La política exterior del imperio

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Roberto Ávila Toledo*
 
Estados Unidos es el actor principal de los violentos hechos que se desarrollan en Bolivia y que ponen en riesgo su democracia. El imperio ha sido factor permanente de desestabilizad en América Latina. Su política exterior es hegemónica e intervencionista. Los  rasgos actuales de la política exterior de EE.UU. deben buscarse en el desarrollo de su cultura política interna en el siglo XIX.  Tres conceptos se incubaron en el pensamiento político norteamericano en el siglo XIX: a.- Destino manifiesto, b.-Superioridad racial y c.- Una cultura épico-militar con espíritu  de cruzada.

El que EE.UU. tendría un “destino manifiesto” de grandeza mundial, se encuentra ya en George Washington, quien en 1795 expresa:
“Estoy seguro que si este país logra preservar la tranquilidad durante 20 años, podrá desafiar, con una justa causa, a cualquier potencia".

J. Adams, el presidente que le sucedió, es más explícito cuando escribe:
“Nuestra virtuosa república federativa, plena de espíritu público, vivirá por siempre, gobernará el planeta e iniciará la perfección humana".

En 1823 se da a la luz la conocida doctrina Monroe (América para los americanos). El sentido de ese pensamiento se refleja claramente en la conocida carta del Secretario de Estado  J. Quincy Adams, futuro presidente, al embajador americano en Madrid,  Hugh Nelson, en la que expresa:

“Estas islas (Cuba, Puerto Rico) debido a su ubicación son apéndices naturales del continente americano, hay leyes físicas de gravitación política, al igual que las hay en física, si una manzana segada de su árbol no puede sino caer al suelo, Cuba separada por la fuerza de su vínculo antinatural con España e incapaz de su autosostenimiento, sólo puede gravitar hacia la unión norteamericana que, debido a la misma ley de la naturaleza, no puede echarla de su regazo”.

Cuando Simón Bolívar en 1924 convoca al Congreso anfictiónico de Panamá EE.UU. se encarga de sabotearlo.

En 1900 el senador Albert J. Beveridge pronuncia un discurso en el Senado que es un corolario político del siglo, cuando afirma:

“Esta cuestión es más profunda que cualquier política partidaria, es elemental, es racial, Dios no puede haber estado preparando mil años a los pueblos angloparlantes y teutónicos para la vana contemplación de si mismos. ¡No! Nos ha hecho expertos en el gobierno de pueblos salvajes y seniles… entre toda nuestra raza ha señalado al pueblo de los Estados Unidos como la nación elegida para dirigir finalmente la regeneración del mundo… esta es la misión divina de los Estados Unidos… somos garantes del progreso mundial, los guardianes de la justa paz".

La idea de la superioridad racial tuvo en el siglo XX a su mayor exponente en el conde francés Gobineau y su Estudio sobre las desigualdades de las razas humanas (1853). En EE.UU. fue adoptada por el decano de la Facultad de Ciencias Políticas  de la Universidad de Columbia, John W. Burgess y John Fiske. Este último escribió en 1876:

“Parece muy probable que los hombres de habla inglesa se apoderen poco a poco de todas las porciones de superficie terrestres no ocupadas todavía por una civilización bien establecida, y los conviertan en países arios".

Charles Darwin, por su parte, contribuyó también a estas ideas cuando en su libro Descent of man sostiene que el progreso de EE.UU. se debe a la selección natural de los inmigrantes que serían los hombres más audaces y emprendedores de Europa.

Estas teorías encuentran eco incluso en el religioso Josiah Strong, secretario de la Alianza Evangélica de EE.UU., quien sostiene abiertamente que:

“Si no me equivoco en interpretar las señales, esta raza poderosa descenderá sobre México y la América Central y del Sur, se expandirá por las islas del mar y caerá sobre África e incluso más allá .¿Y puede alguien dudar de que el resultado de la esta competencia entre las razas, será la sobrevivencia de la más apta?

