La democracia digital frente a la palabra escrita: chats, blogs y paradigma cuántico

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Joaquín Ortega.*

Preliminar
La conversación política parece haberse desplazado del mercado y la plaza, hacia nuevos espacios ciudadanos. El acceso a las nuevas tecnologías se convierte, por un lado, en una oportunidad y en una brecha a ser decrecida. Todos tienen el chance de opinar —más o menos, mejor o peor, asertivos o erráticos, en clave de tertulia o con estilo pontificado— pero, lo importante es que el encuentro de opiniones se está dando también, al interior de los espacios virtuales.

Del "Messenger" al "blog", de la radio participativa al debate televisado en tiempo real, del comentario al margen a la respuesta direccionada hasta el próximo "link", la discusión acalorada o la posición razonada confluyen frente a los ojos de todos. Si el comentario ha sido abierto, no hay duda de que alguien más lo está leyendo, e incluso, parte del placer es saberse actor frente a unos observadores, que darán palmadas de aprobación o postearán caritas tristes o de disgusto.

Ciencias duras y ciencias sociales

Poco pudiera agregarse al tema de la influencia de las llamadas ciencias duras en las ciencias sociales. La discusión enmarcada en la superficie metodológica, se ha movido a los zonas cartografiadas por la ética, la razón argumental o al propio padecimiento, rayano en el hastío, que significó la supuesta ruptura con —o el fracaso de— el proyecto de la modernidad. Si algo nos ha llamado la atención en estos días, es la posibilidad de entender la lógica de los diálogos, en función del tiempo de respuesta.

Nunca será lo mismo, el período de atención y respuesta razonada por escrito –así sea breve, y careciendo de las características epistolares o previas a la invención del teléfono— que se le da a la entrada de un blog –y más recientemente, al comentario en el muro del "Facebook"— a la respuesta, mucho más rápida, y en tiempo cercano al real, que ofrece una discusión en un foro abierto o en un chat persona a persona.

Los riesgos son variados y escurridizos, por decir lo menos, apresurar la opinión, es lo más cercano a la incomunicación. Poco realista es intentar estructuras de conversación política razonada, incluso en el marco de un convenio que nos ayuda a “ponernos de acuerdo, para ponernos de acuerdo”, en clave Habermasiana-Rawlsiana. La ética discursiva y los perfeccionismos de la escuela filosófica de cadencia analítica, nos permiten dibujar un horizonte posible, pero jamás idéntico. Por ejemplo, tomemos la siguiente propuesta del profesor Joseph Raz, de manera que sea:

“En la actitud de una persona frente a la perspectiva de determinada acción (donde) resulta posible distinguir entre una etapa de deliberación y una de ejecución. La etapa de deliberación, en la cual la persona considera los méritos de los distintos cursos de acción, finaliza cuando llega a la conclusión de qué es lo que debe hacer. La sigue una etapa de ejecución, siempre y cuando se haya formado la intención, la deliberación concluye, aunque pueda comenzar de nuevo, y la intención pueda verse suspendida o revocada. En ocasiones la intención se consolidará en una decisión, indicando la reticencia a reabrir la deliberación. En todo caso, la existencia de una intención indica que se ha resuelto la cuestión de qué hacer, y que la persona está preparada para actuar” (Raz: 2006, 223)

Y prosigue, describiendo dos tiempos contractuales o cooperativos legislativos, en donde las reglas del juego internas deben hacerse explícitas:

“Algunas sociedades permiten que los individuos participen en las decisiones acerca de esquemas de acción cooperativa y otros planes. Pero incluso, éstas deben trazar una distinción entre la etapa de la deliberación, en la cual los individuos contribuyen al proceso de toma de decisiones, y la etapa de la ejecución, en la cual quizás estos mismos individuos están obligados a respetar tales decisiones” (Raz: 2006, 223)

Concisamente, es en el lapso de la “deliberación” en donde se da una contribución a la toma de decisiones, y seguidamente, será en el espacio de la “ejecución”, cuando —y donde— se le otorgue un completo acatamiento a las decisiones tomadas.

Esta estructura procedimental permite al conjunto de deliberantes, valerse de una agonística programada y sólida, además de ejercitar una libertad con responsabilidades, y un ejercicio de la erudición cívica, sin levantar falsos e innecesarios cortafuegos comunicacionales. De muchas maneras, la “democracia al interior de la democracia”, está garantizada en el centro de los debates de éste tipo.

