La huelga de hambre de 7.000 presos palestinos en cárceles israelíes no es noticia

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Difícil es encontrarse con alguien que no haya escuchado algo sobre la huelga de hambre que llevó a Orlando Zapata a la muerte, o la que hoy mantiene otro ¿preso? cubano, Guillermo Fariñas en Cuba. La cobertura mediática ha sido espectacular si tenemos en cuenta el tamaño de la isla y su influencia real en el mundo. Desde los medios corporativos se ha exigido al gobierno cubano que cumpla con los derechos humanos y que responda a las exigencias de los presos a fin de evitar el fatal desenlace.
Me pregunto si alguien se enteró de la huelga de hambre que tuvo inicio el pasado jueves 18 de marzo en los pabellones universitarios y de trabajadores de la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, en Argentina. El 28 de Marzo un estudiante universitario privado de la libertad, Rubén Terzagui, murió en el marco de esa huelga de hambre.
¿Alguien escuchó que seis desempleados seguían enclaustrados en el convento de Santo Domingo en Cádiz, a finales del mes pasado, en huelga de hambre porque les falta dinero para dar de comer a sus familias? Sólo quienes lo leyeron en el Diario de Cádiz o en Insurgente. Para justificar la falta de cobertura mediática en estos casos podría argumentarse que el número de huelguistas era reducido o que no se trataba de presos políticos.
Pero, ¿Y si quienes protestan fuesen más de 7000 presos, muchos de ellos políticos? El día 7 de este mes, la agencia  española de noticias EFE informó que 7000 presos palestinos comenzaron este miércoles una huelga de hambre indefinida para presionar al servicio de prisiones israelí a fin de que mejore su situación entre rejas, además de pedir al gobierno israelí que “cese de humillar” a sus familias en puestos de control y puertas de acceso a prisiones. Los presos también exigen que se permita a centenares de familiares de Cisjordania, Jerusalén Este y árabes con ciudadanía israelí visitar a sus parientes encarcelados y que no han podido hacerlo porque Israel arguye razones de seguridad, entre otras demandas.
Pues bien. De la información de EFE sólo se hacen eco a día de hoy buena parte de los llamados medios “alternativos”.
¿Deberíamos pensar que las corporaciones mediáticas son selectivas según a quién se exija el cumplimiento de los derechos humanos, o que éste es, sin duda, otro buen ejemplo de cómo funciona la censura en las democracias occidentales?

César Pérez Navarro

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