La otra cara del «chilean way» se llama desastre

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Rivera Westerberg.

Las responsabilidades del Estado para con el soberano —el pueblo de Chile— no se cumplen. La dictadura militar-cívica deshilachó el tejido social, la Concertación de Partidos por la Democracia (gobernó cuatro períodos) pretendió remendar con la importación de automóviles y créditos de consumo que, en la actualidad, tienen asfixiada a la mitad del país; la otra mitad, menos algunos pocos, espera que caiga sobre su cuello el hacha afilada para el período Piñera.

En términos de lo que cuesta vivir (vestirse, comer, dormir bajo techo, educarse, acceder a los bienes y servicios culturales, en fin, acaso Chile sea el país más caro de América; las obras públicas, algunas faraónicas, se planifican, diseñan y ejecutan para los sectores de mayores ingresos mientras los carísimos automóviles de manufactura china, que suelen costar dos y hasta tres veces más que en otros países comienzan a desarmarse por el estado de las calles urbanas.

El ferrocarril desapareció, en su lugar se tienden carreteras "concesionadas" casi sin vigilancia policial —que algunos pomposamente llaman autopistas— por las que se debe pagar, por ejemplo, para recorrer una distancia de alrededor de 100 kilómetros no menos de tres peajes a un promedio de tres dólares estadounidenses cada uno, los días hábiles, porque en días feriados el "óbolo" sube de precio.

El combustible para automotores también sube de precio, no los feriados y festivos —no se les ha ocurrido a los negociantes—, pero con gozo cada pocos días: el litro de gasolina (nafta, bencina) ya se empina para alcanzar dos dólares estadounidenses. El pasaje del transporte urbano de pasajeros en Santiago dejó atrás el valor de esa moneda. Se viaja en un tren subterráneo y de superficie (Metro) siempre lleno o en el sistema Transantiago de buses perfectamente aptos para el transporte de animales (si están bien atados) a veces a velocidad que puede alcanzar en pleno centro de la urbe los setenta kilómetros por hora.

El concepto salud pública viste una farsa o una tragedia, según como se mire (ver addenda), dentro del marco que brindan hospitales desguazados, salas de espera a punto de colapso, con instalaciones higiénicas que suelen desbordar incluso mierda o sirven ocasionalmente de improvisadas y azarosas salas de parto (para que nazcan pobres, se entiende).

Sobre barriadas populares pende la de Damocles del "desarrollo urbano", léase el costo de la tierra, sobre la que se levantan y levantarán modernos edificios que facilitajn la vida social: si el vecino del tercer piso abre una puerta, fatalmente despertará la vecina del primero; si la pareja recién llegada hace el amor, los del departamento de al lado no dormirán si gimen de placer durante la faena.

Son mejores las casas: se alinean a los costados de avenidas y carreteras con la pulcritud y el orden de los viejos cementerios, y no de mayor tamaño que las antiguas tumbas para seis u ocho cadáveres. Como corresponde a un país con claras ventajas competitivas, no se dispone ni diseñan áreas verdes o para el esparcimiento infantil. Tampoco escuelas, gimnasios, teatros, aunque a veces sí el infaltable "mall". Quizá, con suerte, pronto habilitarán nichos para la compraventa de pasta base…

La educación pública ha dejado de ser un problema-país o dejará de serlo muy pronto: apenas acaben con ella, tarea que está en pleno desarrollo; a cambio Cbile se engalana con los hermosos zocos universitarios con capacidad para instruir profesionales aptos para manejar ascensores de edificios de hasta 14 plantas (si la construcción es más elevada, siempre se podrá obtener créditos para un doctorado en ascensoría en el MIT).

Como se sabe los doctorados y "magísteres" (la pàlabra maestría no debe ser castellana) son asunto serio, para no ocupar la cabeza de los futuros sabios y políticos y profesores y economistas y médicos y periodistas y otros expertos chilenos, se tiende a eliminar materias de estudio que —como también todo el mundo sabe— no sirven de nada. Como la Historia. Eso sí: los chicos van a clases con el cabello bien recortado y las niñas sin anticonceptivos, que nos nefastos y atentan contra la vida, que es un dos divino. Total, si quieren jugar a la eugenesia para eso la santa madre provee de curitas y monjas bi(sexuales), no vaya a ser cosa que a la pedofilia se dediquen solo pastores de otro cristianismo.

La administración de Justicia sí presenta algunos baches: se ha retrasado la puesta en marcha de más cárceles, lo que no es grave en el caso de los mapuche: se los hacina nada más, lo malo es que tienen buena salud y no los mata ni el frío ni lo insalubre ni la soledad ni los golpes; en el zoco universitario se planifica una carrera nueva adjunta a los estudios de Derecho: cómo amañar juicios a indios y terroristas; en las carreras relacionmadas con la administración pública se implementará un seminario obligatorio: cómo evitar que la Contraloría General de la República meta las narices donde no debe.