Y aunque en el mundo virtual, el lenguaje, el tono, el modo y los prejuicios puedan colarse, dentro de las conversaciones públicas, los temas comunitarios, no vulneran, sino que proporcionan, la base para el propio pluralismo.

Política y economía: de unos poderes y de otros

No hay duda, de que los peligros de infiltración de un interés foráneo al tema, o a los actores ciudadanos, siempre estará latente, sobre todo cuando la comunicación se distrae hacia el lado más onanista de los seres humanos. Los efectos de un ego disparado, el afán de “notoriedad, por la notoriedad misma”, la ausencia de una agenda personal, e incluso el deterioro de la autoestima, colaboran claramente con la intoxicación —o el ruido— dentro del propio ciberespacio.

Será la oportuna inteligencia del sistema de valores del conjunto comunitario, quien sepa hasta dónde —y hasta cuándo— deja permanecer al factor de rumor, en aquellos espacios habitados, por quienes no pretenden soluciones colaborativas, sino simplemente, tratan de ser escuchados, más no disentidos. Así, la angustia fundada de Benjamin Barber, pudiera tener o no pertinencia:

“En una realidad virtual del ciberespacio caracterizada por el solipsismo, la noción misma de “lo común” parece estar en peligro. No sólo el comercio tiende al monopolio, sino que implica privatización y la privatización es la muerte de la democracia puesto que ésta está irremediablemente ligada a la voluntad pública, en los bienes públicos y en el bien común. La descentralización puede promover la democracia; la privatización sólo corromperla. Lo pequeño no es mejor que lo grande cuando es privado y se basa en el beneficio en vez de público (pero local) y diseñado en aras del bien común (no por el beneficio personal). Uno puede ser devorado por las pirañas igual que por un gran tiburón blanco: la diferencia es que lleva un poco más de tiempo” (Barber: 2006, 235)”

Tanto para Barber, como para otros críticos de las democracia estandarizada o “McWorld”, mientras más nodos de opinión y decisores asomen, con voz propia en la red, mucho mejor para el cosmos naciente de las nuevas voces y los nuevos temas. Para Barber, la economía colocada en primer término, por encima del bien común, es lo que resulta más dañino, para cualquier propuesta que implique la reconstrucción de una voluntad soberana y pública; en especial, una que represente el ideal de prorrateo del buen juicio social.

Más máquinas, más economía

Las opiniones en torno a la máquina abundan: desde las reflexiones de inclinación neoluddista hasta los repasos pro Cyborgs. No sólo irrumpe la tecnología con un sello de maldad, dentro de núcleo motriz y esencia vital, sino que corrompe al hombre, apartándolo de su propia condición de homo faber. Si los mortales, le dejan a las demás máquinas, la tarea de hacer nuevos artificios, el próximo armatoste será una réplica del hombre, y por lo tanto, el futuro distópico se abona, conscientemente, desde un presente irresponsable.

De muchas formas, el estado de “alerta cívica”, la responsabilidad por el ámbito público es una tarea, que deber ser escasamente delegada. La supervisión de la libertad no es una ocupación reñida con el ideal del bien común o de la justicia o del propio respeto de la individualidad.

Una ecuación combinatoria de virtudes cívicas ejemplificadas, horizontes democráticos programáticos, y una pedagogía ciudadana estructurada en la pluralidad, no es un destino inalcanzable ni una ilusión poco viable: es una tarea a ser cumplida por el hombre en sociedad sobre sus congéneres, e incluso sobre los ayudantes que va creando en el camino –tecnología, robots, inteligencia artificial, etc.—

Para entender el peligro de cualquier fetichización, o miedo innecesario sobre las tecnologías, es cardinal comprender la lógica que el mercado impone a cualquier mercancía. Así,

“…las tendencias económicas de nuestro mundo tienden a la comercialización radical de los valores y del comportamiento de una forma que compromete no sólo la política cívica sino los valores familiares, la educación y la espiritualidad. La tecnología no es sí misma comercial o comerciable, sino comercializada; deviene otro arma en el arsenal de las corporaciones para quienes el consumo es el único comportamiento humano relevante (Barber: 2006, 238)”

Hay que destacar que el único enemigo de la libertad —que se mueve en el teatro del mundo— no son las corporaciones o el capital desbocado. También se encuentran entre los aprovechadores: el estatismo populista, las nuevas demagogias con capacidad de movilización clientelar, aquellos actores que se revuelven en los remolinos confusos de las economías paralelas: drogas, armas de primera y segunda mano, prostitución, tráfico de seres humanos, de órganos y de información personal financiera y de innovaciones corporativas.

