Las guaguas del SIDA. – NACER CON LA FIRMA DE LA MUERTE

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La UNICEF clama por más más apoyo y ayuda médica para las mujeres embarazadas que portan el virus de inmunodeficiencia humana –cuyo número, el de las mujeres portadoras y enfermas, está en crecimiento– en el mundo en desarrollo. La Organización de las Naciones Unidas para el sida, ONUSIDA, ha establecido que en los países pobres menos de 10% de mujeres embarazadas VIH positivas reciben medicación para evitar la transmisión del virus a sus bebés.

Y sin no son tratadas –asegura UNICEF– un 25% de sus bebés resultarán también contagiados, Pero si contaran con las medicinas antiretrovirales y cuidados médicos durante el embarazo, el riesgo de infección disminuiría exponencialmente. Como ocurre en Canadá, Estados Unidos y varios países europeos.

Las futuras madres que reciben tratamiento antiretroviral y cuidados médicos logran reducir el riesgo de transmisión a menos de 2%, siempre según la UNICEF.

El costo de los medicamentos no es muy alto, y los resultados están a la vista. Sin embargo, en el mundo en desarrollo, nueve de cada diez mujeres VIH positivas no tienen acceso a estos tratamientos cuando están embarazadas. Y sin atención alrededor del 35% de los bebés que nacen de madres VIH positivas son contagiados.

Sucede que las posibilidades de sobrevida de una guagua portadora del virus VIH, no son buenas. La mitad de esos niños morirá antes de cumplir dos años, dice UNICEF. Según su portavoz, Ana Tiersen: «Existe una verdadera desigualdad entre los niños que nacen de madres VIH positivas en los países ricos y los de los países pobres.

«Y para esas madres y esos bebés, esto significa una sentencia de muerte».

No obstante según las estadísticas de UNICEF el número de bebés nacidos con el VIH logró reducirse de 700.000 en 2005 a poco más de 500.000 en 2006. No se tienen cifras respecto de la la cantidad de abortos realizados en el mismo lapso.

El uso de condones parece ser la mejor protección para la mujer ante la eventualidad de ser contagiada a través de relaciones sexuales. El mayor número de mujeres infectadas lo son por sus parejas estables.

La mogijatería imperante en América latina, la influencia religiosa, la ignorancia en materias vinculadas con la vida afectiva y sexual y el desprecio de los Estados por la salud de la población –en especial por los jóvenes sexualmente activos–, convertida en muchos países en un negocio mas, impiden reducir la tasa de recién nacidos condenados cotidianamente a muerte.

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