La gran farsa

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Faltan once días para las elecciones, el presidente busca la reelección pero no pensó en eso cuando llevó una niña exploradora al salón oval…
En el mayor de los secretos, convocan a la Casa Blanca a un “reparador”. Lo vemos llegar a la Casa Blanca, la asistente del presidente lo espera, después de explicarle la situación, argumenta que todo es mentira. El “reparador” la interrumpe. No la está escuchando:
¿No quiere saber si es verdad? -pregunta ella.
¿A quién le interesa la verdad? -dice él.
Así comienza “Wag the Dog”, un filme de 1997. Con Robert De Niro como “el reparador”; Anne Heche como la asistente del presidente y Dustin Hoffman como el excéntrico productor de Hollywood que le da al presidente lo que necesita como el oxígeno: once días de engaño a la opinión pública. Que nada se diga de la niña luciérnaga. ¿Cómo lograr semejante engaño? Con una guerra. Claro.
La guerra es un espectáculo, por eso estamos aquí -convence De Niro a Hoffman.
Todo dicho. Lo que sigue es la puesta en escena de un montaje para los medios de comunicación: una cándida niña campesina de un país “del que nada sabe el pueblo norteamericano” (así lo aclara nuestro “reparador”) corre entre las ruinas de su pueblo con un gatito entre sus brazos. Grita y huye de las bombas de los terroristas. Se la ve asustada. Muy asustada. “Rara vez se ha visto una imagen más conmovedora de la humanidad”. dirá luego un atildado periodista televisivo. Pero nada es verdad. La niña corre en un estudio azul, con una bolsa de papas en los brazos.

El pueblo destruido, el gato, las bombas y los gritos, se montarán después. “Digitalmente”, explica el productor. La guerra está lista.
“Wag the Dog” podía considerarse cuando se filmó como una hipérbole extrema. Una exageración para mostrar cuánto nos engañan, pero claro: no al extremo de inventarnos (y creernos) una guerra completa.
En 1997 éramos demasiado inocentes. Apenas llevábamos la primera guerra del golfo a cuestas, y de allí sólo traíamos las falsas aves empetroladas por Saddam Husseim. Casi una travesura adolescente al lado de lo que nos tocó vivir esta semana: la falsa toma de la plaza verde de Trípoli por los “rebeldes” armados por la OTAN. ¿Y ahora? ¿Fuimos menos inocentes? No.
Todos -o casi todos- dieron (dimos) por ciertas esas imágenes que difundió originalmente la cadena Al Jazeera. Los primeros que se bajaron del montaje fueron el periodista francés Thierry Meyssan (está en Trípoli). El mismo día domingo dijo que las imágenes eran la menos “dudosas”. El miércoles lo siguió la web rusa Jourdom y el jueves la cadena privada rusa Russia Today.
Ellos aseguran que todo fue un montaje armado con decenas de extras en el desierto de Qatar (Al Jazeera es de Qatar).
En América Latina, la cadena Telesur tomó de Russia Today la información del montaje y pudo así desandar sus pasos. (Allí también se dieron por ciertas las imágenes de Al Jazeera del domingo por la noche).
Desde mi cuenta de twitter @marcos_salgado escribí el domingo por la noche: “SkyNews en vivo desde la plaza verde de Trípoli: aseguran que allí ondean banderas de los alzados y se destruyen fotos de Gadafi”. Aunque cité la fuente, no estoy exento de responsabilidad: le dije a quienes me tienen en su timeline que el centro simbólico del poder en Trípoli estaba en manos de los alzados. Y era mentira. Como la campesina, el gatito y el pueblo en llamas.
“No la maquillen tanto, la acaban de violar los terroristas”, reclama el productor en “Wag the Dog” cuando preparan a la chica para gran montaje. La gran farsa.
La película comienza con una placa negra y letras blancas, se lee:
“¿Por qué el perro mueve la cola? Porque el perro es más listo que la cola. Si la cola fuera más lista, movería al perro”.

Marcos Salgado, Question
 

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