«Le damos a la palabra un valor: el deseo de ser escuchada”

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Mario Casasús.*

Por teléfono desde Cuernavaca el editor Raúl Silva habla de La Ratona Cartonera, editorial que publicará Forward: Kioto, relato  de Juan Villoro; la presentación se realizará en la ciudad de Cuernavaca el viernes 14 de mayo y aparecerá simultáneamente publicado por Sarita Cartonera (Perú), La Propia Cartonera (Uruguay), Poesía con C (Suecia), Ultramarina Cartonera (España), Textos de Cartón y Cartonerita Solar (Argentina).

Raúl Silva (1958) es periodista cultural y editor. Fundador de la revista audiovisual Nomedites, y de las editoriales: La Cartonera (2008)  y La Ratona Cartonera (2009). Trabaja como corresponsal en México de la Red de Emisoras Comunitarias Radio Bilingüe de Estados Unidos y colabora en las revistas Replicante (México) y Zona de obras (España). Durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara recibió el Premio Nacional de Periodismo Radiofónico (FIL, 2001). Actualmente escribe una crónica del Movimiento Infrarrealista.

Después de una decena de títulos publicados, ya están editando varias antologías de poesía chilena, argentina y ecuatoriana; y la correspondencia inédita de los poetas Infrarrealistas Mario Santiago, Joséantonio Suárez y Juan Ramírez Ruíz.

Raúl Silva declara: “A veces, nosotros mismos hemos usado la palabra resistencia para referirnos a estos gestos primitivos de andar a contracorriente. Aunque, en realidad, más bien nos desplazamos sin resistencia y aprovechando el envión que nos procura viajar por donde queremos, dejando en manos de nuestros instintos primigenios nuestra brújula”.

—¿Cuál es la genealogía de las Editoriales Cartoneras en Latinoamérica?

—No es fácil encontrarla, porque son acciones silvestres, pero no conozco un antecedente más preciso que Ediciones El Mendrugo, que fundó –a mediados de la década 1971/80— la poeta argentina Elena Jordana, en Nueva York, Santiago de Chile y México DF.

"Allí se publicaron libros a mano con portadas de cartón, páginas de papel kraft y autores como Nicanor Parra, Octavio Paz, la propia Elena Jornada, Ernesto Sábato, José Joaquín Blanco, Guillermo Samperio, Stella Calloni, Atahualpa Yupanqui. Se trata del antecedente más lejano.

"Después vendría Eloísa Cartonera —nació en la Argentina a principios de 2003—, Sarita Cartonera del Perú, Yerba Mala y Mandrágora en Bolivia, Animita en Chile, Yiyi Jambo en Paraguay, Dulcineia Catadora en Brasil y la octava editorial es La Cartonera de Cuernavaca.  

—¿Ustedes fundaron el primer proyecto cartonero en México de esta segunda época?

—No, el primer proyecto se llama Lulio Cartonero, de la librería La Torre de Lulio, de la Condesa en México DF. Ellos solamente han publicado un título, en 2006, que se llama A golpe de Cábala y ganó el Premio Efraín Huerta en 2003. La Cartonera nació en febrero de 2008, aunque se pensó desde 2007.

—¿Por qué la división de La Cartonera y la nueva editorial Ratona Cartonera bajo tu dirección?

—Dejamos La Cartonera poco a poco. A su manera, cada uno vio nubarrones en el horizonte y preferimos quedarnos con esa sensación estimulante de lo intenso que fue publicar juntos 9 libros. La Cartonera y La Ratona de Cuernavaca son descendientes directas de Sarita Cartonera de Lima, Perú.

"Después de un viaje que hice por Suramérica y reunirme con las editoras Milagros Saldarriaga y Tania Silva, las conocí en el Centro Cultural España de Lima en la presentación de mi revista digital Nomedites dedicada al Infrarrealismo, ahí surgió la idea, comenzamos a reunirnos Kristos, Nayeli Sánchez, Rocato, José Antonio Suárez en Cuernavaca, nuestro primer libro fue un cancionero con disco compacto de Kristos que se llamó El silencio de los sueños abandonados (2008), trabajamos juntos hasta 9 títulos, pero en el camino comenzaron las separaciones, por distintas razones… 

—Y mudanzas…

—Kristos se fue a Guadalajara, y en otros casos no compartíamos la idea de lo que debíamos publicar.

—En entrevista la editora Milagros Saldarriaga me contó la historia del libro que publicaron simultáneamente varias editoriales cartoneras, sé que fue tu proyecto, ¿por qué hiciste esta propuesta Infrarrealista?

—Publicar el libro del poeta Mario Santiago Respiración del laberinto fue un proyecto pionero porque por primera vez se unieron 8 editoriales cartoneras para una misma acción, que tuvo sus variantes que lo hicieron más cálido porque cada edición incluía un prólogo distinto: Pedro Damián y Joséantonio Suárez (México), Bruno Montané (Chile) Juan Villoro (Paraguay) Tulio Mora (Perú), Diana Bellessi (Argentina), Homero Carvhalo (Bolivia). Camila do Valle (Brasil). Todos los autores fueron invitados por su cercanía con el poeta infrarrealista, vivencial y literariamente.

