In memoriam

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Wilson Tapia Villalobos*

En Chile estos últimos días han sido de recuerdos. Tristes todos, pero con matices. Comenzaron las noches del viernes 7 y sábado 8 de este mes de noviembre con Cien años, mil sueños, la conmemoración de un siglo del natalicio de Salvador Allende. Terminaron al mediodía del domingo 9, con la inauguración del memorial** a Jaime Guzmán.
Y como vivimos en un país que aún no logra restañar sus profundas heridas, el recuerdo se transformó en arma política.

 

La celebración para el ex presidente Allende fue multitudinaria. Una fiesta en que el arte se vistió con jirones de emoción. Entre cantantes nacionales y extranjeros, teatralizaciones y testimonios, las lágrimas corrieron a raudales. Finalmente, se trataba del natalicio de un presidente mártir. Y como asistentes había víctimas de la misma dictadura que lo derrocó. Muchas aún esperan justicia o, siquiera, la aparición de los cuerpos de seres queridos.

De manera casi subrepticia, la presidente Michelle Bachelet llegó al acto del sábado. Los parlantes no anunciaron su presencia. Apenas algún revuelo en las cercanías del palco que ocupó, delató que algo inusual pasaba. Muchos de los asistentes ni se enteraron. Pero al día siguiente, la oposición reaccionó con indignación.

El domingo, al mediodía, la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI) inauguró el "memorial" al ex-senador Jaime Guzmán. El parlamentario fue asesinado por un comando terrorista, en abril de 1991, a poco de recuperar la democracia. La obra que lo recuerda, compuesta por 66 piezas de bronce, está ubicada en uno de los lugares mejor protegidos de la capital chilena: a un costado de la embajada de los Estados Unidos.

Según sus organizadores, al acto fueron invitadas alrededor de quinientas personas. Entre ellas, la presidenta Bachelet, que excusó su asistencia. Una actitud que le valió críticas que se incrementaron luego de que estuviera en el acto por Allende. Juan Antonio Coloma, presidente de la UDI, le enrostró que ella era presidenta de todos los chilenos. Y que no podía dejar de representar a “la mitad del país”.

Sin embargo, a la inauguración asistieron tres secretarios de Estado, aunque por distintas razones. El ministro de Interior, Edmundo Pérez Yoma, democratacristiano. Seguramente se consideró que, como jefe del Gabinete, y en ausencia de la presidenta, debía hacer acto de presencia. Nada hace pensar que tuviera problemas éticos en cumplir con tal encargo. Lo acompañó el ministro Secretario de la Presidencia, el socialista José Antonio Viera Gallo. Hombre pío, a quien la identificación religiosa con Guzmán puede haberlo incentivado.

Y también estuvo el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, socialista. Este tenía una razón personal para estar allí. Cuando se produjo el golpe militar, fue expulsado de la Universidad Católica, donde estudiaba. La intervención de Guzmán hizo que se revocara la medida.

El ex presidente Patricio Aylwin, democratacristiano, también se excusó de asistir. Sus razones fueron por escrito y claras. Sostuvo que asistir “no sería un acto sincero”. Tuvo escasa relación con el ex senador, que era su adversario político y “un ideólogo del gobierno de Pinochet”.

Personeros de la derecha han insistido en que la ausencia de Bachelet no ayuda a la reconciliación de los chilenos. Sebastián Piñera, el presidenciable de la derechista Renovación Nacional, fue especialmente crítico al respecto. El vocero del gobierno, el ministro Francisco Vidal, le respondió de manera concisa: “El empresario no fue detenido, torturado, ni exiliado”.

Se ha abierto otra arena de lidia. Y en el tiempo electoral en que estamos será aprovechada hasta el hartazgo. ¿Pero qué hay detrás de los argumentos de la derecha? ¿Perjudica a la reconciliación la actitud de la presidenta Bachelet?

La jefa de Estado ha hecho esfuerzos para tratar de acercar posiciones. Incluso, siendo ministra de Defensa, su actitud fue siempre abierta. Eso, pese a que su padre, el general de aviación Alberto Bachelet, murió debido a las torturas a que lo sometieron sus compañeros de armas en días posteriores al golpe militar. Y a que ella y su madre fueron detenidas y torturadas.

Pero, claro, Chile aún no supera los traumas del pasado reciente. La derecha, que exige amplitud, nunca ha pedido perdón por el apoyo que dio a la dictadura. Y, aunque resulte poco grato, Aylwin tiene razón al recordarle que Jaime Guzmán fue ideólogo de la dictadura. Y si el ministro Andrade fue beneficiado por su gestión, miles de chilenos que murieron, fueron torturados, desparecieron, perdieron su trabajo, sus estudios, debieron salir del país, no pueden decir lo mismo.

Es fácil hablar de reconciliación cuando se trata de ganar posiciones electorales. Pero es mucho más difícil superar pequeñeces y hacerse cargo del dolor del otro. Estamos lejos de la reconciliación. La condición humana nos mantiene atados a una realidad que aún no se olvida. Y que la propia obra del senador asesinado hace recordar a cada instante. La Constitución Política que aún rige los destinos de Chile fue obra de Jaime Guzmán, en buena medida.

Este es el Chile de hoy. Aunque los in memoriam traten de decirnos otras cosas.

* Periodista.

 
** Es curioso que la derecha chilena –la cuasi civilizada y la natural, silvestre, salvaje o simplemente pura– utilice el término "memorial" para designar al mamotreto construido en loor del ajusticiado Jaime Guzmán.

En castellano, y según el DRAE (y otros diccionarios) memorial, del latín memorialis, tiene los siguientes significados:

– Libro o cuaderno en que se apunta o anota algo para un fin.
– Papel o escrito en que se pide una merced o gracia, alegando los méritos o motivos en que se funda la solicitud.
– Boletín o publicación oficial de algunas colectividades.

Una expresión coloquial usada en España: haber perdido alguien los memoriales, se refiere a haber perdido la memoria de algo y no saber dar razón de ello.

No saber dar razón de ello… … ¿Será esa la clave de la pieza arquitectónica urbana neofascista emplazada –no podría haber sido de otra manera– frente a la embajada de Estados Unidos de América del Norte en Chile?
(N de la R).

 

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