La Israel de Los Andes

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Alberto Maldonado S.*

Como si fuese una “indiscreción” política deslizada por algún periodista también indiscreto, circuló en algún canal colombiano  un vídeo en el cual el candidato presidencial ganador Juan Manuel Santos vuelve a sentirse orgulloso de haber ordenado el ataque de Angostura (1º de marzo/2008) y de que se diga, en los ambientes de la política continental, que Colombia es el nuevo Israel.

Lo de “indiscreción” lo digo exclusivamente porque esa afirmación la hizo Santos al comenzar la campaña electoral colombiana, cuando estaba lejos de pensar siquiera que iba a ser el vencedor contundente de la primera vuelta (algo más del 46% de los votos) frente a un pobrísimo 21% de Antanas Mokus a quien las encuestas “serias” del país del norte llegaron a pintarle superando inclusive al señor Santos.

¿Qué pasó? La disculpa más socorrida de los empresarios encuestadores fue la de que como la ley electoral no les permitía hacer y divulgar encuestas de opinión solo hasta 15 días de la fecha de elección; y que, por lo tanto, la última imagen que presentaron fue la de Santos y Mokus en un empate técnico. ¿Es creíble semejante disculpa en encuestadoras que se precian de ser muy profesionales y serias y que han acertado con bastante precisión en anteriores elecciones, no solo en Colombia sino en otros países?

Desde que se inventaron las disculpas nadie queda mal, decíamos hace años; y, en este caso, no es posible pensar en tamaña disculpa ya que a 15 días de una elección presidencial y cuando se están disputando el triunfo de la primera vuelta, el electorado no puede cambiar de orientación tan radicalmente.

Para muchos colombianos, lo que realmente ocurrió fue lo siguiente: las encuestadoras colombianas que, desde luego, estaban con el candidato Juan Manuel Santos, pero no podían decirlo abiertamente, cuando constataron que Mokus empezó a crecer velozmente, especialmente entre la gente joven, pues decidieron convencerle de que su triunfo era muy posible y que podía bajar la intensidad de la campaña.

Santos, en apariencia, hizo mutis por el foro de las encuestas y más bien se preocupó por reforzar su campaña en sectores posibles, ya que en Colombia el voto ciudadano es potestativo. No en vano se denunció al presidente Álvaro Uribe Vélez en campaña total a favor de su “seguridad democrática” a sabiendas que en Colombia y fuera de ella, estaba más que ratificado que Santos era el heredero “confiable” de la política uribista. En consecuencia, Santos fortaleció su campaña mientras Mokus bajo la guardia; y ya se sabe lo que le pasa a un boxeador que baja la guardia.

Ciertamente, no fue mi intención escribir sobre ese detalle aunque no he resistido la tentación de hacer este comentario antes de entrar en materia del verdadero propósito de este ensayo.

La nueva Israel

Lo de que Colombia está siendo preparada para ser la “nueva Israel” andina no es nuevo; y lo dicho por Juan Manuel Santos no es ningún sueño, ni ninguna tesis, ni algo traído por los cabellos. Todo indica que este proyecto, que se inscribe en una tesis de geopolítica neoliberal, ha sido y es largamente pensado y planificado, desde el imperio. Y Colombia se perfilaba como la candidata ideal para ello, tanto por su posición geográfica como por su ya larga historia de violencia interna y de represión indiscriminada; y porque el país sufría (y sigue sufriendo) de un movimiento guerrillero que había llegado a ocupar espacios importantes e inexpugnables.

“Para colmo”, el vecino del lado oriental (Venezuela) “había caído” en manos de un populista de izquierda (Hugo Chávez) que hablaba de la necesidad de instrumentar un socialismo siglo 21 y que prácticamente había desaparecido del escenario político local a los viejos y corrompidos líderes de partidos políticos tradicionales. Y aquello era (es) muy preocupante para un imperio que se precie y para unos mayordomos locales que también.

El Plan Colombia, primero; el Plan Patriota, después, las siete bases militares cedidas gentilmente por el gobierno de Uribe a sus patrocinadores de Estados Unidos; y la última visita de día y medio de la señora Hillary Clinton a Bogotá, son síntomas más que evidentes que sigue adelante el plan de convertir a Colombia en la nueva Israel latinoamericana; pero de manera muy especial, del sector andino.

Ahora nos tocará sortear entre Venezuela y Ecuador a quién le corresponderá el papel de palestinos.

No faltarán quienes piensen que el papel de palestinos les corresponde a los “terroristas” de las FARC. Pero, me huele a que ese objetivo militar es de muy difícil logro ya que en ocho años de uribismo y santismo, más tecnología militar de punta, más paramilitares que no respetaron a nada ni nadie y un ejército armado hasta los dientes, no han podido siquiera cercar a esta fuerza insurgente. Y las FARC acaban de dar nuevas señales de que siguen vivitas y coleando mediante el envío de “pruebas de vida” de cinco retenidos, entre policías y militares.

