IX Bienal de La Habana – EL ARTE, LA CIUDAD Y LO DEMÁS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoAlrededor de 250 artistas americanos, asiáticos y europeos se tomaron a partir del 27 de marzo plazas, calles y callejas, escuelas y muros diversos de La Habana.

La licenciada en lengua y literatura hispanoaméricana María de la Soledad, escribe con algo de sorpresa en la revista estadounidense Progreso Semanal que la capital de Cuba se convertirá en una «gigantesca galería de Arte», y que no se «limitan a los espacios construídos originalmente para la muestra de obras pictóricas o escultóricas, no. Están en galerías y también en parques, plazas, calles, escuelas y hospitales. Hasta en las terminales de autobuses y de trenes. Por ejemplo la muestra Dinámica de un viaje, que está en ambas terminales.

Acuciosa no deja de anotar: la muestra de Kcho, Vive y deja vivir «consta de unos 13 mil ladrillos, cocidos por el propio artista, y con el símbolo recurrente de Kcho: los botes» (las lanchas de los que alguna vez masivamente abandonaron la isla).
«En el edificio de Arte Universal del Museo de Bellas Artes piezas no catalogables como esculturas, son hermosas obras en plata y mármol de Pepe Rafart, un artista que no duda en llamarse orfebre. La seducción y el oficio, se llama su exposición».

Informa además De la Soledad: «Participan en la Bienal artistas plásticos cubanos de la mayor relevancia como Fabelo, Montoto, Bejerano, Frémez, Zaida del Río, Flora Fong, Nelson Domínguez, Ever Fonseca, entre otros importantes artistas.

«De otros países, se aprecian obras de los españoles Antoni Miranda y Carlos Saura –sí, efectivamente, el cineasta–, de los franceses Anne y Patric Poiriers, del iraní Shirin Neshat, de la británica Lucy Orta, del dominicano Limbert Vilorio, el notable arquitecto francés Jean Nouvel y el famoso fotógrafo norteamericano Spencer Tunick, muy conocido por sus fotos a multitudes desnudas».

La ciudad, las personas

«Las ciudades son portadoras de los mensajes hegemónicos, del exceso de propaganda, de imágenes banales y del espectáculo –se afirma en un documento del Comité Organizador–. Grandes comerciales, pantallas y lumínicos saturan las calles y avenidas con el único objetivo de vender bajo una severa y seductora compulsión todo lo que produce un sistema que se sostiene del consumo indiscriminado, mientras se homogeneiza la semblanza de los contextos, cuya distinción se pone en peligro por la pérdida de sus peculiaridades identitarias».

«En este complejo universo de códigos y conductas heterodoxas se pueden distinguir aquellos que provienen de una cultura popular, identificada muchas veces como elemento de identidad, pese a su controversial devenir. La cultura popular, antes restringida a ciertos sectores poblacionales, adquiere en estos tiempos una notable significación, por su protagonismo y nadie escapa a sus efectos a nivel simbólico, ni aún en el comportamiento, en especial en los núcleos urbanos, por muy pequeños que estos sean».

Dinámicas de la cultura urbana es el asunto convocante. «La Bienal de la Habana pretende llamar la atención sobre la cultura visual contemporánea, la cual le debe mucho a la preeminencia de los componentes populares en el escenario urbano, la arquitectura si se quiere con sus valores y reapropiaciones y el prontuario de elementos gráficos que hacen de esta relación una urdimbre compleja, coherente en ciertos casos, efectivamente caótica en otros, pero sin dudas imprescindible en el paisaje de la vida cotidiana».

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El espíritu de la Bienal, así, es privilegiar la comprensión y acción de dinámicas colectivas más que los protagonismos individuales, y ello explica convertir a toda la ciudad en un taller-salon de arte.

Claro, podrá decirse, todo bajo el control de los «comisarios» respectivos.

La otra Bienal

Ellos piensan que trabajan el arte del futuro. Son los no conformes, de inconformes, los diferentes, los eternos otros, los que no entran –porque no les interesa o porque no los dejan– en el sistema. Enseñan su trabajo a críticos eurpeos y de otros poaíses de América. Están seguros que la Bienal es un camino agotado.

