La movida de Carlos Mesa

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

fotoA mediados de febrero nos enteramos que la «inteligencia» estadounidense consideraba cinco focos (países) como especialmente preocupantes para la política exterior del gobierno del señor Bush en América Latina; según el director de la CIA, Porter Goss, Venezuela, Colombia, Haití, Cuba y México, son «potencialmente» inestables en 2005. No Bolivia.

En la noche del domingo seis de marzo el presidente de Bolivia Carlos Mesa obsequió un peligroso postre para la cena de los bolivianos que pueden cenar: su renuncia, que hizo efectiva -con «elástico»- el lunes al Congreso.

En su renuncia el señor Mesa reiteró sus sabidas las críticas a «algunos líderes y organizaciones sociales», en concreto a Evo Morales, con cuyo apoyo circunstancial ambos coquetearon -y que, de paso, sirvió paradar cierta establidad y gobernabilidad a Bolivia luego de la forzada renuncia a la magistratura por parte de Sánchez de Losada, conocido como «el gringo»-.

Lo cierto es que la ola de movilizaciones populares de la última semana, que amenazaron con bloqear La Paz y paralizar el país, han dejado al -mientras se despacha esta nota, al menos- presidente sin mayor margen de maniobra. En la noche del domingo Mesa había dicho que «no se podía gobernar».

La madre del petróleo
y de todos los oleoductos

fotoEvo Morales respondió al presidente: «Nadie ha pedido la renuncia de Mesa», apuntando luego a que éste busca «chantajear» al país para no cambiar la extremadamente dura situación de los pobres en Bolivia.

La raíz del actual enfrentamiento entre Mesa y los sectores sindicales, de la mayoría étnica campesina y trabajadores es la ley de hidrocarburos.

Morales y su movimiento pretenden aprobar una legislación que aumente los tributos que pagan empresas extranjeras en Bolivia, lo cual -para el gobierno y sus seguidores- tendrá un fuerte impacto en las relaciones bolivianas con los inversionistas extranjeros.

La pobreza en el país -según fuentes oficiales- alcanza al 60 por ciento de la población, y nada en la política social de Mesa parece señalar un esfuerzo sostenido para revertir los números. Como sus colegas de casi toda América Latina, el presidente boliviano busca en la inversión extranjera un recurso para el desarrollo.

La realidad social de esos países -pese al crecimiento económico de algunos de ellos, como Chile o Perú- es de una situación que ha consolidado la pobreza y la marginación de extensos grupos sociales.

Reacciones internacionales
Kirchner se mueve en forma críptica

En la mañana del lunes el presidente de la Argentina, Néstror Kirchner, habló por teléfono con su par boliviano. Argentina mantiene una fuerte dependencia con Bolivia en cuanto al suministro de gas natural licuado,alenfrentarproblemas con las empresas trasnacionales que explotan sus propios yacimientos en el sur del país.

 
El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, aseguró cerca del mediodía que el Gobierno nacional «estará junto» a Bolivia para garantizar la provisión de gas al noroeste argentino, pese a la crisis política que vive la administración del presidente Carlos Mesa. Los analistas no aciertan a interpretar adecuadamente las palabras del señor De Vido, en especial el tenor de la siguiente declaración:

 
«Estamos comprometidos con el gobierno de Formosa (provincia del Noreste de la Argentina) y todo el NEA a traer el gas, más allá de las dificultades políticas que hoy pasa nuestro querido y hermano país de Bolivia». Para asegurar: «Vamos a estar al lado de ellos para poder materializar las exportaciones de gas a la Argentina y poder dar servicio a todo el país, pero especialmente al noreste».

Si el Congreso no ratifica la continuación del mandato del señor Mesa -al revés de lo que prente el mandatario para dar una imagen de legitimidad y amplia base, por lo menos hacia el exterior, a su gestión- la posibilidad de caos en Bolivia es concreta.

Se descarta la posibilidad de que los sucesores constitucionales, los presidentes del Senado, la Cámara de Diputados y el presidente de la Corte Suprema, en ese orden, logren el más mínimo consenso nacional -Evo Morales semanifestó en contra del titular del senado-.
En un escenario así las palabras del ministro argentino -uno de los más próximos al señor Kirchner- adquieren un único e indeseable sentido.

Conocida la renuncia de Carlos Mesa, la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) y la Comunidad Andina (CAN) le manifestaron «su más firme respaldo y solidaridad en el objetivo de mantener y consolidar la institucionalidad democrática y encontrar una solución a la crisis en ese país».

El Gobierno chileno señaló a primera hora de la tarde del lunes que respeta «las decisiones soberanas» que se adopten en Bolivia en relación con la renuncia del señor Mesa debido a las protestas que tienen paralizada a la nación andina.

«Tenemos el más estricto respeto a las decisiones que adopte el Estado boliviano en el marco de su propia institucionalidad», afirmó el ministro Francisco Vidal, por lo que no compete a otros países pronunciarse sobre ello.

No se había hecho pública hacia el crepúsculo ninguna reacción de la Casa Blanca sobre los acontecimientos bolivianos. El gobierno colombiano -el más firme aliado de EEUU en la región y receptor de un monto extraordinario por concepto de ayuda militar- manifestó su solidaridad con el señor Mesa apenas se anunció el hecho de su renuncia ante el Congreso.

Todo indica que en Bolivia acaba de comenzar una serie de nuevos acontecimientos sociales y políticos que pesarán de manera importante sobre América del Sur.

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