Las incontables víctimas de la crisis financiera…

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Luis Casado.*

«La crisis terminó…», decían los obedientes expertos pagados para decir burradas. Lo curioso es que las víctimas aumentan a ojos vista. El 22 de mayo fue el turno de Zapatero y su partido que aun llaman «socialista» y «obrero» sin sonrojarse, el PSOE. En dichas elecciones el PSOE fue barrido por el Partido Popular (derecha), perdiendo 2.262 concejales y 55 diputados autonómicos. El partido de Zapatero obtuvo dos millones de votos menos que el PP.

En las encuestas relativas a las próximas elecciones generales la derecha dura de Rajoy tiene una ventaja anunciada de más de 13 puntos. Adiós Zapatero, y muy probablemente adiós al que pudiese ser su efímero sucesor, el muy urbano Alfredo Pérez Rubalcaba. El PSOE le deja hecho, y bien hecho, el trabajo sucio a la extrema derecha: reducción de salarios, reducción de las pensiones, reducción de los presupuestos de la educación, reducción del gasto público, saneamiento con dinero público de la banca filibustera, protección a ultranza de las grandes fortunas y del gran capital, flexibilidad laboral…

Para Rajoy el camino no será tan cuesta arriba. La socialdemocracia obediente sigue contribuyendo a la desaparición del Estado de bienestar, remplazándolo por el bienestar de aquellos que detestan el Estado.

Ayer le tocó a los «socialistas» portugueses. El primer ministro José Sócrates no le hizo honor a su legendario homónimo. Aceptó sin chistar el plan de rescate de la Unión Europea y el FMI, en vez de hacer como hubiese hecho el Sócrates hijo de Sofronisco, sufre dolores de Xantipa y maestro del Platón de los cojones: preguntar, «¿Y bien, qué es un plan de rescate?» Porque si hubiese hecho la pregunta habría obtenido la respuesta: Un plan de rescate de la UE y del FMI es una entelequia que le hace pagar al personal la borrachera de los especuladores, los rufianes, los piratas de la puñeta financiera y los políticos «progresistas», irresponsables y sin huevos.

Sócrates, el lusitano, no tuvo ni siquiera los cojones de hacer como el de Atenas: en vez de beber cicuta renunció a su puesto de secretario general del PSP, que no quiere decir «por si pasa» sino partido socialista de Portugal que viene a ser como lo mismo. Uno, metido en las zapatos del observador foráneo, apostaría a que más de algún currante, más de una ama de casa, más de un estudiante, más de un funcionario público, más de un cesante, más de un jubilado, más de un pequeño empresario arruinado, hubiese preferido que Sócrates, el portugués, hubiese imitado al ateniense.

Pero así van las cosas de este mundo: para ser político «progresista» es condición sine-qua-non ser irresponsable. Y descarado. Para reciclarse luego como asesor de una multinacional con un salario tan guapo que exige un cierto grado de resistencia a la vergüenza. Es el caso de Felipe González en España, el de Tony Blair en Inglaterra, el de Gerardt Schröeder en Alemania, o para mirar más cerquita de la ruca de uno mismo, el de los palos blancos de la Concertación entre los cuales Daniel Fernández y Jaime Estévez no son sino el envoltorio del paquete.

Las víctimas  de la crisis aumentan pues a ojos vista, y se van sumando a Grecia, Irlanda, Islandia y otros países que hasta hace poco la estaban rompiendo y eran mencionados como un ejemplo para el mundo y sus alrededores. Ya no les llaman el «tigre celta», o el «puma suramericano»: ahora los denominan los avestruces de las estepas o las ostras de la pileta.

Para que veas que no todo es malo y que no hay para qué profundizar en la soteriología, la prensa financiera le ve el lado positivo a estas cosas: «Los analistas estiman que el claro resultado de las elecciones será bien recibido por los inversionistas…».

Se me olvidaba: los inversionistas nunca están del lado de las víctimas.

* Editor de Politika
(www.laizquierda.cl)
En el periódico del Movimiento Generación 80.

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