La diplomacia de terciopelo de Irán

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Llevan nombres de los nietos de Mahoma: Husein y Hasan, quienes representan dos modos de actuar distintos frente al enemigo: uno apodado el “príncipe de los guerreros” se lanzó a una batalla suicida por el califato, y murió tras caer en una emboscada en Kerbala (Irak) año 608, mientras Hasan al ver que no podía derrotar al poderoso ejército de Moawiya Omeya, optó por entregarle el poder.

Husein Obama y Hasan Rohani han decidido declarar un alto el fuego en sus conflictos, evitando una batalla que sería la madre de todas las guerras. Si Obama, que nombró 25 veces a Irán en su discurso ante la ONU, consigue impedir el ingreso de Irán en el club nuclear sería el principal logro en su política exterior (La prioridad de Obama: ¿Siria, Egipto o Irán?).

Hace 36 años del último encuentro entre los máximos responsables de ambos países. “Usted preside una isla de estabilidad”, le dijo Jimmy Carter al Sha, mientras la tierra temblaba bajo los pies insensibles del dictador y una revolución democrática (luego secuestrada y abortada) un año después acababa con 2.500 años de monarquía.

Lo anecdótico es que no fue la República Islámica (RI) la que cortó sus relaciones con EEUU, sino al revés. Ocurrió cuando la embajada de Washington en Teherán fue ocupada en protesta por la acogida del Sha y su familia en aquel país, después de que huyeran con maletines llenos de joyas y dinero.

La enemistad con EEUU no es intrínseca a la naturaleza de la RI. Incluso después, de forma “clandestina”, los políticos de ambos Estados siguieron coordinando sus estrategias, como prueban varios ejemplos: cuando a petición del candidato republicano Ronald Reagan, Irán no liberó a los rehenes de la embajada para impedir la reelección de Carter en 1980. El escándalo “Irangate” (Irán desmonta la agenda de Obama), la visita del general Robert MacFarlane a Teherán en 1987, siendo presidente el ayatolá Alí Jamenei –actual jefe del Estado-, para pedirle bases para espiar a la URSS. La cooperación con Bush para derrocar a Saddam Husein y los Taliban y, luego, establecer gobiernos clientes en ambos países. La última muestra de esta coordinación de estrategias ha sido el viaje del estadounidense Jeffrey Feltman, en calidad de representante de la ONU, para negociar sobre Siria.

Ahora bien, tantos años de “Muerte a América” y de achacar todos las males del país a la superpotencia, ha convertido a las autoridades del país en rehenes de sus propias consignas, de modo que ahora resulta difícil restablecer relaciones con el Gran Satán, ante una audiencia radical confusa que ha mostrado su indignación lanzando zapatos a la comitiva de Rohani a su regreso de Nueva York. ¡Menos mal que no se hizo una foto con Obama!

La 68 asamblea de las Naciones Unidas pasará a la historia por dar una última oportunidad a la solución política al conflicto nuclear entre Irán y las potencias mundiales.

Hasan Rohani, que contaba con la bendición de Jamenei, exhibía el final de la política Ahdmadineyad en política exterior: sonrisa en los labios y cortés, asistió a esta reunión acompañado por el diputado de los judíos iraníes, mientras condenaba los crímenes nazis contra los hebreos.

Que la delegación israelí se quedase sola en su gesto de abandonar la sala mostraba el interés de todos los demás países en escuchar al nuevo presidente de Irán. La política blanda de Rohani ha colocado a un aprieto a un Netanyahu que, sin duda, echa de menos a Ahmadineyad.

Aquí, el presidente Obama dijo dos cosas que la RI quería oír:

1. Que “no busca cambiar al régimen”.

2. Que respeta el derecho de Irán a acceder a la energía nuclear con fines pacíficos.

Era la primera vez en años que Obama no amenazaba Irán ni pronunció la frase maldita: “todas las opciones están encima de la mesa”.

El trasfondo del cambio

Los motivos de EEUU son:

– Negociar con Teherán es menos costoso que una guerra suicida o aceptar un Irán nuclear.

– La opinión pública de EEUU e Israel está en contra de una aventura bélica por tierras iraníes (campaña Te amamos: Irán e Israel)

– Si dos de sus más firmes aliados, Reino Unido y Alemania, se negaron a colaborar en el ataque militar contra Al Asad, tampoco lo harían contra Irán, un bocado imposible de digerir.

– El “precipicio fiscal” y la falta de dinero para un nuevo conflicto de envergadura.

– Necesita de la RI para pacificar -o llevar adelante sus políticas en- Afganistán, Irak, Siria y Líbano.

Los motivos de Irán:

– Las sanciones que están estrangulando su economía hasta límites ya insoportables y los bajos precios del petróleo. La “Petropolítica” muestra el efecto inmediato de la correlación negativa entre las fluctuaciones en el precio y la oferta del crudo sobre la política exterior e interior (la calidad de la democracia política-económica) de un país. A más petrodólar, más independencia del poder sobre la voluntad de los ciudadanos. En los últimos ocho años, el gobierno de Ahmadinejad disfrutó de unos ingresos por petróleo superiores a la suma de todos los ingresos obtenidos durante los cien años pasados, sin que mejorasen las condiciones de vida de la gente. Hoy, la RI no puede ignorar la voluntad del pueblo.

– Temor a un estallido social más grande que el del 2005 y esta vez no será por razones políticas y de derechos civiles, sino por las condiciones económicas.

– Un aislamiento imposible de sobrellevar, cuatro sanciones de la ONU y un amplio frente unido contra el país a nivel mundial: desde sus vecinos turcos, judíos y árabes, hasta potencias “aliadas” como China y Rusia que votan en favor de las sanciones en el Consejo de Seguridad.