La tecnología, en sí misma, es una herramienta. Tal vez por ello, Barber reivindica el tiempo de los ingenios clásicos para la elección y el escrutinio:

“…Desde la antigüedad griega, en la que se creía que el robo del fuego de los dioses por Prometeo había abierto el camino a la civilización humana, los avances técnicos han sido desarrollados para apoyar la democratización. En la antigua Atenas, pequeñas máquinas que distribuían al azar bolas blancas y negras eran empleadas para seleccionar al azar a los miembros de los jurados. Durante el Renacimiento, la imprenta, la pólvora y el compás ayudaron a la sociedad a transformarse a sí misma a través de fuerzas que igualaban y movilizaban a la población. Las tendencias democráticas, que ya estaban en marcha, se vieron así reforzadas” (Barber: 2006, 42)

Para la democracia electrónica resulta una circunstancia única para extender el alcance de los argumentos de la tolerancia, la convivencia, el pluralismo, la diferencia y la sinergia social, pudiendo combinar: los deseos individuales junto a las necesidades mayoritarias, respetando el desarrollo equilibrado de la capacidad de deliberación, el cuidado del yo, el fortalecimiento de los espacios públicos internos, así como, la integración racional y cooperativa de las necesidades del ciudadano, promoviendo un proyecto de vida político, que no sea óbice, a cada proyecto de vida individual.

En síntesis, pareciera que ha sido poco el tiempo para evaluar objetivamente el tema de la bondad o maldad intrínseca de los avances tecnológicos. Desde la revolución industrial, han sido numerosos los argumentos humanistas que se han visto reforzados, más por una retórica revanchista –o por una negación al cambio— que por un análisis sosegado de la reducción de la jornada laboral —o de la concreción de un trabajo menos riesgoso para el trabajador—

Incluso, el ensanchamiento de la esfera pública, a través del uso de éste nuevo medio de comunicaciones múltiples, simétrico y en tiempo real, conduce a la revisión de temas clásicos de la economía política, de la filosofía política, de la teoría política y de la teoría de las comunicaciones, ya sea en sus vertientes cibernéticas, semiológicas o sistémicas.

El cambio de paradigma: energización y cuantum

Desde el punto de vista del paradigma físico, veremos el paso de la llamada visión “newtoniana—cartesiana”, en el sentido de Miguel Martínez Miguelez, a la pretendida sociedad cuántica. Sociedad y realidad cuánticas, que apuntan especialmente, a la consideración del todo, más allá de las partes y en una íntima relación entre sus segmentos.

El paradigma físico ha dado un salto de dimensiones históricas, según The Future of Teledemocracy de Ted Becker y Christa Daryl Slaton. Especialmente, en el capítulo 2, podemos encontrar una propuesta de síntesis para ésta nueva aproximación. Las dos energías más importantes del universo sobre el planeta tierra son la energía social y la energía humana. Es por ello, que se debe generar una confluencia de ambas potencias. La llamada Human Energization consiste en la unión de ideas, ideales y amistad, direccionadas éstas tres fuerzas, con el único fin de maximizar resultados. Así, se producirá una sinergia entre la energía social, la “energización humana” y un subproducto combinatorio de ambas energías la “energización mutua”. Estas fuerzas combinables, producen una superación de las soluciones de los juegos suma cero, para darle paso a unas nuevas relaciones “suma positivo”.

Durante su exposición, destaca una idea recurrente: hacer énfasis en la necesidad de separación del contexto científico y poco solidario del siglo XX, para levantar una sociedad colaborativa, en donde se conecten un punto de vista más humano de la ciencia –esto es, más respetuoso del planeta— integrada al equilibrio ecológico y a un desarrollo de energías limpias. Así, en el siglo XXI veremos:

– Un aumento de las democracias participativas, por medio de las tecnologías de la comunicación e información interactivas

– Veremos el paso de una política de confrontación a una consensual
– Veremos el paso de una política de adversarios a una política colaborativa
– Veremos la evolución de unos derechos de propiedad individual a los llamados derechos de propiedad relacionales
– Veremos el nacimiento de una política ecológica user friendly
– Pasaremos del enfoque del ecofeminismo a una política de Deep Ecology (Hindman: 2009, 41—44)

Lo que no nos queda claro es cómo se produce este cambio de paradigma. Ya sea por:

a) una evolución gradual,
b) por el nacimiento de nuevas relaciones humanas,
c) por el trabajo denodado de reeducación,
d) por la magia de un decreto —vía un poder omnímodo—,
e) por un nuevo contrato social global,
f) por una decisión éticamente razonada en colaboración.

