La cacerola política en Venezuela. – PARTIDO ÚNICO. RAZONES Y TEMORES

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

A Chávez, desde la melancolía con cuchillo bajo el poncho.
RÉQUIEM POR EL VIEJO PARTIDO COMUNISTA VENEZOLANO

Uno le tiene cariño al Partido Comunista Venezolano. Ha sido fundamental en las luchas por las libertades y la democracia en este país y en la formación intelectual de los venezolanos. La buena voluntad aumenta si uno lo asocia a la figura venerable de Gustavo Machado o a la personalidad encantadora de Héctor Mujica.

Eduardo Mayobre*

Mi caso particular, se enraíza en el hecho de que mi padre, José Antonio Mayobre, fue uno de los fundadores del partido, allá por el año 1931, y le dedicó su juventud y su primera madurez, padeciendo cárceles y exilios y trabajando en Rusia. Se separó del PCV en 1941 y en muchas oportunidades fue atacado duramente por algunos de sus militantes, pero se negó a ser un renegado. Poco antes de morir me dijo: «Cuando abandoné el Partido Comunista me hice la promesa de nunca hablar mal de él en público, Creo que la he cumplido»- Rendía así tributo a lo que fue el PCV, cuna de los luchadores contra las dictaduras y vivero del pensamiento progresista en Venezuela.

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Lo anterior y la dignidad moral que mayoritariamente mostró su dirigencia, no anula el hecho de que el PCV casi siempre haya estado políticamente equivocado. Un dato curioso –consta en el famoso Libro Rojo, en el cual el gobierno de López Contreras presentaba las actividades de los comunistas– es que sufrió su primera división en su segunda reunión, en 1931. Más tarde tuvo una algunas divisiones importantes que culminaron con la del MAS en los años setentas, pero después empezó a dividirse de manera indecorosa, de forma tal que uno pierde la cuenta.

Uno de los problemas es que, debido a la asumida superioridad moral del partido, cada división estuvo llena de encono y de descalificaciones mutuas que impedían acercamientos y reencuentros.

El origen de los primeros desaciertos políticos del PCV puede rastrearse en su excesiva dependencia de la Unión Soviética y del Buró del Caribe, como bien le echaba en cara Rómulo Betancourt. La combinación de lucha por la libertad y estalinismo encerraba una contradicción interna, que pudo disimularse con actos de heroìsmo y con la alianza ruso norteamericana en los tiempos de guerra, pero que no pudo resolverse sino con la muerte del «padrecito» Stalin. A partir de entonces (y con la ayuda de la perrita Laika) el partido recobró su autoridad moral, reafirmada por su papel en la lucha contra la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez. Pero ese capital politico fue derrochado.

En la era de los extremismos y voluntarismos inspirados en las proezas de Fidel Castro, el PCV sucumbió a los cantos de sirena de la violencia y se dejó embarcar en una lucha armado en la cual no tenía liderazgo ni nada que ganar. Después de la juventud modernizadora y «pop» del MAS y terminó languideciendo como una burocracia envejecida financiada por otra de igual tipo que mandaba en Moscú.

Le quedaba el recuerdo de las glorias pasadas. Y hasta eso se lo perdió cuando cuando una nueva generación, oportunista y aventurera, se hizo con el nombre y los símbolos del partido y consideró que un teniente coronel «putchista» podía acercarla al poder. La vanguardia de la historia se convirtió así en la cola de un «proceso» poco democrático. Adorna las manifestaciones masivas del íder y ocupa algunos cargos públicos menores, pero le ha expropiado hasta el color. Afortunadamente la inteligencia y el encanto subyugaron al líder, quien repite algunas consignas revolucionarias de abolengo, aunque mantiene la distancia diciendo que el suyo es el socialismo del siglo XX, distinto de los demás.

La recompensa a tanta sumisión fue que en las pasadas elecciones de diciembre el PCV alcanzó por primera vez en su historia más de 300.000 votos, la mayoría de ellos provenientes de partidos del oficialismo que no querían comprometerse demasiado. El precio de ese premio, sin embargo, es que ahora se le exige al partido su desaparición. El desacierto político lo ha llevado a la disyuntiva de suicidarse voluntariamente pra que sus dirigentes mantentan una cuota pequeña de poder o desaparecer de hecho por no haberse plegado totalmente al golpista que los redimiría.

