Las metamorfosis de la deuda

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Las recientes preocupaciones por la solvencia de los Estados hacen olvidar que el trepidante crecimiento de la cadena de activos/pasivos financieros que se respaldan mutuamente —observado en el mundo durante el auge— era de todo punto insostenible, ya que superaba ampliamente al crecimiento del comercio y la renta planetaria. ⎮ JOSÉ MANUEL NAREDO.*

La desregulación del sistema monetario internacional y unos estados que aumentaron sus déficits y deudas para animar primero el aquelarre inmobilliario-financiero y pagar después sus platos rotos, propiciaron la escalada de deudas que ahora nos preocupa y que ha empujado al Gobierno a querer limitar el déficit en la Constitución.

En EEUU, las políticas anticrisis de Bush y de Obama elevaron, respectivamente en sus mandatos, el crecimiento anual de la deuda pública del 8 al 15 % acumulativo, hasta que el Tea Party mandó parar y se rebajó la calificación de la deuda estadounidense.

En la UE fueron los mercados financieros y las agencias de rating los que pusieron coto a una huída hacia delante similar, al apreciar riesgos de insolvencia en algunos países que habían acumulado deudas públicas y privadas astronómicas.

Culpar de esta penosa situación al retrógrado Tea Party, a los malvados mercados o a las malignas agencias de notación, viene a ser como el niño que culpa a la mesa del coscorrón que se ha dado.

Supone confundir causas inmediatas con aquellas otras de fondo que apuntan que las deudas no pueden crecer hasta el infinito y, menos aún, vinculadas a burbujas especulativas abocadas a pincharse. Ante los problemas que comportan tanto el pago como el impago de las deudas, sólo cabe aplazarlas o traspasarlas a otros y en esa pelea estamos.

Primero se ha conseguido transmutar deuda y bancarrota privada en pública y ahora se quiere cargar esta sobre las espaldas de los colectivos más débiles. Si la protesta de estos lo dificulta, sólo cabrá traspasarla a esos bancos centrales tan supuestamente independientes, que siempre defienden a la patronal.

La Reserva Federal lo viene haciendo: ha comprado ya más deuda pública estadounidense que ese gran propietario que es China. Y el BCE ya ha empezado a hacerlo. En este caso, la mayor inflación y depreciación de la moneda será el coste de digerir la deuda, asumido por todos sin quererlo.
 
*Estadístico. Columnista del diario Público de Madrid.
En www.other-news.info

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