—Produjiste el CD-Room de Nomedites dedicado al Infrarrealismo, y recuerdo alguna vez conversamos sobre la antología “Jeta de Santo” (FCE, 2008) de Mario Santiago. ¿Por qué tu fijación con el Infrerrealismo?

—Me atrae esa actitud de vivir la vida como un acto poético donde la premisa es ese Déjenlo todo, que Bolaño retomó de Breton en el Primer Manifiesto del Movimiento Infrarrealista, sin olvidar que es una apuesta “cabrona”, y si alguien tuvo ese arrojo fue Mario Santiago.

"La historia del Infrarrealismo tiene infinitas voces y cuentos que ni se imaginan. Claro, se conoce más la nota roja, el escándalo, las afrentas. Ejemplo formidable de esto lo pueden ver y escuchar en una entrevista que le hicieron a Carmen Boullosa en España, donde cuenta que ellos —los poetas que giraban alrededor de Octavio Paz— no saboteaban fiestas ni recitales como los infrarrealistas, aunque sí saboteaban sus publicaciones y hacían lo posible porque no publicaran donde ellos publicaban. Esta declaración, que parece de lo más cándida, en realidad es una afirmación de lo que una y otra vez retaron los infrarrealistas".

—¿A cuántos poetas infrarrealistas conocistes y entrevistaste?, lo pregunto porque también percibo una admiración por afecto… 
    

—A casi todos. Se trata de una cercanía en donde habita el afecto –que no es algo menor— pero de ninguna manera me rindo ante una mala poesía o a una que otra megalomanía.

—Después del "boom " de Bolaño en Anagrama y las traducciones al inglés, de la antología de Mario Santiago en el FCE, ¿estamos frente a un nuevo canón?

—No lo sé. En todo caso esa sería una tarea de los antropólogos literarios. Se que hay poesía, mucha poesía, y no sólo estoy hablando de cantidad. Pero que no les cuenten, que no les digan; búsquenla, ahí está y más de varios fundadores del Infrarrealismo sigue vivos, creando, croando.

—Rául, ¿no hay una intención infrarrealista al editar libros cartoneros?

—Ahora que lo dices, lo pienso. En todo caso no es algo conciente, aunque pareciera tener esa intención. En el prólogo que la poeta argentina Diana Bellesi escribió para la edición del libro de Mario Santiago en Eloisa, lo digo por lo que escribió la poeta Diana Bellessi: “Cómo le hubiera gustado verse publicado en este proyecto, cauce familiar para su vida y su obra.”.

"Pero sí, las editoriales cartoneras son un infinito gesto de búsqueda en un mundo donde todo se controla por ese poder que quiere todo para sí. Nosotros le damos a la palabra el valor que tiene: el deseo de ser escuchada".

—Vivimos el amor y la literatura en los tiempos del mercado editorial, ¿cómo soluciona un editor cartonero los problemas de derechos de autor?

—No tenemos un esquema legal, ni contratos, sólo el trato directo con lo autores y todo se mueve a partir de su generosidad. Pero cada editorial cartonera tiene su manera de relacionarse con los autores. Nosotros editamos 120 ejemplares y le damos 20 al autor. 10 0 15 van para los colaboradores y el resto para quienes les interese comprarlos.

"Creo que aun cuando se trata de acciones culturales que en muchos sentidos viajan a contracorriente, su dimensión no se puede valorar por la cantidad de libros que se publican. No olvidemos que en estos tiempos toda acción primitiva, como la de hacer libros de cartón, tiene en la red una nave intergaláctica".

—¿Están en comunicación la mayoría de las Editoriales Cartoneras de Latinoamérica?

—Es una relación accidentada. No existe como tal una comunicación orquestada donde todos o casi todos nos encontremos. Básicamente cada una anda en lo suyo y mientras esto se refleje en la multiplicación de editoriales cartoneras, pues qué mejor.

"Las más recientes nacieron en las últimas tres semanas,  por ejemplo: una en Mozambique, aunque no sé si en estos momentos que lo digo están naciendo otras. En todo caso, manifestación de los encuentros posibles entre cartoneras han sido la edición casi simultánea de Respiración del laberinto (2008-2009), el Congreso en Madison (2009) y la próxima edición de La Ratona Cartonera, el cuento de Villoro que coeditaremos con Sarita Cartonera de Lima (Perú), La Propia Cartonera de Montevideo (Uruguay), Poesía con C de Suecia, Ultramarina Cartonera de Sevilla (España), Textos de Cartón de Córdoba y Cartonerita Solar de Neuquén (Argentina).

"La Cabuda Cartonera de El Salvador y Ultramarina Cartonera de Sevilla, han convocado a crear una red de editoriales cartoneras. Ojala prendan esas convocatorias, pero si no prenden ya de todas maneras todos estamos prendidos".

—Las Editoriales Cartoneras llamaron la atención de algunos círculos académicos en norteamérica, tanto en la Universidad de Wisconsin, como en Harvard con los talleres que imparte Doris Sommer, ¿a qué lo atribuyes?       