La desaparición del PCV sería un acontecimiento trascendente. No obstante sus errores políticos, ha sido durante tres cuartos de siglo una referencia moral e ideológica de importancia. La existencia legal del partido señala, casi inequívocamente, si en el país hay una democracia o una dictadura. Sus contribuciones al debate público fueron casi siempre inteligentes, aunque a menudo terminaron en la conclusión equivocada. Su defensa de los derechos humanos en América Latina fue infatigable, aunque tuviera ojos ciegos pra ellos en el área de influencia soviética.

En pocas palabras, la existencia del Partido Comunista constituye un símbolo de pluralismo en la sociedad y debería aglutinar a los que creen que a través del socialismo científico de Marx y el incremento de la conciencia de clase de los trabajadores se puede avanzar hacia la justicia social.

Por eso su disolución constituiría un duro golpe para quienes todavía creen que la vida política no es una película de vaqueros. Más duro aún si la causa de la desaparición es cumplir la voluntad de un militar aventurero; sumarse a sus seguidores incondicionales; absorberse en un partido de partidarios del gobierno que no es marxista leninista; o, peor aun, si la causa es seguir siendo parte de una comparse burocrática.
Porque uno le tiene cariño al Partido Comunista Venezolano, le da lástima que vaya a morir de una manera tan indigna.

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* Publicado en el diario El Nacional, de Caracas el nueve de enero de 2007.

fotoEL SÍNDROME DEL PARTIDO ÚNICO

Frente a la voluntad manifestada por el presidente Chávez de constituir un partido único de gobierno conviene recordar que en política nada más peligroso que suponer intenciones; de acuerdo a la más clásica de sus definiciones, política es el arte de gobernar, lo que quiere decir hacer posible el cambio de la realidad social.

Alejandro Tesa

En el acto de toma de posesión de su nuevo mandato Hugo Chávez señaló –ante el congreso venezolano– que llamaba a sus compatriotas a reconocerse en sus diferencias y respetar la voluntad de la mayoría ciudadana; precisando, dijo que por cierto era menester el respeto a la minoría, pero no a costa del irrespeto a la voluntad mayoritaria.

Chávez obtuvo en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 más del 60% de los votos.

Como tarea para su nueva presidencia el dirigente había señalado la recuperación para el Estado de la
empresa de telecomunicaciones, la generación y distribución de electricidad y otras de un área que definió como estratégica; también la no renovación de la concesión para la poderosa Radio Caracas Televisión, medio de comunicación que sistemáticamente apoyó a los sectores menos democráticos de la oposición a su gobierno.

Chávez además marcó el diamante político –el béisbol es el deporte más popular en Venezuela– de los próximos años al decir que había llegado «la hora del fin de los privilegios, del fin de las desigualdades», y que «nada ni nadie» frenará el carro de la revolución de la que es su principal referente. Finalmente llamó a sus compatriotas a estudiar la historia del país para no olvidar los orígenes y las causas que generaron el actual momento histórico. “Vamos a radicalizar el proceso”, prometió.

Junto con las medidas económicas ya en marcha –que persiguen afinar la distribución de la riqueza y dar trabajo productivo a la población– dos medidas estrictamente del campo político apuntan a cambiar el panorama institucional venezolano.

Las intenciones políticas

Una, cuya discusión se abrirá paso con fuerza, se refiere a la creación de un «sistema de ciudades federales en el que concentraríamos todo el esfuerzo político, económico, social, para ir transitando el camino hacia una ciudad comunal, donde no hagan falta juntas parroquiales, ni alcaldías, sino poder comunal».

En buenas cuentas reducir el peso de la burocracia estatal y, con ello, acotar las prácticas de clientelismo y corrupción en los aparatos del Estado, que constituyen, Chávez no lo ignora, lo ha dicho en forma reiterada, una de las principales deudas de su gobierno.

