Inti Raymi: la fiesta que sobrevive

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Maria Victoria Romero *  

Esta semana se festeja el año nuevo de los pueblos andinos. Una fiesta ancestral que resistió la evangelización y forma parte de la historia latinoamericana. 

A pesar de los dos mil años de calendario gregoriano, los pueblos originarios festejan un nuevo año sustentado en otro tiempo. Un rito ancestral, parte de la historia e identidad latinoamericana que resistió a la cristianización y el genocidio al pueblo indígena.
 
El 21 de junio se celebra el Inti Raymi, fiesta principal del imperio inca antes de la llegada de los españoles, que provocó un corte en el libre desarrollo de una cultura. Los festejos se realizaban durante el solsticio de invierno, tiempo en donde el Sol se encuentra en el punto más alejado del ecuador.
 
Los incas creían que su dios desaparecía en la inmensidad del universo; para evitarlo le imploraban y le rogaban que se quedara, así el hambre no se apoderaría del Tahuantinsuyo, el más grande y antiguo imperio del continente americano.
 
El Inti Raymi constituye una de las fiestas emblemáticas de los pueblos andinos. Durante la época de los incas, formaba parte de los cuatro festivales celebrados en el Cusco. Duraba nueve días, había bailes y sacrificios.
 
En 1535, se llevó adelante el último Inti Raymi con la presencia del Emperador Inca. El arribo de los europeos peligró la continuidad de la cultura y sociedad de los pueblos originarios. Años más tarde, el virrey Francisco de Toledo prohíbe el Inti Raymi por considerarlo una ceremonia pagana y contraria a la fe católica. No obstante, los indígenas continuaron la celebración en forma clandestina, como modo de resistencia y lucha por no desaparecer.
 
En 1944, se reconstruye la celebración basada en los relatos de Garcilaso de la Vega. Desde ese momento, la ceremonia pasa a ser un evento público que merma la cultura indígena y se traslada a la sociedad como gran atractivo turístico.
 
Los escritos de Gracilazo de la Vega cuentan que la fiesta del Sol era uno de los principales acontecimientos a la que concurrían “los curacas y señores de vasallos de todo el imperio con sus mayores galas e invenciones”. La preparación era estricta. Durante los días previos “no comían sino un poco de maíz blanco, crudo, y unas pocas de yerbas que llaman chúcam y agua simple. En todo este tiempo no encendían fuego en toda la ciudad y se abstenían de dormir con sus mujeres”.
 
“Ese día, el soberano y sus parientes esperaban descalzos la salida del Sol en la plaza -expresan las crónicas-. Puestos en cuclillas con los brazos abiertos dando besos al aire, recibían al astro rey. Entonces el inca, con dos vasos de oro, brindaba la chicha: del vaso de la izquierda bebían sus parientes; el de la derecha era derramado y vertido en un tinajón de oro”
 
Cinco siglos después, el Inti Raymi se mantiene intacto en las culturas indígenas y demuestra ser parte de la riqueza cultural e histórica latinoamericana y que las culturas originarias continúan impresas en el imaginario colectivo. Devenido en espectáculo turístico, tiene festejos en diversos puntos de la región.
 
En Catamarca, Argentina la fiesta es con baile y teatro. En Cañar, Ecuador se abre paso al décimo noveno festival Inti Raymi. Antonio Caizán, presidente de la Unión de Pueblos y Comunas Campesinas Cañaris (Upccc), explica que es una fiesta espiritual en la que interviene un personaje volador que realiza un rito simbólico para acercarse al Sol ofreciéndole un kero (pequeña vasija) de chicha para reconfortarlo.
 
En Cusco será la primera vez que la ceremonia se presente en inglés, francés y español. Al respecto, Ismael Zuta, presidente de la Empresa Municipal de Festejos de Cusco (Emufec), indicó que la iniciativa partió del público y además es considerada necesaria: “son muchos los turistas extranjeros que vienen para este certamen y no todos entienden el español”.
 
En sintonía, la Ministra de Comercio Exterior y Turismo, Mercedes Araoz destacó que el Inti Raymi “es una fiesta tan importante que hace posible que vengan más visitantes a nuestro país, quienes además de recorrer los maravillosos lugares del Cusco, pueden conectarse a ciudades como Arequipa, Nasca y seguir el circuito turístico del sur. El año pasado tuvimos visitantes internacionales muy famosos que asistieron a esta fiesta cusqueña”.
 
La permanencia de ritos, costumbres y el pensamiento mágico dan cuenta de la firme resistencia de los pueblos originarios y del pensamiento popular para no ser borrados de la historia. Una lucha silenciosa que se expresa en la permanencia de relatos que forman parte de la identidad latinoamericana, un relato propio y autónomo que cuenta el drama, vida y experiencias de los excluidos de la tierra. La otra historia que sobrevivió a los intentos de siglos de ocultarla y extirparla de la memoria colectiva. 
 
* Publicado en Agencia Periodística del Mercosur (APM)
 
 

 

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