La derecha contraataca en Latinoamérica, Obama la tira afuera

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Rubén Armendáriz* 

Paradojas de esta América: durante el gobierno del ultraconservador George Bush germinaron los gobiernos progresistas en América Latina. Pareciera que hoy, la ofensiva de la derecha comienza con un tibio demócrata en la Casa Blanca. Los memoriosos recuerdan que las invasiones en nuestra región siempre se dieron con gobiernos demócratas. La izquierda latinoamericana enfrenta hoy tiempos económicos malos y comienzan a culparla -porque está en el poder-, hasta de la crisis del capitalismo.

 
Pareciera que en Honduras se repite una historia recurrente en Latinoamérica, con un presidente reformista respaldado por sindicatos y organizaciones sociales enfrentado a una elite política corrupta, mafiosa, ligada a las drogas.
 
Pero, en realidad, se trata “apenas” del tercer golpe en la última década: tras el de abril de 2002 en Venezuela, se dio el de Haití en 2004, cuando los tradicionales “asesores” estadounidenses y franceses secuestraron al presidente electo Jean Bertrand Aristide y se lo llevaron a África Central. En estos dos, hubo clara injerencia estadounidense,
 
Lo nuevo en este de Honduras es que el gobierno de Washington no lo ha respaldado, aunque su condena fue muy tímida, mucho más que la de los países latinoamericanos, Francia, España e Italia- Nadie duda que Washington tuviera conocimiento anticipado de lo que iba a pasar en Honduras, país sumamente dependiente de la asistencia estadounidense y con un ejército armado, entrenado y asesorado por Estados Unidos, que fuera base de la guerra terrorista de Reagan contra Nicaragua sandinista.
 
Mel Zelaya es un producto de las clases dominantes, pero inclinó sus políticas hacia la izquierda: construyó escuelas en áreas rurales remotas, aumentó el salario mínimo, abrió clínicas de salud. Y si bien comenzó su periodo apoyando el TLC con Estados Unidos, dos años después se unió al ALBA. Para finalizar, lanzó un referendo para una nueva Constitución. Y el día de la consulta, fue depuesto.
 
Todo parece indicar que ha sido un intento por forzarle la mano a Obama, con un golpe alentado por figuras como Otto Reich (ex consejero de Bush) y el International Republican Institute. Y, apretado entre dos posturas diferentes, Obama solo ha atinado a tirar la pelota afuera, lo que hace preguntar quién está a cargo realmente de la política exterior hemisférica de Estados Unidos.
 
Es más, hasta se podría hablar de sabotaje interno. Obama fue a la Cumbre de las Américas en abril en Trinidad con la idea de presentar una nueva cara al resto del hemisferio, y fue socavado inmediatamente por su Jeffrey Davidow. Cuando el golpe hondureño, la primera declaración de la Casa Blanca omitió cualquier condena del golpe. La misma Hillary Clinton se abstuvo de responder cuando se le preguntó si Zelaya debía ser repuesto en su cargo.
 
Es que Obama tiene cuatro problemas quizá más graves para su gobierno: la confirmación de Sonia Sotomayor en la Suprema Corte; un descalabro continuado (heredado y ampliado) en Medio Oriente; hacer aprobar la legislación de salud antes de fin de año; y también una presión enorme por abrir las investigaciones de los actos ilegales del gobierno de George Bush.
 
 Y, mientras, la derecha guatemalteca, la salvadoreña y la nicaragüense observan desde los palcos, con ganas de comenzar sus propios golpes de estado contra sus gobiernos que no son ya de derecha.
 
Pero lo más preocupante es que está dentro de las posibilidades que la derecha gane las elecciones este año y el año entrante en Argentina y Brasil, Uruguay y Chile, lo que sin duda significaría volver a las privatizaciones, a la exclusión social, al vaciamiento de los estados. O sea, un retorno de 40 años en los logros de la última década, sobre todo en los tres primeros países, y un campo de maniobra mucho más propicio para Estados Unidos y los capitales europeos.
 
Para muchos, América Latina enfrenta una encrucijada: Para Emir Sader es la profundización del antineoliberalismo o la restauración conservadora. Raúl Zibechi  sostiene que las débiles políticas de Lula, Tabaré Vázquez, Néstor y Cristina Kirchner y Michelle Bachelet han fortalecido a la derecha y dividieron a la izquierda.
 
La derecha estadounidense usa a América Latina, hoy líder de cambios mundiales, como campo para debilitar y cercar a Obama y consolidar y consolidarse en el mundo. En Honduras, el enfrentamiento entre la globalización neoliberal y la cooperación solidaria impulsada por el Alba, expresa el conflicto entre el capitalismo depredador de la naturaleza y de los seres humanos y la posibilidad de un avance progresivo de la acción de los pueblos para construir un mundo mejor.

Si los gobiernos progresistas contribuyen a la solución de los problemas populares y los movimientos sociales se fortalecen construyendo ciudadanía y procesos de autogobierno, no habrá poder mediático capaz de distorsionar la conciencia popular. Son los pueblos quienes hacen la historia: ni los medios de comunicación, ni los ejércitos, ni líderes que puedan separarse de las masas que luchan por la liberación de la naturaleza y de los seres humanos.

 
*Änalista internacional

 

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