La CNN y el archipiélago del periodismo

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El periodista -figura convertida en espectro romántico, como el poeta, el actor, los artistas en general, en tanto referencia de una bohemia que no busca la sabiduría por el camino de los excesos- al final de cuentas no es más que otro burócrata; en el mejor de los casos pagado con puntualidad.

No es su culpa: la tecnificación, los maridajes empresarios, la desaparición del concepto de ciudadanía como elemento básico de la organización social -y su correlato de los partidos políticos y sindicatos sin peso específico en la sociedad- hacen inútil su tarea.

No obstante, el cierre de un medio informativo suele llamar la atención y concitar las más varias reflexiones.

«La desaparición de CNN en Español pone de relieve la magnitud del esfuerzo titánico de sobrevivencia de los medios alternativos internacionales que rasguñan el bloqueo de la hegemonía informativa imperial sin ningún respaldo económico, en un combate tan desigual como la bíblica pelea entre David y el gigante malvado. Aunque los piedrazos contra la cabeza del monstruo sean certeros, y parodiando a Neruda, el «hondero entusiasta» también tiene que comer todos los días», se lee en un artículo de Ernesto Carmona tomado del buen programa radial mexicano Paralelo 21 (www.radio.udg.mx/programas/paralelo/21.htm) y reproducido por www.portaldelpluralismo.cl.

Cierto. El cierre de un medio de comunicación invita a reflexionar en el azaroso destino de la prensa no comprometida, a la que tanto los gobiernos como la «iniciativa privada» niegan sal y agua al extremo de ponerse en evidencia que tal cosa -el periodismo independiente- carece de futuro.

Las empresas periodísticas o se convierten en parte del sistema de «lobby» de otras empresas y corporaciones o se transforman ellas mismas en un factor de poder aliado -en ocasiones transitoriamente adversario- de quienes detentan los atributos del poder público. En ambos casos la tarea de informar, opinar, analizar pasa a segundo plano. Con mayor o menor elegancia -e impunidad- el periodismo acomoda su juego al de las elites dominantes. No es todo. El cierre -o el ajuste de personal- de las grandes compañías periodísticas también invita a pensar en secuela de tales hechos.

No cerraron, pero…

Grupo Clarín. No ha muchos días Artes Gráficas Rioplatense, una de las plantas impresoras del Grupo Clarín de Buenos Aires, despidió a 119 de sus 400 trabajadores, después de una semana de conflicto que paralizó sus actividades en torno a cuatro reclamos. Los obreros exigían a la empresa a) que realizara correctamente las liquidaciones de haberes; b) se eliminaran las cámaras de TV instaladas para controlar, no ya el rendimiento del personal, sino hasta las relaciones interpersonales entre los trabajadores; c) se evaluara el sistema de turnos; y se cumpliera con el «ticket» de comida.

Más fácil le resultó al Grupo Clarín pedir la acción de un destacamento de la tristemente famosa Guardia de Infantería de la Policía Federal para que rescatara los materiales detenidos. El segundo paso fue dar feriado forzoso a los trabajadores y comenzar a enviar los telegramas de despido.

«Es oportuno recordar, que el Grupo Clarín, también se valió cuatro años atrás, en noviembre de 2000, del Cuerpo de Infantería de la Policía Federal para ingresar al personal de la redacción del diario, cuando gran parte de los 117 despedidos de prensa reclamaban por sus puestos de trabajo en la puerta del diario», recuerda una ex delegada de prensa despedida en noviembre de 2000 (www.lafogata.org/04arg/arg9/ar_repre-4.htm.

PRISA en Bolivia. En Bolivia los españoles del Grupo PRISA -su barco insigna es el diario El País de Madrid cuecen sus propias habas. Econoticias Bolivia, en una nota reproducida por www.pacificar.com/vernota.hlvs?id=3743&PHPSESSID=b331072deab1742ee79b2413013fccae da cuenta de que PRISA «penalizó el anuncio de huelga, la actividad gremial y el fuero sindical de los periodistas, y no respeta las leyes bolivianas. Los periodistas sindicalizados han lanzado la consigna de nacionalizar las multinacionales de la comunicación, que se asentaron en el país de forma solapada. La guerra está declarada».

Se denunció que por más de una semana los medios nacionales que dependen de la empresa española -la Red Televisiva ATB y el influyente periódico La Razón– intentaron «aislar e invisibilizar mediáticamente» el conflicto ejerciendo presión sobre los dueños de otros medios, lo que fracasó tras ocho días de huelga de hambre y una marcha de protesta de periodistas.

El conflicto no terminó allí. Durante la última semana de agosto, ocho trabajadores y dirigentes de la Red ATB fueron despedidos por exigir aumento de sueldo. La
irregularidad fue más arbitraria al tener en cuenta que cuatro de los ocho despedidos son dirigentes debidamente reconocidos por sus instituciones sindicales matrices y gozan de fuero sindical.

A partir de entonces también algunas organizaciones sociales acogieron la idea de nacionalizar los medios de comunicación manejados por las multinacionales y expropiar aquellos pertenecientes a algunos grupos familiares vinculados otras empresas industriales, transnacionales petroleras y el poder. 

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