Una de las animadoras de la disidencia es Tania Bruguera. Hace diez años sacudía por igual a académicos, marxistas, liberales y conformistas con sus performances; hoy, a los 38 y con la posibilidad de radicarse para siempre en el extranjero, piensa que el arte cubano precisa un sacudón para recuperarse la muerte a que lo somete el sistema.

Abel Prieto, ministro de Cultura, camina por la cornisa de la antípodas: hay un «boom» en las artes plásticas cubanas… «La vanguardia está en una posición creadora apasionante, activa y valiente». Aunque Cuba estuvo alineada con la Unión Soviética, jamás importó el «realismo socialista», siempre estuvieron ojo alerta a las vanguardias. E integrándolas.

Hacia 1962 el lujoso y oligárquico Country Club dejó de despachar los drinks de la tarde y sus salones son convirtieron en la Escuela Nacional de Arte. Hay consenso en atribuir al interés de Fidel Castro también la creación, una década después, del Instituto Superior de Arte cuna de la mayor parte de los artistas cubanos contemporáneos, incluida Tania Bruguera.

Lo cierto es que las autoridades procuran marginar a aquellos artistas que les resultan molestos, pero no se escuicha que haya razzias o persecuciones en su contra. El ministro de Cultura niega toda intención de censura. Dice: «El arte interroga permanentemente a la sociedad cubana. En el arte hay un componente inquietante de crítica y reflexión desde el compromiso (…) Nuestra política cultural siempre ha fomentado esa herejía».

Cuando en una reunión de artistas rebeldes alguno se ufana de haber pintado una vieja casona con una mezcla que contenía la mierda de sus habitantes inevitablemente se cioncluye que las relaciones entre autoridad y arte –cualquier autoridad y todas las artes– son algo más que complejas.

Hitos desde el San Carlos

fotoLa Novena Bienal –informa el portal de las mujeres cubanas– incluye numerosos proyectos, algunos itinerantes, exposiciones, perfomances, debates, presentación de libros, instalaciones, vídeos, conciertos, danzas, conferencias, revistas especializadas. Todo lo cual permite al público apreciar desde un recorrido por las culturas culinarias hasta una fábula futurista.

Si bien muchas actividades se realizan en el viejo fuerte de San Carlos, el nervio oficial de la IX Bienal está el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, donde se exhiben la exposición personal de Carlos Saura –sobre los 70 el cineasta y fotógrafo ha devenido en un inquietante artista plástico– y la del fotógrafo estadounidense Spencer Tunick, cuyos desnudos colectivos –debe decirse– no molestan a nadie y –como se le escuchara a una joven paramédica– «prococa fotografiarse, chica».

En la Fototeca de Cuba se encuentra el trabajo de Shirin Neshat, Zarin y el tema de género. En el Instituto Superior de Arte se realizó un homenaje al arquitecto francés Jean Nouvel, cuyos proyectos arquitectónicos son referencia ineludible en el arte contemporáneo y singularizan espacios en todo el mundo.

Muy visitada en Casa de las Américas es la muestra de Matta, que además fue materia de un interesante coloquio con la presencia de su esposa Germana Ferrari.

En el Circuito La Rampa, está el Museo Peatonal de María Alós y Nicolás Dumit; Espacio Móvil, de Maggy Navarro y Ángela Bonadies; Territorios Mentales, de Margarita Pineda, Bicicletas americanas, de Álvaro Ricardo y Taxitiburón, de Reyneiro Tamayo. El Pabellón Cuba presenta el Proyecto Colectivo Taller Vestuario Alternativo. Y Lucy Orta, de Francia, con su cadena humana que se conecta con diferentes países suscitó gran interés del público.

Otras exhibiciones son las de Anne y Patrick Poirier, la de Antoni Miralda, el Sansarí sobre las parrandas, Proyecto colectivo Jaimanitas, Bailar, de Kjetill Berge, Agua Wasser, y el recorrido por la Terminal La Coubre.

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Fuentes:

– http://www.protyectoparabola.com

– http://www.cubarte.cult.cu

– http://www.bienaldelahabana.cult.cu

– http://www.mujeres.cubaweb.cu

– Agencias de noticias.

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