En estos tiempos universales de latrocinio, entrega de luchadores sociales y guerras preventivas, la alta política encontró refugio en Chile, particularmente en el Partido Socialista, que bajo la consigna "República, ¿qué es eso?", enseña que no se debe interpelar, preguntar o averiguar nada que huela a carantoña financiera de los funcionarios públicos, especialmente si en el origen de alguna maldad existe el riesgo de que un compañerito antaño se hubiere involucrado en ella.

Pero alta política y democracia conforman un matrimonio todavía más serio, por tanto los ideólogos del peculiar socialismo chileno —y otros prohombres—, al no poder emular en el cuerpo de Karen Doggenweiler las caricias que alguna vez recibió Hipatia de los ancestros de estos héroes, reclaman que el Estado por ley impida las candidaturas presidenciales (seguro que las llaman nominaciones, como corresponde a todo iletrado llamarlas) de aquellos ciudadanos de carácter díscolo. Con más suerte que H ipatia, la Doggenweiler es ya no filósofa neoplatónica sino reina guachaca (los guachacas son una suerte de distraída comunidad de bon vivants al estilo chileno); temen los prohombres que MEO salte de rey consorte del guachaquismo a las boletas electorales.

La vergüenza tampoco es un asunto de interés en el país.

Addenda
Dirigentes aseguran que falta de inversión genera mala atención en la ex Posta Central

Lorena Cruzat.*
Largas esperas en la Posta Central dan cuenta de la crisis que se vive en el sistema de urgencia cuyos funcionarios responsabilizan al gobierno por la mala atención debido a que no se cuenta con recursos necesarios en personal e insumos, según dirigentes sindicales, quienes optaron por la vía de la movilización para terminar con estas prácticas.

“Como una advertencia al director de la Posta Central, doctor Emiliano Villalón” calificaron sindicalistas del recinto, la huelga de sus funcionarios, vigente hasta las ocho de la tarde de hoy (viernes).

Según el presidente de la Fenats, Carlos García,  el objetivo es mejorar las condiciones de trabajo y financiamiento de los empleados para  entregar una atención de mayor calidad.

Se espera el cumplimiento a un petitorio concreto,  que incluye el rechazo a: la externalización de servicios como alimentación y esterilización;  reducción de horas extras;  restitución de trabajadores y la mantención de compañeros administrativos en turnos rotativos.

Hasta el momento sólo han obtenido canales parciales de comunicación. Sin embargo, esta primera huelga de advertencia no se extenderá, según García, por el momento.

La próxima semana, luego de una asamblea, se decidirá el tipo de movilización que se llevará a cabo,  de no concretarse el petitorio, según el sindicalista quien ve un colapso de la Posta.

“Si viene un Canal de Televisión donde habían pacientes con más de 25 horas de espera sin tener una movilización de los trabajadores es que faltan personas para atender, falta infraestructura e insumos. La Posta Central con su infraestructura ya no tiene condiciones para seguir atendiendo el nivel de pacientes que llega a este hospital. Nosotros lo hemos venido manifestando hace tiempo que tiene relación con la administración de este último tiempo”, indicó García.

Según García, la administración ha generado este tipo de inconvenientes que sufren los empleados y los pacientes por la falta de inversión en personal, ya que no dan abasto los que existen hasta ahora.

Respecto a los despidos, se pide la reincorporación de trabajadores que participaron en movilizaciones, en el que no se incluye al dirigente Carlos Castro por tratarse de un caso independiente.

La situación vivida por Castro,  funcionario de ambulancias y sindicalista es lamentable, sobre todo porque pese a la existencia de una orden judicial para su reincorporación, se le mantiene al margen de su puesto, aseguró.

Según Castro, aún no recibe sus remuneraciones luego de ser identificado como uno de los líderes de las movilizaciones en la posta.

De todas formas no quedaba otro camino ya que la reducción de recursos económicos implementados por el Estado, mantiene la crisis en el recinto de emergencia.

“Cuando un funcionario llega a 20 o 24 horas de servicio de trabajo continuo difícilmente está en condiciones síquicas y físicas de entregar una buena atención. Se nos obliga a cometer errores sobre la base de la sobre carga de trabajo. Se nos obliga incluso a usar medicamentos que no son los remedios que se requieren para ese paciente. Los temas de las largas listas de espera, las largas horas de espera tiene que ver con eso. No hay insumos, no hay personal, ambulancias en estado deplorable”, señaló el dirigente sindical.

Castro espera que la urgencia no siga siendo una piedra en el zapato del Gobierno y se solucione para terminar con la mala atención.

* Periodista.
En el informador de la Radio de la Universidad de Chile.

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