Greg Palast / EEUU: el Tribunal Supremo acaba de entregar a cualquiera el control de nuestra democracia

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En Ciudadanos Unidos contra Comisión Electoral Federal, el Tribunal Supremo falló a favor de que las corporaciones sean tratadas igual que las “personas naturales”, es decir, los humanos. Bueno, en ese caso, no les extrañe que el próximo fallo del Tribunal Supremo sea que Wal-Mart puede postularse para presidente. La decisión, que echa por la borda leyes federales que ahora prohíben a las corporaciones rellenar los fondos de campaña, no provocará, como temen los progresistas, una avalancha de dinero corporativo en la política.

Lamentablemente eso ya ha sucedido; hemos sido aplastados bajo decenas de millones de dólares entregados por medio de los PACs (Comités de Acción Política) corporativos y montones de dinero proveniente de magnates corporativos agrupado como contribuciones individuales. La decisión del Tribunal es mucho más peligrosa para la democracia norteamericana. Piensen en los “candidatos manchurianos”.

Me tienen desvelado los millones de dólares –o miles de millones— que pudieran invadir nuestras elecciones provenientes de ARAMCO, la unidad norteamericana de la corporación petrolera saudí; o del fabricante de moda “New Order”, el Ejército de Liberación del Pueblo Chino. O de la Corporación de Destrucciones Bin Laden.

En estos momentos, las corporaciones pueden donar montones de plata por medio de los PACs.  Aunque este dinero apesta (Barack Obama no aceptó ni un centavo), cualquiera puede revisar las listas federales de revelación de un PAC y ver el nombre de cada individuo que dona dinero.  Y cada contribuyente debe ser ciudadano de EE.UU.

Pero con la nueva decisión del Tribunal Supremo de que las corporaciones pueden apoyar sin límites a candidatos, no hay nada que impida que, digamos, una compañía de la junta militar birmana que esté inscrita en Delaware seleccione a uno o dos congresistas con un montón de plata enmascarado tras un alias corporativo.

El candidato Barack Obama era un gran orador, pero no hubieran podido escucharlo, y ciertamente no hubiera ganado, sin la sorprendente marea de donaciones de dos millones de norteamericanos.  Fue un levantamiento sin precedentes que abrumó las viejas fuentes del financiamiento de donantes ricos.

Bueno, digan adiós a esa revolución de pequeños donantes. Bajo las nuevas reglas del Tribunal, las listas progresistas no tendrán la menor oportunidad contra los recursos de nuevos “ciudadanos” como CNOOC, la Corporación Nacional Petrolera Mar Afuera de China. Quizás UBS (United Bank of Switzerland), que enfrenta un proceso criminal en EE.UU. y una multa de mil millones por fraude, pudiera verse tentada a invertir en unas cuantas curules senatoriales. Al igual que la Corporación XYZ, cuyos propietarios están enmascarados por “nombres callejeros”.[1]

Ted Olson, el ex Fiscal General de George Bush, argumentó el caso en el tribunal en representación de Citizens United, una fachada corporativa que financió un ataque contra Hillary Clinton durante la primaria de 2008. La esposa de Olson murió el 11 de septiembre de 2001 en el avión secuestrado que se estrelló contra el Pentágono. Quizás haya sido un poco insensible de mi parte, pero llamé a la oficina de Olson y pregunté cuánto se le permitiría donar a "Al Qaeda, Inc." para apoyar la elección de su congresista local.

Olson no ha respondido.

El peligro de que la plata extranjera engrose las campañas norteamericanas, no mencionado mucho en las conversaciones acerca del caso de Citizens, fue la primera preocupación mencionada por la Jueza Ruth Bader Ginsburg, la cual preguntó acerca de abrirle la puerta a las “mega corporaciones” propiedad de gobiernos extranjeros. Olson le doró la píldora a Ginsburg diciéndole que el Congreso pudiera prohibir a las corporaciones extranjeras realizar donaciones, aunque Olson dejó en claro que él pensaba que tal restricción era una mala idea.

Tara Malloy, abogada del Centro Legal de Campañas de Washington, D.C. dice que las corporaciones van a tener ahora más derechos que las personas. Solo los ciudadanos norteamericanos pueden donar o influir en campañas, pero un gobierno extranjero, oculto tras una tesorería corporativa, puede ahogar con dinero las urnas electorales.

Malloy también señaló que bajo la ley actual, las personas naturales, a diferencia de las personas jurídicas, solo pueden donar $2.300 dólares a una campaña presidencial. Pero los billonarios de capital de riesgo, por ejemplo, que generalmente operan por medio de decenas de corporaciones, pueden dar ahora sumas ilimitadas por medio de cada una de esas criaturas “no naturales”.

Y una vez que el Talibán se registre en Delaware, pudiera competir por la mejor democracia que el dinero puede comprar.

En julio el gobierno chino, en preparación para la visita del presidente Obama, realizó discusiones diplomáticas en las que evitaron los temas de derechos humanos y el Tíbet. Es de notar que los chinos, que poseen una hipoteca de $2 billones de nuestra Tesorería, se mostraron preocupados acerca del costo del proyecto de ley de reforma de los servicios de salud promovido por Obama. ¿Tendrían interés nuestros nerviosos caseros en comprarle la Casa Blanca a un oponente a los gastos de gobierno como la gobernadora Palin?  ¡Seguro que sí!

El potencial para infiltración extranjera de lo que queda de nuestra democracia complementa el hecho de que la fuente y control del dinero de las tesorerías corporativas (a diferencia de los PACS inscritos) necesariamente están ocultos. ¿Quiénes serán los verdaderos accionistas? O como preguntó Butch: “Sundance, ¿quiénes son estos tipos?”

Nunca lo sabremos

El financiamiento con dinero oculto, extranjero o nacional, es el nuevo veneno que el Tribunal ha inyectado en el sistema con una expansiva decisión en Citizens United.

Ya lo conocemos. Las elecciones de 1994 llevaron a Newt Gingrich al poder en una toma del Congreso por parte del Partido Republicano, toma financiada por una fuente muy extraña.

Investigadores del Congreso descubrieron que en elecciones cruciales, los demócratas habían sido víctimas de una avalancha de anuncios de último minuto financiados por un grupo llamado “Coalición para el Futuro de Nuestros Hijos”.  Los $25 millones pagados por esos anuncios provinieron no de padres preocupados, sino de una corporación llamada Triad, Inc.

Existe evidencia que sugiere que Triad, Inc. rra la fachada de los hermanos Koch, billonarios ultra derechistas y de su compañía petrolera privada Industrias Koch. Si el vínculo corporativo hubiera sido probado, los Koch y su corporación hubieran sido procesados bajo la ley electoral federal. A partir de ahora, tal politiquería envenenada por el dinero se convierte en legítima.

Así que no es solo a los anti norteamericanos a quienes debemos temer, sino a los Contaminadores-Norteamericanos, los Farma-Norteamericanos, los Banco-Norteamericanos y los Capitales de Riesgo-Norteamericanos que pudieran manipular campañas mientras se ocultan tras bastidores corporativos. Y si así sucede, nuestras elecciones futuras, aunque nominalmente una contienda entre republicanos y demócratas, puede que resulte una batalla tripartita entre China, Arabia Saudí y Goldman Sachs..

[1] En la jerga bursátil, títulos de valores depositados a nombre del operador y no del cliente.

* Greg Palast es el autor de La mejor democracia que el dinero puede comprar. Investigó a Triad, Inc. para la revista británica The Guardian.
En Progreso Semanal.

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