La tormenta perfecta

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Álvaro Cuadra*

El presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, llegará a la Casa Blanca en el peor momento de la economía mundial. Esta situación de crisis es, desde luego, extraordinaria y posterga muchos aspectos importantes de su programa de gobierno. Recibir el timón de una nave fuera de curso en medio de una tormenta pone a prueba a cualquier capitán, y pareciera que es el caso.

La economía de los Estados Unidos va rumbo a una severa depresión, arrastrando con ella a los países del orbe. Todas las iniciativas políticas, tanto domésticas como mundiales, se desdibujan ante las dimensiones de la amenaza que se cierne en estas horas cruciales. En este estado de cosas, ya ni siquiera conmueve a la opinión pública el hecho histórico de que sea un afroamericano quien conduzca los destinos de la primera potencia del mundo.

Tal como se ha señalado, estamos ante un descalabro que compromete a todas las naciones en una crisis de plazo indefinido. No se trata de un fenómeno que se mida en trimestres o semestres –los expertos ya comienzan a hablar de años–. No parece, pues, aventurado, pensar que los mejores esfuerzos del gobierno de Obama durante su periodo, se destinen a detener la caída o, por lo menos, a frenarla. La crisis económica mundial ocupará un lugar prioritario en la agenda gubernamental.

Muchas de las expectativas forjadas en el mundo entero durante la campaña del senador Barack Obama deberán esperar mejores tiempos: el horno no está para bollos. Estados Unidos entra en un periodo de reconfiguración tecno-económica como nunca antes; es una cuestión estratégica, esto es, se trata de la única opción para sobrevivir como potencia mundial en este siglo XXI.

Si la crisis económica global se ha impuesto como prioridad en los medios políticos de todo el mundo, se debe a que representa una amenaza cierta a los flujos de capital en un mundo en vías de globalización.  Aclaremos de inmediato que la economía, con todo lo importante que resulta hoy en día, no es la única amenaza. Existen otros ámbitos sensibles en el mundo actual que bien pudieran deparar malas noticias.

No se requiere mucho esfuerzo para imaginar la pesadilla de un mundo enfermo y triste, asediado por la hambruna generalizada (como ya ocurre en África) en un clima de guerras regionales (como ya ocurre en Oriente Medio) y una crisis medioambiental global (como ya ocurre por doquier).

Los poderosos del mundo han utilizado hasta el presente tres fórmulas políticas para mantener sus privilegios. En primer lugar, la represión y la violencia; en segundo lugar, la seducción travestida hoy en consumo suntuario y en tercer lugar, el espectáculo, el fasto de una “hiperindustria cultural” digitalizada que ha convertido el mundo en un “reality show”.

En un mundo sumergido en una depresión económica de proporciones, es muy probable que se repita la fórmula para transformar las pesadillas de algunos en sueños e imágenes para la mayoría.


* Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados ELAP.
Arena Pública. Plataforma de opinión. Universidad ARCIS.

 

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