El partido único. La segunda declaración, que saca ronchas en los estamentos políticos tradicionales –y tal vez sea motivo de sarpullido en los heterogéneos movimientos surgidos en los últimos años– es a constituir un partido único de gobierno. “Es una necesidad el partido único y ustedes lo saben”, dijo Chávez y a continuación procuró aquietar las aguas: “Los verdaderos líderes (de los actuales movimientos que desaparecerían) serán ratificados”.

Queda claro que deberán ser ratificados por sus bases, condición sine qua non para que, muchos de ellos, sean posteriormente ratificados en los cargos que eventualmente ocupan en la máquina del Estado. Usando la práctica del látigo y la zanahoria, Chávez apuntó que, desde luego, quienes no quieran integrar el partido único deberán abandonar esos cargos.

Teodoro Petkoff, ex militante de la izquierda marxista, señaló con indudable razón ante este anuncio: «Un partido único de la revolución, si nos atenemos a la experiencia histórica, es el primer paso para desconocer el pluralismo político y la diversidad de la opinión política y cultural del país». Por su parte el analista político Alberto Garrido piensa que Chávez «sinceró lo que está construyendo, el socialismo como forma de vida, y Venezuela se convierte en laboratorio para este concepto, no sólo nacional sino internacionalmente, vista la pasión del mandatario por la geopolítica».

Dijo Garrido también que el presidente «ha mostrado como enemigos de su proceso revolucionario a la ineficiencia, el burocratismo y la corrupción. Al disolver el MVR apunta a los tres blancos y golpea la doble estructura de los burócratas del partido, tanto en la esfera política como en la gerencia del Estado (…) El lanzamiento del partido único no vendrá solo. Unos grupos aceptarán su extinción, pero es posible que se dividan otras organizaciones que hoy apoyan a Chávez y hagan nacer la oposición dentro del proceso, distinta de la otra, electoral y abstencionista», en referencia a la que pretendió deslegitimar sus mandatos sucesivos.

En suma: la concreción de un partido único de gobierno es un riesgo de limitación de las prácticas democráticas de representatividad ciudadana, pero –en concreto en el caso venezolano– también una oportunidad de aprendizaje de la ciudadanía para enriquecer la expresión y participación popular, en especial en las esferas directamente relacionadas con la vida social y cultural cotidiana. No sorprende que hayan sido sectores indígenas los primeros en aplaudir la constitución, en el futuro inmediato, del Partido Socialista Unificado de Venezuela.

Queda pendiente la respuesta política y orgánica de la dispersa oposición democrática a la República Bolivariana camino al socialismo. Al fin de cuentas contar con el 40% del electorado le proporciona una base social sólida para diseñar y construir una idea y programa de país que proponer a la ciudadanía. Lo otro es seguir el camino antidemocrático y golpista que viene transitando desde el primer triunfo de Chávez.

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Similitud y coincidencia. Desde la elección, en 1970, de Salvador Allende en Chile, ningún otro gobernante, con excepción de Hugo Chávez se ha declarado socialista. Hay una similitud que puede parecer anecdótica, pero quizá convenga tener presente los medios e influencia puestos en juego por la ITT –entonces propietaria de la empresa telefónica chilena– para derrocar al gobierno de la Unidad Popular luego de haber sido nacionalizada.

CANTV, Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela, otrora propiedad del Estado, es en la actualidad de la estadounidense Verizon –con una parte del paquete accionario en manos de Telefónica de España–. Verizon ha puesto en juego en Estados Unidos una inversión del orden de los US$ 18.000 millones tras un proyecto telefónico que comprende anchos de banda para la internet de hasta 50 Mb por segundo. Nada asegura que la trasnacional no dispondrá de algunas cartas para sumarlas a la caravana del antibolivarianismo.

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1 comentario
  1. BERNARDO TREFOGLI dice

    Esta publicación de mi amigo Eduardo me pare que esta muy bien presentada y me ha gustado mucho, felicitaciones y un fuerte abrazo a la distancia después de 60 años de no vernos.
    Por favor si puedes comunícate conmigo a mi correo.
    Bernardo Trefogli
    Peruano del Colegio San Gabriel – Chile

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