No hay duda, que las posibilidades de darle el sentido y la direccionalidad a un grupo humano, son virtualmente la tarea política más delicada y comprometida que pueda encararse individual o socialmente, y ésta propuesta, a nuestro juicio, dibuja unas líneas demasiado gruesas, incluso para asumirlas como un diseño de sociedad en fase 2.0

La extensión del invento y el imperio de los caracteres

A veces se siente, que poco queda por hacerse en términos de comunicación digital. ¿Tal vez, llevar al extremo los avances logrados? así, posiblemente veremos maximizados —y elevados a equis potencia— inventos previos, pero integrados a nuevas plataformas o sin más, combinados con intereses para grupos específicos: chats con imagen televisada —y facultada con herramientas de edición para comunicaciones estrictamente románticas—; teléfonos epidérmicos con conexión satelital; automóviles con rutas programadas y activadas con tecnología de voz; sensores de seguridad desarrollados, a partir de microtecnología orgánica —sensibles al olor o la densidad molecular humana— etc.

Para medidos del 2010 la combinatoria de texto, voz e imagen es cada vez más una vieja realidad, de la cual sólo esperamos por su perfección. Incluso, las tecnologías han avanzado tanto, con respecto a cualquier evaluación, que van dejando atrás consideraciones, en donde se veía al texto, simplemente como el código primigenio para las comunicaciones en la red:

“…La red parece todavía atada a las palabras. El texto continúa siendo el vehículo de expresión de internet, lo que sugiere una tecnología que es poco más que un telégrafo trucado. Pero, por supuesto, esto es únicamente un problema técnico derivado de la inmediatez del medio. Conforme aumente su capacidad para transformar más información, se convertirá probablemente en un sistema basado en la imagen en movimiento —como la televisión o las películas—. Las imágenes son la forma de información preferida de lo que, en definitiva, son pantallas con imágenes en movimiento, ya se encuentren en multicines o en operadores portátiles” (Barber: 2006, 243)

Asimismo, los viejos temores se visten de novedad, incluidos la supervisión de data privada, la educación enfocada a lo específico, olvidando el marco humanista del saber y la asimetría en la información, producto de disparidades en el ingreso o distribución de la renta:

“Con la interacción participativa surge el peligro de la vigilancia económica y política. Con los módulos de preferencia personal interactiva, el riesgo de la tiranía de la mayoría. Con el razonamiento digital, la amenaza de que los modos contenciosos de pensar destruyan el consenso y olviden el terreno común. La alfabetización digital no puede existir independientemente de la educación de toda la vida. La era de la información puede reforzar existentes desigualdades haciendo al pobre en términos económicos pobre asimismo en términos de información. La ironía es que los que podrían salir más beneficiados por el potencial democrático e informativo, tendrán probablemente menor acceso, mientras que aquellos, con capacidad de acceso ya están provistos de educación, ingresos altos y alfabetización” (Barber: 2006, 250)

El riesgo del fetichismo de un objeto, todavía sin hiperconectarse con el usuario reaparece:

“…Forma parte del folclore de la Edad de la Información la creencia de que el ordenador, especialmente el ordenador personal, nos traerá un renacimiento democrático. Se cree que la máquina que pone datos en abundancia al alcance de todo el mundo en su propio hogar está destinada a ser una fuerza liberadora. La idea se remonta Marshal McLuhan, que a mediados de los años sesenta predijo que varios medios de comunicación eléctricos transformarían el planeta en un pueblo mundial donde ‘la información instantánea crea participación en profundidad’” (Roszak: 2009, 192)

En pocas palabras, la tecnología ni nos hace mejores seres humanos, ni nos enseña a comunicarnos más efectivamente: el uso errado de las palabras, los desatinos culturales y las brechas tecnológicas – de edad y motivación— nos revelan que seguimos siendo los mismos seres, pero con distintos juguetes. Si antes podíamos romper una relación por carta, ahora lo realizamos por chat. Si antes hacíamos el ridículo con una foto comprometedora, frente a media docena de conocidos, ahora podemos ser vistos ante millones de “amigos” dentro del entorno de las redes sociales.

