Las relaciones entre Rusia y la región: El “oso ruso” en Latinoamérica

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Leandro Gianello *

El gigante euroasiático incrementa su interés por Latinoamérica de la mano de acuerdos comerciales y alianzas estratégicas. La búsqueda de la influencia perdida en el mismísimo patio trasero de su antiguo enemigo de la Guerra Fría.
 
Si definiéramos en términos musicales a la actual política de intercambio comercial en el concierto de las relaciones estratégicas, esta vez, Rusia se perfila como el director de orquesta, y América Latina, feliz, toca las cuerdas y los vientos, conformando una sinfonía que para muchos oídos suena desentonada. Una nueva etapa de inversiones se abre en el horizonte regional, pero por ahora con resultados que se oyen como incógnita.
 
El unipolarismo económico ya pasó de moda, ahora lo que desfila en las grandes pasarelas es un multilateralismo remozado de la mano de nuevos escenarios de poder -que surgen en el horizonte de la crisis del capital- donde esperan, agazapados, actores veteranos que parecían jubilados. Hablamos del gigante chino, del espíritu hindú, pero especialmente del oso ruso que renace, post debacle económica de los ’90.
 
Estos últimos años asistimos a un resurgimiento gradual de la economía rusa que -tal como una Mamuschka conceptual- va guardándose mercados de menor a mayor, especialmente en nuestra región, otrora colonia europea pero siempre patio trasero de vecino indeseable (Estados Unidos). Es que el dinamismo de los mercados latinoamericanos y el contexto de crisis internacional impulsa una relativa (muy relativa) independencia regional en términos financieros, aprovechada por los otros que se habrían quedado afuera de la histeria inversionista.
 
Commodities, recursos naturales y productos latinoamericanos son objeto de las inversiones rusas, al menos en cuanto proyectos comerciales y tratados firmados, ya que, al menos por ahora, la balanza de intercambio no refleja un crecimiento significativo, y sabemos que la economía internacional no son sólo sonrisas y apretones de manos, menos aún con estos días aciagos.
 
Pero dejando de lado suposiciones y análisis a futuro, la realidad indica que existe y es real un avance estratégico ruso sobre los mercados regionales, que después de la caída de la Unión Soviética en 1991, literalmente, se había borrado del continente. Hoy las cosas cambiaron en el marco de alianzas varias que surgieron con el abandono político estadounidense de los últimos años y la aparición de liderazgos populares como el de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.
 
Los rusos vienen marchando sobre su caballito de batalla que es la venta de armamento y tecnología a valores promocionales, tal como si quisieran meterse en el bolsillo a medio subcontinente con rifles Kalashnikov y aviones Tupolev, algo que de a poco están logrando, so pena del Secretario de Asuntos Hemisféricos estadounidense, Thomas Shannon, y del resto del gbinete de George W. Bush.
 
Venezuela es la principal interesada en la adquisición de productos de origen ruso, especialmente en lo que refiere a armamento; ya cerró contratos para la provisión de aviones caza y bombarderos, fusiles y tecnología militar, a las que en un futuro se sumarían unos cuantos submarinos y navíos de guerra. Pero el caso de la nación bolivariana, si bien es paradigmático por la cantidad de dinero invertido, no es aislado ni excepcional. (Ver: “Ladran Sancho…”. APM 19/09/2008).
 
Muchos países sudamericanos han comprado armamento ruso y casi todos se mostraron interesados en alguno de sus productos derivados, tales como tanques, camiones de transporte, helicópteros y radares. Hasta acá parecería que el interés por los productos de la ex Unión Soviética únicamente pasa por las balas y los misiles. Al menos mediáticamente esto es verdad, pero se descuida una parte más importante aún, que es la de la inversión directa en desarrollo industrial y tecnología de uso civil, tales como el transporte y la energía, entre otras.
 
Los ejemplos cunden; con Perú, los rusos han llevado a cabo, además de los tratados de cooperación militar, “acuerdos técnicos y comerciales de transferencia de tecnología y licencias de producción”, según destaca el periódico El Universo. En Bolivia, el diario La Prensa señala que “la relación bilateral con la ex república Soviética avanza con la compra de cinco helicópteros para defensa civil y un plan de lucha anti narcóticos”, ocupando el lugar que antes era exclusividad de Estados Unidos.
 
El portal cubano de Prensa Latina indica que las relaciones abiertas y fraternales con Chile se han traducido en “óptimos nexos políticos y en un fructífero intercambio económico” y en “colaboración en el campo económico-comercial y de finanzas, los sectores fitosanitario, de pesca, acuicultura y vitivinicultura, la minería y el intercambio en ciencia, tecnología, educación, energía y el campo técnico-militar.”
 
La Presidencia de Uruguay hace mención a las palabras del embajador de Rusia en el país, quién dijo que su nación “desarrolla con éxito la cooperación técnico-militar con varios países de América Latina, porque esta región es considerada ‘un área de mucha perspectiva’”. Colombia expresó que “el ejército está dispuesto a comprar helicópteros de ataque y de transporte militar rusos y examina igualmente la adquisición de aviones de caza Soukhoi y de vehículos blindados de transporte.”
 
Con Brasil, según el portal Adn Mundo, “Rusia desarrollará un plan para aumentar exponencialmente su comercio bilateral.” La idea es “alcanzar los 10.000 millones de dólares en 2010, siendo que el país carioca es principal socio comercial de los rusos en América Latina, y que en 2005 suministró el 2.4 por ciento del total de las importaciones de ese estado”. Ecuador, por su parte, “propone a los rusos una serie de opciones negocios, hay empresas que han comenzado a trabajar en la minería y existen proyectos conjuntos en el campo de la energética”, como marca la agencia rusa Ria Novosti.
 
Argentina es el segundo socio comercial de los rusos en la región, y según Prensa Latina “los nexos comerciales con los argentinos continúan creciendo y la perspectiva indica que debe producirse un incremento del intercambio en ambas direcciones”. A todas estas naciones ahora se suma Paraguay, donde Rusia está en negociaciones para abrir una representación diplomática en Asunción e importar carne y sus derivados.
 
En fin, con todos estos datos podemos decir que los negocios de Rusia en la región son normales, pero podrían ser sólo la punta de lanza de un proyecto más ambicioso aún; el reemplazo, por lo menos ideológico, de espacios que le fueron usurpados en Europa oriental por los estadounidenses, o en su defecto, los mercados a los que antes no accedía por su distanciamiento geográfico.
 
Así, Rusia intenta recomponer su peso específico en el panorama internacional, intentando compensar la pérdida de la influencia que hace apenas 17 años disfrutaba, cuando el mundo era bipolar. La lógica de su enemigo dice que con dinero se llega lejos, y Moscú lo comprendió en un tiempo relativamente corto; la sinfonía Rusa vuelve a sonar, solamente que ahora los espacios son otros, las formas son distintas; las ideologías están truncas, los negocios son negocios y los países, también.
 
*Publicado en APM

 

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