La fiesta de Tel Aviv llega hasta Toronto

1.295

Naomi Klein*
Cuando escuché que el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés) se enfocaba, a modo celebratorio, sobre Tel Aviv, me avergoncé de Toronto, la ciudad en la que vivo. Inmediatamente pensé en Mona Al Shawa, una activista palestina por los derechos de la mujer que conocí en un reciente viaje a Gaza. Teníamos más esperanza durante los ataques”, me dijo. “Entonces, al menos creíamos que las cosas cambiarían”.

Al Shawa explicó que mientras las bombas israelíes caían durante los pasados meses de diciembre y enero, los pobladores de Gaza estaban pegados a sus televisores. Lo que vieron, además de la matanza, fue un mundo que se alzaba indignado: protestas globales, hasta 100 mil personas en las calles de Londres, un grupo de mujeres judías en Toronto que ocupaban el consulado de Israel. “La gente lo llamó crímenes de guerra”, recordó Al Shawa. “Sentimos que no estábamos solos en el mundo”. Si los pobladores de Gaza sobrevivían, parecía que su sufrimiento podría ser el catalizador del cambio.

Pero hoy, dijo Al Shawa, esa esperanza es una amarga memoria. La indignación internacional se evaporó. Gaza desapareció de las noticias. Y parece que todas esas muertes –hasta mil 400– no fueron suficientes para que se hiciera justicia. Israel hasta se rehúsa a cooperar con una misión de investigación de Naciones Unidas encabezada por el respetado juez sudafricano Richard Goldstone.

En la primavera, mientras la misión de Goldstone estaba en Gaza recopilando demoledores testimonios, el Festival Internacional de Cine de Toronto estaba haciendo las últimas selecciones finales para su sección de Tel Aviv, agendada para coincidir con el centenario de la ciudad israelí. Hay muchos que quisieran hacernos creer que no hay conexión entre el deseo de Israel de evitar el escrutinio de sus acciones en los territorios ocupados y los relucientes estrenos en Toronto. Estoy segura de que el codirector del TIFF, Cameron Bailey, lo cree. Está equivocado.

Los contrataques –encabezados por el Centro Simon Wiesenthal y la extremista Jewish Defense League (Liga de Defensa Judía)– han sido predecibles y también ingeniosos.La afirmación que más se repite es que los signatarios de la carta son censores que llaman a boicotear el festival. De hecho, muchos de los signatarios tienen programadas muy esperadas películas en el festival de este año, y no lo estamos boicoteando: nos oponemos a la sección del reflector sobre Tel Aviv.

Más ingeniosa estuvo la afirmación de que al rehusarnos a celebrar a Tel Aviv como simplemente otra metrópolis buena onda, ponemos en duda el “derecho a existir” de la ciudad. (El actor republicano Jon Voight hasta acusó a Jane Fonda de “apoyar a aquellos que buscan la destrucción de Israel”.) La carta no hace eso. En vez, es un sencillo mensaje de solidaridad, uno que dice: este año no tenemos ganas de celebrar con Israel. También es una pequeña manera de decirle a Mona Al Shawa y a millones de palestinos que viven bajo ocupación y estado de sitio que no los hemos olvidado.

*Socióloga y escritora canadiense, autora de No logos

También podría gustarte
1 comentario
  1. Memo Rioso dice

    Nuestros abuelos cometetieron un error: crear el derecho a existir a Israel.

    Creo que hay que subsanar ese error. Se les dio un lugar en el mundo y miren lo que han hecho con él, en él.

    Si, por una logica retorcida, los crimenes del nazismo les dieron el derecho a existir como estado-nacion, ahora el genocidio que diariamente llevan a cabo con los habitantes originarios deberia bastar para que aquel derecho sea conculcado.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.