La encrucijada del clima: todos mal, gracias

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Rivera Westerberg

Plantar árboles, poner filtros en las chimeneas fabriles, comprar "aire limpio", organizar simposios y reuniones, no firmar acuerdos trabajosamente logrados –y después sostener que es necesario comenzar ¡otra vez! a partir de cero–, echarle la culpa a otro, reducir la población humana del mundo (¿el ejemplo africano?), insistir en la economía capitalista, negar los hechos, en fin, pero no aportar a la lucha es la tónica ante esta crisis planetaria.

En Luxemburgo los ministros a cargo de las platas de los 27 países que integran la Unión Europea, como era previsible, no coincidieron en cómo aportar a los países tercermundistas (en vías de desarrollo o también lisa y llanamente subdesarrollados en el lenguaje del sistema) para la lucha contra el cambio climático. El derretimiento de los polos, al parecer, se asimila al del hielo en sus tragos.

La idea política era que en los próximos dos años, hasta 2012 se destinen entre 500 y 2.100 millones de euros anuales; en 2013 entre 900 y 3.900 millones. Pero los países de la Europa ex soviética, con Polonia a la cabeza, dijeron nones: la crisis los ha empobrecido, no pueden pagar.

Nada se pierde. Por fortuna para la burocracia de la UE habrá otra reunión, esta vez de los dirigentes políticos, en Bruselas la semana próxima, y allí se podrá bailar la segunda parte de esta melodía. En la capital de Europa tratarán de llegar a un acuerdo. Lo que es difícil toda vez que –como suele ocurrir cuando el planteo es  de dientes para afuera y otra es lo que sucede dientes para adentro– nadie ha dicho de que modo y en qué proporciones pagaran los 27 la factura de la sobrevida ambiental.

Enarbolando la venda ante la herida que ven venir, los de Greenpeace sostienen que el fracaso de la UE hace muy real la posibilidad un "replay" en Copenhague.

Como si nada pasara Estados Unidos y China –acaso los rivales de esta primera mitad del siglo XXI– acordaron unir fuerzas para que las conversaciones sobre el cambio climático que tendrán lugar en Copenhague en diciembre produzcan un resultado positivo, según habrían decidido Barack Obama y Hu Jintao.

EEUU y la RPCh son los principales emisores de gases que provocan el efecto invernadero.

¿Y la gente? Es que hay mucha…

El último Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales, David Attenborough, recordó que la especie humanase se ha aislado de la naturaleza, aunque, no obstante, depende de ella para respirar y alimentarse –sin olvidar lo que inspira su belleza.

En su criterio habría que reducir la población mundial para contribuir a la salvación de la vida humana tal como la conocemos. Porque: "El mundo se empequeñece. Y, además, todos quieren una casa, todos quieren disfrutar de los placeres de la vida occidental. Por eso hay que reducirla (…)  Esa sería la opción que habría que cuidar en los países subdesarrollados".

Señaló también Attenborough: "Me cuesta creer que el ser humano, que es capaz  colocar un hombre en la Luna, no sea capaz de sacar energía del Sol sin dañar el ambiente. Sospecho que la única solución en los próximos cincuenta años al cambio climático será un salto tecnológico, aunque no sé de dónde saldrá".

Una vieja tesis la del británico: la tecnología es salvación para los que no creen en la salvación divina, sólo que –como aquella– se hace presente cuando quiere y no siempre escucha las oraciones de sus fieles. Naturalmente la poblaciòn se reducirá entre los no-tecnos: Tercer Mundo obviamente. África, por ejemplo, sería un continente hermoso sin africanos (¡que son negros, además!, sorry Obama). Podrían escribirse nuevas novelas de Tarzán e incluso se podría dejar unos pocos para los safaris al modo clásico de antaño… Y Los Andes sin indios, ¿qué hacen en Los Andes esos indios después de todo?

El clima viene tormentoso.

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