—El Congreso de Editoriales Cartoneras que organizó la Universidad de Wisconsin-Madison fue una oportunidad para que siete de las cartoneras invitadas se conocieran personalmente y compartieran e intercambiaran libros y experiencias; eso ha propiciado una mayor comunicación. Pero también corresponde a una curiosidad académica que le viene bien a las nuevas formas masivas de editar, con maneras cálidas que le vienen bien a este planeta.

"La biblioteca cartonera de la Universidad de Madison, supongo que la más completa en el planeta, comparte espacio muy cerca de los incunables, algo muy paradójico y a la vez gracioso".

—La catedrática de Harvard, Doris Sommer, plantea una interesantísima tesis para elaborar libros cartoneros y fomentar la lectura, tú organizaste un taller con Santa Muerte Cartonera en México DF, ¿cuál es tu marco teórico? 

—Lo que hacemos es de forma silvestre, en mi caso tiene que ver con la cercanía a la literatura, acciones culturales y edición de revistas como Nomedites.; hay una actitud en el fondo en busca de nuevos caminos. Hace poco, Santa Muerte Cartonera y la escritora Maríz Alzira Brum nos invitaron a una presentación de la Novela suvenir, en el Centro Cultural España de México, que incluyó la manufactura del libro: las 50 personas que acudieron al taller pintaron su libro, lo armaron y se lo llevaron a casa sin ningún costo, una acción maravillosa.

"También, La Ratona Cartonera tuvo una experiencia intensa en Zihuateutla, la sierra norte de Puebla, donde hicimos un taller con 120 maestros indígenas de la lengua tutunakú. Ellos, y otras etnias, están realizando un ejercicio de reflexión en torno al paso de la oralidad a la escritura. Nosotros aportamos lo que hemos aprendido creando libros, para que ellos tengan la propuesta y decidan qué historias de la tradición oral les gustaría editar, con el fin de crear editoriales cartoneras en comunidades indígenas".

—¿Editarán libros bilingües en náhuatl y tutunakú?

—Ah, eso sería un nuevo vuelo para La Ratona. Lo estamos buscando.

—¿Cuál será el próximo libro de La Ratona Cartonera?

—Nos han llegado varios libros. Dos antologías de poesía, una de Argentina (desde Textos de cartón)  y la otra de Ecuador; poesía de dos poetas chilenos: Matías Ellicker y Kato Ramone; la correspondencia de Mario Santiago, Joséantonio Suárez y Juan Ramírez Ruíz (donde se registran los orígenes del Infrarrealismo y su conexión con el Movimiento Hora Zero de Perú)… Tenemos una edición bilingüe del poeta Rubén Medica, Nomadic Nation-Nación Nomada, que publicaremos con una cartonera que está por nacer en Norteamérica.
 
—¿Cómo funciona el cronograma de La Ratona Cartonera?, ¿cuánto tiempo tardan en elaborar un tiraje de 100 ejemplares?

—La banda de La Ratona somos Alicia Reardon, Laura Burns, Joséantonio Suárez, Rebeca López, Armando Brito, Lea Martire y yo, pero decir que sólo somos nosotros es quedarnos cortísimos. La Ratona es un estado de ánimo y por su guarida se acercan para compartir sus ocurrencias muchas y muchos más. Cada uno de los libros que hemos publicado ha tenido su camino.

"El primero, Mapas y escritos de Bruno Montané, tuvo una edición de 100 ejemplares, casi totalmente agotada. Las ediciones de Cabiria, de Ramón Méndez; El último ciclista, de Pedro Damián Bautista; Con Catulo de Rodilla de Edgar Saavedra; Con Catulo de Rodilla, de Joséantonio Suarez; y En la suite de culebra, del pintor Armando Brito —nuestro primer libro de gráfica— las hemos publicado paulatinamente. Por cierto que este libro de gráfica lo presentaremos pronto en una galería de Los Ángeles".

—¿Ustedes son responsables de la distribución?

—Sí. Hemos participamos en un tianguis de libros en el centro de Cuernavaca; o a través de los amigos que viajan dentro y fuera del país es como los libros se van desplazando; en México DF, la Librería Madero exhibe a la venta nuestro material; tenemos la intención de llevarlos a otras librerías capitalinas y de Cuernavaca.

—Aquí es cuando se extraña a Mauricio Achar en Cuernavaca…

—Claro, en Gandhi hemos tenido buena conexión, sin los requisitos de las grandes librerías, ni facturas de impuestos. Pero también hay otros libreros que saben comprender a La Ratona.

—Finalmente, ¿tienen algún tipo de acercamiento con la dirección del Centro Cultural Universitario en Cuernavaca?

—No hemos buscado un contacto con la Universidad de Morelos; en cambio con el director del Centro Cultural Universitario sí, con Javier Sicilia la relación es a nivel de autor, el poeta, ensayista y novelista escribió el prólogo del libro: Cristo en Cuernavaca (2008) de Howard Fast. No hemos dado otros pasos para abrir posibilidades de difusión y distribución en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, todavía no.

* Periodista.
Publicado originalmente en www.elclarin.cl —se reproduce aquí por gentileza del auto
r.
 

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