¿Un asunto de elites?

Ahora, debemos preguntarnos ¿quiénes son las personas que tienen "blogs"? Si tener, no es lo mismo que generar contenido propio ¿la originalidad paga, al menos en popularidad? ¿Si el éxito reside en las visitas y en la actualización…es ésta una medida estándar dentro del entorno global? ¿Ser leído y responderle al público – receptor de los textos, imágenes, audios o videos— es la medida única e incuestionable?

Hindman opina:
“Weblogs or blogs –first—person, frequently updated online journals presented in reverse chronological order— area a new feature of the political landscape. Virtually unknowwn during the 2000 election cycle, by 2004 these online diaries garnered millions of readers and received extensive coverage in traditional media. Most have assumed that blogs are empowering ordinary citizens, and expanding the social and ideological diversity of the voices that finda an audience. Stories of “ordinary” citizens catapulted to prominence by theirblogging and “citizen journalism” will displace the “elite” or “old” media” (Hindman: 2009,102)

Así, Mathew Hindman define a los blogs o weblogs, enfocando su mirada, en la importancia de que existan, dentro de una elección presidencial, voces multiplicadores del mensaje, de la opinión o de las diversas ideologías políticas. Destaca la veta natural que sirve para el empoderamiento y el periodismo ciudadano. Piensa en unas nuevas élites mediáticas —o informativas— que desplazan a las tradicionales como fuentes primarias, relevantes o de mayor credibilidad.

Pudiéramos pensar, que esto ocurre en tiempos agitados en donde la información oficial prohíbe ciertos contenidos. Pero, también sería pecar de ingenuos sí no dijéramos que muchos de los temas, enfoques y hasta contenidos de los blogs son fuente de apropiación –por todo aquel que pueda— para desvirtuarlos o integrarlos a sus propios textos, sin ninguna cita mediante. La colonización —o el muy antiguo plagio— cabalgan de nuevo en las llanuras del salvaje oeste virtual.

Hindman, se apoya en muestras estadísticas, así, considera que aquellos que más escriben —y suben contenidos a sus blogs— son en su gran mayoría abogados y profesores:

“The unmistakable conclusión is that almost all the bloggers in the sample are elites of one sort or another. More tan two—thirds were educational elites, holding either an advanced degree or having atended one of the nation´s most prestigious schools. A hugely disproportionate number of bloggers are lawyers or professors. Many are members of the elite media that the blogosphere so often criticizes. An even larger fraction are business elites, those who are either business owners or corporate decision makers. Also hugely overrepresented in the blogosphere are technical elites, those who get paid to work with technology. In fact, in the sample, there is only one respondent who is neither a journalist, nor a technical, educational, or business elite” (Hindman: 2009, 123)

La muestra revela que periodistas, técnicos con apoyo corporativo, educadores y élite de los negocios son los principales actores de la blogósfera. Y que no hay duda, de que quién se gane la vida escribiendo, tendrá mayor éxito en las columnas digitales. Todo aquel que posea una sólida formación el área pública, podrá hacer mejores investigaciones desde el punto de vista político, al contrario, de otras personas que no estén entrenadas en esas áreas. Incluso las mediciones muestran la ausencia de trabajadores o conserjes en las “altas esferas” del mundo de los blogs.

“These educational and occupational data suggest a broader point about the profesional skils that bloggers posses. In a general, bloggers are people who write for a living. From professors to public relations specialists, from lawyers to lobbyists, from fiction authors to management consultants to technical writers, the large majority of bloggers depend on the written word for their livelihood. Running a succesful political blog requires strong analityc training and encyclopedic knowledge of politics, the technical skill necessary to set up and maintain a blog, and wiritng abilty equal to that of a print journalist. It is not an accident that there are no factory workers or janitors in the upper ranks of blogosphere” (Hindman: 2009, 123)

Ensayando una conclusión

La democracia digital —vista como un subproducto actualizado de la vida civilizada y de las oposiciones amistosas entre puntos de vista tecnológicos, sociales y agonales disímiles— forma parte de un entorno cambiante, que por el lado de las ciencias físicas, permite entender la transformación —y los pasos irregulares dados— desde cierta rigidez determinista –física del siglo XVIII y XIX— hasta las áreas de la incertidumbre y la interconexión –física del siglo XX y teoría de redes del siglo XXI—.

