Las dos Venezuela

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hemos resistido más de medio siglo de agresiones y bloqueos.
“… impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”, reveló el Apóstol de nuestra independencia José Martí la víspera de su muerte en combate.

Entre nosotros se encuentra precisamente en estos días Hugo Chávez, como quien visita un pedazo de la gran patria latinoamericana y caribeña, concebida por Simón Bolívar; él comprende mejor que nadie el principio martiano de que “… lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía”.

Conversé largamente con él ayer y hoy. Le expliqué el afán con que dedico las energías que me restan a los sueños de un mundo mejor y más justo.

No es difícil compartir sueños con el líder bolivariano cuando el imperio muestra ya los síntomas inequívocos de una enfermedad terminal.

Salvar la humanidad de un desastre irreversible, es algo que hoy puede depender simplemente de la estupidez de cualquier presidente mediocre de los que en las décadas más recientes han dirigido ese imperio e incluso de alguno de los cada vez más poderosos jefes del complejo militar industrial que rige los destinos de ese país.

Naciones amigas de creciente peso en la economía mundial por sus avances económicos y tecnológicos y su condición de miembros permanentes del Consejo de Seguridad como la República Popular China y la Federación Rusa, junto a los pueblos del llamado Tercer Mundo, en Asia, África y América Latina, podrían alcanzar ese objetivo. Los pueblos de las naciones desarrolladas y ricas, cada vez más esquilmados por sus propias oligarquías financieras, comienzan a desempeñar su papel en esa batalla por la supervivencia humana.

Mientras tanto el pueblo bolivariano de Venezuela se organiza y se une para enfrentar y derrotar a la nauseabunda oligarquía al servicio del imperio que pretende asumir de nuevo el gobierno de ese país.

Venezuela por su extraordinario desarrollo educacional, cultural, social, sus inmensos recursos energéticos y naturales, está llamada a convertirse en un modelo revolucionario para el mundo.
Chávez, que surgió de las filas del Ejército Venezolano, es metódico e incansable. Yo lo he observado durante 17 años desde que visitó por primera vez a Cuba. Se trata de una persona sumamente humanitaria y respetuosa de la Ley; jamás ha tomado venganza contra nadie. Los sectores más humildes y olvidados de su país le agradecen profundamente que por vez primera en la historia haya una respuesta a sus sueños de justicia social.

Veo con claridad, Hugo —le dije— que la Revolución Bolivariana en brevísimo tiempo puede crear empleos, no solo para los venezolanos sino también para sus hermanos colombianos, un pueblo laborioso, que junto a ustedes luchó por la independencia de América, un 40 % del cual vive en la pobreza y una parte importante en estado de pobreza crítica.

Sobre estos y otros muchos temas tuve el honor de conversar con nuestro ilustre visitante, el símbolo de la otra Venezuela.
 

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