Las FARC se han preocupado en aclarar que estos prisioneros no son ni secuestrados ni víctimas sino prisioneros de guerra a quienes las fuerzas insurgentes capturaron en combate de verdad y a quienes les han respetado la vida y también la salud, ya que desde doña Ingrid Betancourth hasta el sargento Moncayo, “volvieron a la libertad” pero llenos de vida.

Así que lo dicho y ratificado por el señor Santos no es sino un acto de sinceramiento consigo mismo, con Colombia y con Estados Unidos. Desde un punto de vista estratégico, seguramente los fascistas del gobierno de Uribe y algunos otros genios de la política de la guerra preventiva, de atacar a los terroristas allí donde estén, le estarán criticando por su lapsus; pero, para los vecinos (Venezuela y Ecuador, principalmente) es un segundo aviso.

El primero fue, para Ecuador, el ataque atroz del campamento donde descansaban Raúl Reyes y 25 acampantes más; y para Venezuela, la cantidad de hechos y situaciones de frontera que se han dado últimamente, con la presencia de paramilitares y sicarios disfrazados de turistas.

Los abuelos solían asegurar que “guerra avisada no mata gente” Y en vista de que Colombia se empeña en mantener su frontera sur (la colindante con Ecuador) sin presencia ni militar, ni policial, ni civil, resulta hoy inevitable que nuestro país, a pesar de sus limitaciones, especialmente económicas, siga gastando una fortuna en mantener sus puestos de vigilancia y avanzada, ya que esto le permitirá responder apropiadamente cada vez que la “nueva Israel” pretenda que nosotros debemos liquidar a los guerrilleros que ellos “arrean” hacia el sur (una de las estrategias del Plan Colombia) o que al señor Santos se le venga el honor de ordenar un nuevo ataque de algún otro campamento clandestino

Me supongo que Hugo Chávez, con mayor olfato que el nuestro, también se estará preparando para enfrentar y repeler las veces en que don Juan Manuel se le ocurra pretender que los venezolanos son la clonación de los palestinos de la Franja de Gaza.

Entonces, ¿qué le queda a la “nueva Israel”?

Primero, la impunidad total. El mundo entero rechazó y condenó y pidió sanciones contra Israel por el brutal ataque que desarrolló contra los palestinos de Gaza a pretexto de cortar de raíz el que unos cuantos ilusos sigan disparando unos cohetes caseros contra territorio israelí y hayan logrado matar a una desprevenida ciudadana judía.

Los sionistas, en cambio, y en presencia del mundo “occidental y cristiano” mataron a cuanto ser humano se les apareció en el camino, destruyeron casas con mujeres y niños en su interior y se pasearon en sus tanques blindados sembrando el terror, a imagen y semejanza de los panzer nazi fascistas, los mismos que pretendieron eliminar de la faz de la tierra a la raza judía.

Los nuevos fascistas, no contentos con ello y ante la pasividad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (que de seguridad tiene solo para el imperio y su vanguardia sionista) establecieron un feroz bloqueo contra el millón y medio de palestinos que sobreviven en Gaza.

El inefable Consejo de Seguridad, en estos días, acaba de darnos, en los hechos y las resoluciones, una lección de qué es para ellos la seguridad y a quienes “debe” sancionar.

Mientras se bañaron en discursos patrióticos contra el bestial ataque de tropas selectas israelíes contra un convoy marítimo que trataba de llegar con ayuda humanitaria a los palestinos de Gaza, los imparciales miembros del Consejo de Seguridad (con excepción de dos) no llegaron a proponer sanciones elementales contra el atroz agresor; por lo menos un inofensivo acuerdo de rechazo y condena de semejante actitud.

En cambio, sin prueba ni indicio alguno, solo por infundadas “sospechas”, el mismo Consejo de Seguridad resolvió aplicar contra Irán, nuevas sanciones, con el cuento de que este país  está pretendiendo desarrollar su propia bomba atómica. Ni siquiera fueron tomados en cuenta los informes que presentaron Turquía y Brasil, dos países que ya son parte del exclusivo G-20, en el sentido de que habían logrado de Irán que delegara en Turquía la capacidad de enriquecer uranio, pero con fines pacíficos.

Al margen de que la acusación EEUU-sionista resulte tan infundada  como las armas de destrucción masiva que nunca encontraron en la agredida Iraq, pues  el Consejo de Seguridad de las NN.UU. se limpió con la acción mediadora de Brasil y Turquía, dos países aspirantes a potencias del primer mundo.

Así que, nuestros países quedan avisados que el señor Juan Manuel Santos es el Netanyahu de los países andinos.

* Periodista.

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