La política estadounidense refuerza jihad “defensiva”

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La administración Bush dijo que la guerra de Irak nos haría a todos más seguros ante el terrorismo. Los críticos dijeron que sería todo lo contrario. Según demuestra en su libro Arrogancia imperial Michael Scheuer, ex jefe de la fuerza de tarea de la CIA para Osama ben Laden, los extremistas islámicos como los que atacaron a Nueva York, Madrid y Londres no están motivados fundamentalmente por un odio genérico contra Estados Unidos y Occidente. Luchan porque se oponen a acciones y políticas específicas de EEUU.

A sus ojos, la presencia militar norteamericana y las políticas de EEUU en el Medio Oriente representan una constante agresión contra el Islam y el mundo árabe. Ellos creen que están luchando en una jihad defensiva contra Estados Unidos y sus aliados.

La invasión y ocupación de Irak, las imágenes de civiles muertos, las fotos de Abu Ghraib, los informes de abusos en Guantánamo, todo refuerza esa creencia. Lejos de reducir la amenaza de terrorismo, las acciones de EEUU han mejorado las condiciones subjetivas y objetivas para el terrorismo.

La guerra de Irak, su naturaleza ilegal, la táctica de choque y amedrentamiento, la continua presencia de 160 000 soldados extranjeros, el caos y las constantes bajas civiles, todo confirma la versión de Ben Laden en las mentes de incontables terroristas potenciales en todo el mundo islámico. El resultado es evidente en Irak, que se ha convertido en el sitio más importante de la jihad debido a la invasión y la ocupación.

Bush ha argumentado que lo que hace la guerra de Irak es llevar la lucha al terreno de los terroristas y de esa forma evita que ataquen aquí. La realidad es que la guerra de Irak no ha evitado que los terroristas ataquen en cualquier parte. Es más, los ataques terroristas se han incrementado grandemente desde el 11/9, una información que la administración ha tratado de suprimir.

En vez de llevar la lucha a donde ellos están, la invasión y ocupación ha logrado colocar a decenas de miles de norteamericanos y norteamericanas en el propio terreno del enemigo y al alcance de sus bombas y balas. Los seguidores de la administración Bush argumentan que el hecho de que no haya habido ataques en Estados Unidos desde el 11/9 demuestra que la invasión a Irak y la guerra contra el terror han hecho más seguro al país. Pero ¿por qué necesitan los terroristas cruzar el océano para montar complejas y caras operaciones, si pueden matar a norteamericanos tan fácilmente y a tan poco costo en su propio patio, con la adición de que pueden presentar sus actos como hechos heroicos de resistencia nacional y defensa del Islam y evitar el calificativo de terroristas, al menos a los ojos de muchos en su región?

En vez de tener que hacer unos pocos ataques espectaculares en suelo norteamericano, los terroristas ahora están desangrando implacablemente a Estados Unidos, gota a gota. En su propio terreno, donde los terroristas conocen el entorno, el lenguaje y la cultura, ellos pueden seleccionar el momento y lugar del combate.

Ya han logrado consumir la fuerza de los militares norteamericanos, agotar a las tropas y golpear la moral en nuestro país. Cuando todo se haya dicho y hecho, el precio económico en expansión de la guerra en Irak minimizará el costo del 11/9. El número de norteamericanos muertos en la guerra aumenta constantemente hacia la cifra del 11/9, y el número de heridos graves ya es mucho mayor.

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La guerra de Bush no nos ha hecho más seguros y ha expuesto a otros pueblos a mayores peligros. Personas inocentes de las principales naciones de Europa, España y Gran Bretaña, cuyos líderes, en contra de la voluntad popular, permitieron a Bush que los arrastrara a la aventura iraquí, han pagado ahora un alto precio.

El pueblo español expulsó al partido de Aznar. El pueblo británico reeligió a Blair, pero con una mayoría muy disminuida. Las encuestas en Estados Unidos muestran que Bush también está comenzando a perder apoyo político.

El azote del terrorismo nunca podrá ser eliminado por completo, pero Estados Unidos y Occidente, con nuevos líderes y por medio de políticas distintas, pueden dejar de alimentar el motor terrorista y comenzar a eliminar sus fuentes de energía.

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* Periodista de Progreso semanal (www.progresosemanal.com).

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