos, sino porque se involucraban muchas instancias; los sellos grabadores, los representantes, abogados, el asunto de los derechos, sus agendas y demás. Pero se logró: hubo buena voluntad y se logró.

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En estos días los ocho mil ejemplares –un artículo que es mucho más que un producto comercial– comienzan a distribuirse. A las figuras mencionadas se suman, por ejemplo, Saiko, la sonora de Tommy Rey, Janet Pouloin, Inti Illimani. Algunos registros se escribieron especialmente para esta oportunidad.

El disco combina el peso de la trayectoria con la participación de Quilapayún, los Inti o Sol y Lluvia, pero el momebnto presente lo aportan artuistas de nuevo cuño, como Lucybell, Vascsoncellos, Cholomandinga o Alüzinati, artistas que darán vuelo a la nueva DICAP.

El lugar

El disco será presentado en sociedad el mediodía del miércoles cuatro de octubre de 2006 en la sede del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz, en la avenida Ricardo Cummings de Santiago. No pudo elegirse un lugar mejor.

El viejo profesor letón avecindado en Chile fue uno de los impulsores de la moderna antropología en el país y hasta el final de su vida fue un apasionado y entusiasta observador y participante en distintas esferas del que hacer social.

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Addenda

fotoAlejandro Lipschutz (1883, Letonia – 1980, Chile), se establece en Chile en 1926. Funda el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, la Sociedad de Biología de Concepción, el Boletín de la Sociedad de Biología; el Instituto de Medicina Experimental del Servicio Nacional de Salud… Su inquietud transita por disciplinas como la medicina, la biología y la antropología.

Fue miembro honorario del Colegio Médico de Costa Rica; de la Sociedad Endocronológica de Roma; sus trabajos se reconocieron en Rumania, Brasil, México; Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Francia.

Entre sus obras merecen citarse en este repaso: Autonomía del corazón (1930); La Función de la universidad (1935); La comunidad indígena en América y en Chile (1956); El problema cacial, en la conquista de América y en Chile (1956); Perfil de Indoamérica de nuestro tiempo (1968).

Se le otorgó por gracia en 1930 la nacionalidad chilena y en 1969 el primer Premio Nacional de Ciencias por su labor de investigación en el área de la endocronología y la medicina experimental.

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