Italia: la Iglesia contra la fecundación asistida

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

(Roma). Este fin de semana los electores tendrán que responder Sí o NO a cuatro interrogantes que se refieren a determinados puntos de la ley sobre fecundación asistida, en su momento aprobada con el beneplácito del Vaticano, que por lo tanto apuesta para que todo sigo igual.

La norma no permite el uso de embriones congelados y tampoco un análisis previo a la implantación en el útero de la madre, obligando a que la implantación se realice no más allá de siete días desde unión del óvulo y los espermios, con lo que se eleva notablemente los riesgos de aborto espontáneo o de malformaciones en el feto.

Tampoco acepta el uso de células madre para para la investigación médica de embriones ya congelados y destinados a la destrucción. Éstas podrían ser utilizadas para el desarrollo de nuevas terapias contra una serie de enfermedades, entre ellas algunos tipos de cáncer, diabetes y degenerativas del sistema nervioso.

La ley tampoco permite la fecundación llamada heteróloga, es decir: el uso de óvulos o espermatozoides de donantes ajenos a la pareja.

El arma de la jerarquía religiosa es una campaña incisiva por la abstención, ya que en Italia la ley establece para la validez del plebiscito que deben acudir a las urnas por lo menos la mitad más uno de los ciudadanos con derecho al voto.

Benedicto XVI salió a la cancha en apoyo a la abstención: a los obispos italianos reunidos en asamblea hace pocos días les recordó su compromiso “para iluminar la elección de los católicos y de todos los ciudadanos en el inminente referendo sobre la fecundación asistida”, subrayando con fuerza la necesidad intransable de defender la vida y de la familia.

CONTRADICCIONES EN EL MUNDO CATÓLICO

Si bien es bastante lógico que el papa defienda la vida, lo es menos que realice un acto tan manifiesto de ingerencia en los asuntos internos de un país. E incluso numerosas personalidades católicas han manifestado públicamente su rechazo al llamado a la abstención.

“Los referendos que se desarrollarán el 12 de junio tienen el mérito de haber puesto en el tapete graves problemas que derivan de la ley …y (al mismo tiempo) abrir un debate público muy útil no solamente de cara a las opciones referendarias, sino a un nivel más en general sobre los problemas jurídicos, científicos, éticos y religiosos que implican estos temas”, expresa un grupo de docentes universitarios católicos a través de la agencia italiana católica de información Adista.

“Por esta razón somos contrarios a la indicación de no votar. Esta indicación también es poco límpida, porque tiende a utilizar y a fomentar el desinterés por las cuestiones de fundamental importancia que están en juego”, concluyen.

Mucho más que en otras circunstancias, este referendo provocó graves laceraciones en los partidos políticos, donde se advierten posiciones transversales irreconciliables. Aunque la ley en cuestión se aprobó en esta legislatura con el voto mayoritario del bloque de derecha que gobierna el país, la ministro para la Igualdad de oportunidades, Stefania Prestigiacomo, es una de las más entusiastas animadoras del Sí, es decir de reformar la ley.

Y también el católico Gianfrananco Fini –canciller y líder de la posfascista Alianza Nacional– ha declarado que no solamente votará, sino que votará tres Sí, lo que desatado una ola de malhumor al interior de su partido.

También en la oposición se advierte diversidad de posturas: mientras la izquierda –por una vez– se muestra compacta de cara al voto (no necesariamente por votar Sí, pero de todas maneras ir a votar), Francesco Rutelli, líder de La Margarita –centro derecha ex democratacristiana, aunque él personalmente fue radical– declaró que se abstendrá, hecho que suscitó numerosas polémicas. Y Rosy Bindi, ex ministra de Salud del gobierno de centro izquierda, católica ex democratacristiana, votará cuatro No, pero irá a votar.

Aunque el sociólogo Renato Mannheimer sostiene que la intervención del Papa y la arremetida eclesuástica no serán decisivas y que incluso podrían ser hasta contraproducentes, como ocurrió en los años 70 para el divorcio y en los 80 cuando se trató de cambiar la ley del aborto, en tiempos de restauración “neo-con” es lícito pensar que mucha gente agachará la cabeza, sobre todo –pero no sólo– en los pueblos pequeños donde la voz del párroco es ley.

En todo caso es bastante probable que si se logra el quórum y vota más del 50 más uno por ciento de los electores, el triunfo sea para los sectores progresistas.

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* Corresponsal.

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