Los problemas de la democracia digital no son pocos, y casi, tal vez, ninguno de ellos sea totalmente nuevo. Entre los obstáculos a salvar y las pruebas a superar se encuentran:

– La distribución y acceso a las plataformas digitales, la alfabetización en y para la red desde el hogar y la escuela.

– La integración de temas clásicos a la agenda de los nativos digitales, asimismo, la colaboración con sus hermanos mayores y de mirada distinta, esto es, los inmigrantes digitales.

– El equilibrio entre una sociedad de élites —que muchas veces dirige, sigue, interpreta, desestima o se anquilosa— frente a una sociedad de masas, en proceso de autoconsciencia y superación, pero muchas veces fácil pasto de la demagogia, el populismo, el falso confort, la guerra psicológica o el miedo al fracaso personal o económico.

– La impostergable decodificación de los valores, sueños, motivaciones e intereses de los que no quieren instruirse o participar, y claro está, la nueva interpretación de la libertad y el respeto a sus decisiones.

– El avance de un nuevo enfoque censitario, que retrase la integración de los nuevos excluidos, quienes muchas veces, nacen y comienzan a dejarse atrás en el mismo hogar.

– La impostergable resignificación del locus del mercado frente a los temas políticos claves de la plaza pública. En pocas palabras el nacimiento de una nueva dialógica de los índices, repertorios y sumarios.

– La conformación o inexistencia de la opinión pública y la libertad de expresión, frente a los temas iniciados, seguidos u olvidados en la gran prensa o en los medios mainstream.

– La resolución de la simulada – o no— bifurcación entre ciudadanos y consumidores.

– Los temas de supervisión y respeto de la voluntad popular y ciudadana: el escrutinio dentro de una democracia electrónica y las características del nuevo fraude. ¿Restableceremos la vieja distinción entre sufragio con escrutinio, o de escrutinio sin sufragio, permutando las posibilidades, hasta que el cálculo se muerda la cola?

– La confrontación entre una supuesta “homogeneidad cultural” que le facilite el soporte a las “invasiones foráneas”, entendidas como productos culturales o simplemente moda.

– Asumir como decisión orgánica encontrar las hendiduras, lógica y métodos de los extremismos religiosos y políticos, quienes cada vez más, atentan contra la libertad, la justicia, la vida en paz y el ascenso social en democracia. Y, que por sí ya no fuera poco, temerariamente utilizan cualquier medio a su mano para cumplir con sus objetivos fanáticos.

– Develar las nuevas formas de la censura, que se alcanzan con una oferta restringida en el acceso a internet, TV o radio –esto es, las maneras subterráneas de limitación de horizontes plurales— al interior de las neodictaduras.

– Hacer públicas y confrontar de maneras legales y legítimas los monopolios en los medios de comunicación –corporativos o estatales—

– Indagar sobre el verdadero alcance de los micronodos –bloggers, et al— y su relevancia e incidencia real en el entorno. ¿En realidad generan nuevas perspectivas y enfoques o sólo convencen al que ya está convencido? ¿la lógica del fan de la estrella pop sirve como medida para los seguidores del opinador político?

– Asumir como tarea inmediata la consecución de una pedagogía pertinente a los tiempos que corren, hacer de la educación en el hipertexto, una educación para el hipertexto, pero también más allá de éste.

En una discusión que busque integrar la presencia de la familia, la comunidad, la cultura autóctona, la occidental, la escuela, el ágora y la universidad, nada más pertinente que las palabras de Walt Whitman sobre el tema de fondo y forma que nos ocupa:

“¿Supusiste tú también, amigo mío, que la democracia era sólo para las elecciones, la política y para darle nombre a un partido? Yo afirmo que la democracia sólo tiene utilidad cuando florece en las más elevadas formas de interacción entre los hombres y sus creencias –en religión, literatura, universidades y escuelas— en toda la vida pública y privada” (Barber: 2006, 197)

Bibliografía

Barber, Benjamin. Pasión por la democracia. Almuzara, 2006
Becker, Ted and Christa Daryl Slaton. The Future of Teledemocracy. Praeger, 2000
Hindman, Matthew. The Myth of Digital Democracy. Princeton, 2009
Raz, Joseph. La ética en el ámbito público. Gedisa, 2006
Roszak, Theodore. El culto a la información. Gedisa, 2009

* En Democracia siglo XXI (http://teodulolopezmelendez.wordpress.com).

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