– Las presiones contra Siria, su único aliado en la región.

– Al contrario de hace unos años, hoy Irán se siente bastante fuerte para defenderse sin necesidad de armas nucleares.

– Necesita alcanzar un acuerdo con Washington antes de que Obama abandonase la Casa Blanca en 2016.

– Si pretende ser una potencia regional, sólo lo será si es aliado de EEUU, como Turquía o Israel.

El precio iraní para abandonar el programa nuclear:

– Garantías de seguridad, de que no será atacado por EEUU-Israel.

– Levantar las sanciones económicas y financieras.

– Derecho a contar con la energía nuclear, en condiciones que respeten su soberanía, es decir, poder enriquecer el uranio en el propio país.

EEUU pide a Irán:

– Demostrar los fines pacíficos de su programa nuclear.

– Abandonar a Bachar al Asad.

Los obstáculos en sus caminos

Ambos mandatarios se enfrentan a una fuerte oposición dentro y fuera de sus países.

El presidente iraní tiene en su contra: al poder judicial, al parlamento y una amplia red descoordinada de órganos, grupos e instituciones de intereses diversos, como los “Principialistas”, la élite integrista multidimensional contraria a cambiar el status quo, quienes agitan la bandera de los “valores” de la lucha contra el Gran Satán. Son los que desde Irán impidieron hasta el encuentro “casual” entre Obama y Rohani en los pasillos de la ONU. También están en contra algunos sectores del todopoderoso ejército de Guardianes Islámicos, que rechazaron la oferta de Rohani de mantener su influencia en la economía a cambio de no interferir en la política; el sector que desconfía de las intenciones de Washington y no piensa abandonar a Asad, considerando Siria la “profundidad estratégica” de Irán y a este acercamiento una claudicación ante el imperio.

A su vez, los comerciantes enriquecidos gracias al mercado negro creado por las sanciones económicas, quienes ganan millones cobrando altas comisiones al importar dólares americanos, gracias al boicot impuesto sobre el sector financiero iraní por la ONU y EEUU. Están los grupos “anti occidentales” –civiles y paramilitares con fuertes lazos económicos con el poder – que la misma RI creó para infundir un estado de terror constante en la sociedad y acusar de ser agentes de la CIA a sus opositores. Algunos que siguen en el Ministerio de Interior, son los mismos que durante la presidencia del reformista Mohamed Jatami perpetraron los “asesinatos en cadena” de un centenar de intelectuales y políticos para socavar a su gobierno.

Es peligrosa, a su vez, la postura ambigua de Alí Jamenei, que es capaz de desautorizarle y apartarle si los intentos de levantar las sanciones fracasan o se siente amenazado por la estrecha unión entre Rohani y Hashemi Rafsenyani.

Además, hay que añadir que EEUU haya unido el expediente nuclear iraní con el de Siria y las elevadas expectativas que, desde su toma de posesión, se han levantado entre los ciudadanos. Por todo ello, Rohani ha advertido a EEUU sobre la provisionalidad de esta oportunidad.

Por su parte, Obama debe: acabar con la desconfianza que las agresiones militares de su país han creado en Oriente Próximo; neutralizar las presiones de los republicanos, los árabes e Israel, que observan irritados cómo la opción militar contra los ayatolás se ha debilitado; imponer su voluntad a Netanyahu, que exige anular la capacidad de Irán para militarizar su tecnología nuclear, mientras el objetivo del propio Obama es la prevención de “armas nucleares”. Aquí ya no se trata de la “doble vara”, sino de lo ilógico de la postura de Tel Aviv, que es el principal beneficiado del acercamiento entre EEUU e Irán, lo cual significa el desarme de Irán y el fin de su apoyo a los enemigos de Israel en la región.

Los sectores belicistas de ambos países intentarán dinamitar cualquier acuerdo, produciendo películas como No sin mi hija o Argó, mientas otros podrán asaltar embajadas o enviar provocaciones desde Siria u otro lugar.

Se acerca la festividad iraní del 4 de noviembre, el día de la toma de la embajada de EEUU en Teherán. Es la oportunidad perfecta para el tándem Jamenie-Rohani de mostrar su buena voluntad convirtiendo las tradicionales concentraciones frente a esta sede -donde se corea “Muerte a América” y se queman banderas de barras y estrellas- en mesas de debates, conferencias televisivas, congresos, etc., explicando la nueva política del país.

Rohani debe unir la distensión en la política exterior con las reformas en el interior: levantar la censura sobre internet, autorizar el funcionamiento de los sindicatos y partidos políticos, suspender la monstruosa pena de muerte que acaba a diario con la vida de varias personas, dejar de acosar a la población por negarse a llevar la inventada vestimenta islámica, etc.- y así ampliar su base social. De momento, ha puesto en libertad a varios presos políticos, ha readmitido a decenas de estudiantes y profesores expulsados y ha declarado totalmente gratis los costos del tratamiento de los enfermos “especiales”. Son sólo algunos gestos tibios pero positivos.

Puede que no haya habido foto de Rohani y Obama juntos, pero quizás podamos ver a John Kerry -cuyo yerno es un médico iraní- paseando por Teherán.

Que por el bien de la paz mundial, no se desprecie este ramo de olivo.

*Nazanín Armanian es iraní, residente en Barcelona desde 1983, fecha en la que se exilió de su país. Licenciada en Ciencias Políticas. Imparte clases en los cursos on-line de la Universidad de Barcelona. Columnista del diario on-line publico.es

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