La admiración por el espíritu aventurero y belicista es un componente permanente de la cultura norteamericana en general. En el siglo pasado esta se centró en la admiración por las proezas de los marinos ingleses.

Sintetiza teóricamente éste sentir el almirante Alfred Thayer Mahan, quien a través de diversas obras sobre la importancia del poder naval fue creando las condiciones políticas para la conformación de una poderosa flota, la que daría sus frutos cuando la escuadra americana destruye  completamente a la escuadra española del almirante Cervera en Santiago de Cuba (1898), a consecuencia de los cual obtendrá la anexión de Filipinas y Puerto Rico y dejará a Cuba en virtual interdicción.

Mahan señala el sentido de su labor literaria  como destinada a “contribuir a darle a la armada y el país una impresión más definida de la necesidad de dotarse de una flota adecuada a las grandes empresas".

Sería de un reduccionismo teórico torpe y una injusticia histórica sostener que únicamente estas ideas existieron en el debate político americano, pero es indudable que son las que en definitiva se hicieron hegemónicas.

Todas estas concepciones se desplegaron por el mundo en el siglo XX, donde no hay un sólo decenio en que el poder militar americano no se haya hecho presente más allá de sus fronteras.

En 1991 el Presidente George Bush padre atribuyó a EE.UU. el papel de “policía mundial”.  Bush hacía pública una vieja aspiración de la política norteamericana, por cuya orientación ya se habían hecho muchas cosas durante el siglo XX. La novedad lo constituyó el hecho de que EE.UU. reconocía públicamente sus afanes imperiales sobre el conjunto de la humanidad.
 
A mediados del siglo XIX, luego de una instalación artificial de colonos en las provincias del norte de México, se desató a partir de ellos una supuesta lucha por la libertad, que terminó con la invasión norteamericana y el despojo de prácticamente la mitad del territorio mexicano.

A partir de 1875 el azúcar producida por Hawai entraba libre de impuestos a EE.UU., ello produjo la masiva instalación de terratenientes norteamericanos. En 1890 el Presidente McKinley liberó el azúcar, cualquiera fuera su origen, de gravámenes y con ello arruinó a la isla. Esto creó las condiciones políticas para que el 16 de enero del mismo año marines norteamericanos desembarcaran y  derrocaran a la reina Liluokualani.

El pretexto será el modelo  para las futuras invasiones: “La protección de la vida y propiedad de los ciudadanos norteamericanos”. La isla de Hawai es parte del territorio norteamericano hasta hoy.

En 1898 una nunca aclarada explosión –pero respecto de la cual hay severos indicios de autoatentado- en el acorazado americano “Maine”, surto en la bahía de La Habana. justifica la intervención de EE.UU. en contra de España que ya tenía prácticamente la guerra pérdida con los independentistas cubanos. Se invade Cuba y EE.UU. se apropia de Filipinas, Siam, Puerto Rico (hasta hoy) y deja en estado de interdicción a Cuba.

EE.UU. se apoderó de Puerto Rico, país que mantiene hasta hoy bajo la eufemística figura jurídica de Estado libre asociado. Aún en nuestros días  hay patriotas puertorriqueños en cárceles americanas.

En 1903 el Congreso colombiano se negaba a firmar un tratado que “arrendara” a perpetuidad la zona –parte de su territorio- donde se construía el canal de Panamá. Con  el apoyo de un par de sátrapas encabezados por Felipe Bunau Varilla, el gobierno de EE.UU.  instaló un nuevo gobierno “independiente” en Panamá y amenazó a los colombianos con la guerra. La flamante Panamá les firmó el tratado.  

En 1905 el Presidente Teodoro Rooselvelt impuso a Santo Domingo un “convenio ejecutivo” mediante el cual EE.UU. cobraba los impuestos y derechos aduaneros en el país. El 4 de mayo de 1916 EE.UU. invadió Santo Domingo e impuso la ley marcial.

