La declinación de Occidente

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Roberto Savio.*

El último G20 demostró que estamos lejos de una gobernabilidad global. Es evidente que los intereses nacionales, aunque interdependientes, tienen prioridades diferentes y que ya pasó la era en la cual Occidente podía imponer su voluntad a los países emergentes. Más bien habría que reflexionar sobre una paradoja que surge: la globalización puede reducir el peso de Occidente más de lo previsto.

Como expresó el director de la Organización Mundial del Comercio, hoy es más caro  enviar un container de Marsella a Avignon que de Bangkok a Marsella. Y de todas maneras, en Occidente ya no son los gobiernos los actores principales, sino las finanzas, que cada día enseñan intereses totalmente diferentes a los de la economía real.

Los gobiernos tienen un cierto control sobre la economía real. En cambio a las finanzas, tanto a nivel local como global, nadie las controla. El símbolo de esta situación bien puede ser el presidente estadounidense Barack Obama.

Obama lo pasó mal en Seúl. No logró llegar a un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur, porque no puede hacer ninguna concesión sabiendo que el nuevo Congreso no va a aceptar nada que no represente un triunfo para los Estados Unidos, condición que en nada ayuda a obtener acuerdos internacionales.

El G20 ignoró su pedido para un acuerdo sobre un equilibrio entre exportaciones e importaciones a nivel global. Más aun, ha tenido que escuchar un coro de críticas a la decisión del Banco de la Reserva Federal de imprimir 600.000 millones de dólares de moneda fresca.

La Unión Europea (UE), por la voz de Ángela Merkel, considera que esto significa aumentar todavía más el valor del euro, con la consecuente reducción de las exportaciones alemanas. China considera que EEUU mal puede pedir correcciones en su moneda, cuando no es capaz de controlar la suya. Y Brasil, a nombre de los emergentes, mira con preocupación esta nueva masa monetaria, que va a dirigirse a países donde las tasas de interés son más altas, como es su caso, con la consecuente reevaluación del real y un flujo de capital puramente especulativo, que va a distorsionar su economía.

Esta revuelta no tiene precedentes. El mundo estaba acostumbrado a que EEUU cada vez que tenía una crisis la solucionaba imprimiendo moneda. Esto porque el dólar era la divisa de referencia de las reservas internacionales y gran parte de ese dinero terminaba en el exterior en compra de bienes o en inversiones financieras.

Como resultado, hoy hay 22 dólares en el mundo por cada dólar en  Estados Unidos. No obstante, acabado el equilibrio de la guerra fría y la “amenaza roja”, el líder del mundo se ha quedado desamparado. EEUU no puede pensar solucionar sus serios problemas económicos exportándolos.

La fuga de la UE

En Europa, la fuga de la realidad ha tomado el camino de la xenofobia y de la caza al inmigrante. Según  la ONU, Europa necesita por lo menos 20 millones de inmigrantes  para mantener competitividad internacional y poder financiar  las jubilaciones para los  ciudadanos de la UE.

Sin  embargo, los partidos xenófobos han condicionado la política en países símbolo de la tolerancia y del civismo, como Holanda y Suecia, y están en el gobierno en otros tan variados como Italia y Hungría.

En Alemania un libro escrito por un miembro del Banco Central ha vendido un millón de copias. Las tesis del libro es que los musulmanes son inevitablemente de una cultura inferior y no pueden ser integrados, mientras la expulsión de gitanos en Francia es solo la punta más visible de medidas continuas y crecientes contra los extranjeros.

Bajo la perversa mirada de las agencias de evaluación, la clase política ha decidido cortar los déficits fiscales, sin ninguna consideración social. En EEUU se preparan recortes que van a afectar toda la estructura del país. La UE ya lo ha hecho. Hemos entrado en una era de lotería fiscal. Si estas medidas llevaran también a un repunte de la economía, se habrá ganado la lotería. Pero ¿que va a pasar si una reducción del nivel de vida significa menor ingresos para el Estado? ¿Se va a seguir con otras maniobras de corte fiscal?

En estos días los institutos de estadística de España, Grecia, Irlanda y Lituania, entre otros países que han introducido recortes importantes, nos señalan que el crecimiento económico se ha reducido fuertemente. Y los buitres del mundo de las finanzas ya empiezan a sobrevolarles: la tasa de colocación de bonos estatales ya es de seis puntos superior a la de Alemania.

Jean-Claude Juncker, premier ministro y ministro de Finanzas de Luxemburgo, dijo algo muy revelador: “Sabemos todo lo que tenemos que hacer, pero si lo hacemos perdemos las próximas elecciones”.

Lo que habría que hacer  es eliminar la especulación, para que los países logren gradualmente llevar los ciudadanos a una economía mas justa, que reduzca los consumos  y el estilo de vida. Sobre esto, no hay ni una sola voz.

Ni siquiera la amenaza de un planeta también —ecológicamente— enfermo ha logrado un consenso de acción. Sobre esto, Obama ha declarado: “no va a ser el próximo año, ni el que sigue, en que se pueda hablar de un tratado de control del clima”.

Como declaró Bush padre, cuando lanzó la primera guerra del Golfo: “El estilo de vida americano no es negociable”. Pues bien, tomemos un aspecto de este estilo de vida: las cárceles en 1973, tenían menos de 400.000 prisioneros. En 2000, habían alcanzado dos millones y este año se llegó a 2.5 millones de reclusos. El costo de la justicia criminal pasó de 33.000 millones de dólares a 216.000  en  2010: un aumento de 660 por ciento. La justicia criminal es hoy el tercer empleador en EEUU. Cada violación cuesta 448.532 dólares, cada homicidio 333.733, cada robo 41.228 dólares. Solo los 18.000 homicidios registrados en el 2007, costaran al estado 300.000 millones de dólares.
 
Indira Ghandi decía que un optimista es un pesimista sin todos los datos. Con estos datos, ¿no es tiempo que se empiece a discutir como reducir el déficit social, abriendo un debate sobre una sociedad mas justa, con consumos equilibrados, en lugar de cabalgar las angustias de los ciudadanos, diciéndole la verdad: no podemos seguir como antes?

Occidente ya no puede pagar sus déficits gracias a la explotación de las otras regiones del mundo. Esto ha funcionado por cinco siglos. Pero ya no va a funcionar más.
 
* Periodista, fundador y presidente Emérito de IPS.
En Other News (www.other-news.info), información, análisis y opiniones que no suelen aparecer en la prensa comercial.

 

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