El 28 de julio de 1915 una flota norteamericana invadió Haití. El almirante Caperton impuso un tratado  financiero a la isla, similar al de Santo Domingo. No había nadie dispuesto a firmar semejante indignidad, al fin apareció Sudre Dartiguenave, quien sólo pidió “que hasta donde fuera posible se le evitaran las humillaciones”. El sátrapa fue ungido Presidente. Los valientes haitianos resistieron, pero fueron asesinados por miles.

El 15 de agosto de 1912 los marines norteamericanos invadieron Nicaragua en respaldo del impopular gobernante Adolfo Díaz. El hecho venía precedido por una seguidilla de intervenciones políticas y sería el preludio de otras tantas. En las futuras luchas nacionales nicaragüenses tendría un papel importante para su patria César Augusto Sandino, a quien Gabriela Mistral llamó “general de hombres libres."

Luego de la Primera Guerra Mundial en que, al igual que en la Segunda, EE.UU. interviene cuando sus protagonistas ya están seriamente desgastados, emergió como el principal acreedor de las potencias occidentales. Entendida como negocio –que eso es para los capitalistas- la Primera Guerra Mundial favoreció principalmente a EE.EU.

Dos bombas nucleares dejadas caer en ciudades abiertas de Japón al término de la Segunda Guerra Mundial. Criminales nazis fueron amparados por los servicios secretos americanos.

Los más sangrientos dictadores latinoamericanos de los ’50 y ’60: Somoza, Duvalier, Trujillo, Batista y Rojas Pinilla fueron apoyados por EE.UU. Las invasiones a Guatemala y Santo Domingo a mitad de los ’50. A Ecuador le cobraron una deuda a cañonazos.

Las masacres que llevaron adelante las dictaduras militares de las décadas de los ’70 y ’80 llevan todas las improntas norteamericanas. Desde el “carnicero" D’abuisson a Pinochet, Videla, Álvarez, Stroessner, Banzer y todo el resto, fueron, sin excepción, respaldados por EE.UU.

En 1983 marines americanos respaldados por varios portaaviones desembarcaron en la pequeña islita latinoamericana de Grenada, que iniciaba un proceso revolucionario hacia el socialismo. La agresión fue condenada por la Asamblea General de Naciones Unidas el entonces Presidente Ronald Reagan respondió, en referencia a la condena mundial: "Esto no alcanza a perturbar mi desayuno".

La invasión a Panamá en 1989 costó la vida a cientos de panameños del barrio pobre de Chorrillos que fue bombardeado de manera inmisericorde por aviones de la más avanzada tecnología. Los marines buscaban capturar a Manuel Antonio Noriega  ex agente de la CIA y a la sazón dictador del país. La Asamblea General de Naciones Unidas condenó el hecho, de lo cual EE.UU. hizo caso omiso.

En el resto del mundo la cosa no fue mejor. Desde el apoyo al terrorista Savimbi en Angola y el régimen del apartheid en Sudáfrica a los respaldos de Sukarto en Indonesia. En Vietnam perdieron la vida más de  tres millones de vietnamitas luego de casi 10 años de agresión.

Después de terminada la guerra fría EE.UU. intervino en Somalia, Panamá, Haití, Irak y Yugoslavia. En total se pueden contabilizar 134 intervenciones militares norteamericanas en los cinco continentes.

EE.UU. mantiene en el mundo una compleja red de bases  militares que van desde Diego García a Hawai, de Alemania a Okinawa, de Guantánamo al golfo Pérsico, de Puerto Rico al Mediterráneo. ¿Para qué? En un mundo de 810 millones de desnutridos y 1.300 millones con ingresos de menos de un dólar diario y de 150 millones sin trabajo.

Durante el siglo XX la política exterior norteamericana  se desarrolló como se aprecia y  coherente con su incubación en el siglo anterior, en torno a dos orientaciones paradigmáticas: a.- Ningún lugar del mundo está fuera de los intereses, políticos o económicos, de Estados Unidos. b.- El uso de la fuerza como un recurso permanente.

*Abogado.

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