Libia, mirada desde Venezuela: «tomados por sorpresa»

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Néstor Francia.*

El editor de la BBC londinense para América del Norte, Mark Mardell, expresó que “Ante la insistencia de Estados Unidos” los términos del documento del Consejo de Seguridad  sobre Libia “fueron más duros” de los que se preveían y esto “tomó a todos por sorpresa”. En ese “todos” nos incluimos nosotros, que teníamos la vana esperanza de que a esa malhadada resolución se opusieran países como Brasil, o que Rusia y sobre todo China usaran su derecho a veto.

Porque aquí no se trata de defender o no al gobierno de Gadafi, sino de impedir que los países más poderosos, con Estados Unidos a la cabeza, sigan decidiendo por la fuerza de las armas el destino de los pueblos. Sin embargo, tampoco descartábamos lo que ha sucedido.

En nuestro análisis del 17 de marzo pasado apuntábamos: “¿Se atreverá el Consejo de Seguridad de la ONU a permitir la insondable perspectiva de una zona de exclusión aérea? ¿Se atreverán el Imperio y sus aliados a actuar por su lado y a entrar en la riesgosa aventura de una intervención militar en Libia, sea del tipo que sea, o se resignarán a una amarga derrota? Dentro de poco la insuperable realidad nos dará todas las respuestas”.

En el caso de Brasil, se dice en círculos de análisis de ese país que Rousseff tiene la intención de desarrollar una política exterior “más pragmática” que la de Lula, lo que equivale, más allá de los eufemismos, a una derechización del gigante del Sur en el plano internacional.

Rusia es una gran potencia capitalista y actúa como tal, sus diferencias con Estados Unidos se refieren a las zonas de influencia de su poder, y no a alguna divergencia en cuanto al tipo de sociedad que se debe desarrollar.

Pero de verdad esperábamos otra cosa de China, aunque su actual posición nos confirma en la idea de que en este país asiático se percibe una clara recuperación del capitalismo y una inclinación de su dirigencia hacia posiciones de derecha tanto internas como externas. Por eso no es de extrañar la proliferación de huelgas y protestas populares, a pesar de que no están permitidos los sindicatos y de que hay muy poca organización popular, en una nación burocratizada y donde se ha visto crecer rápidamente la brecha entre los más ricos y los más pobres, signo clásico del capitalismo.

En fin, lo que demuestra la resolución de la ONU sobre Libia es que los países que quieran mantener su soberanía y escapar a los designios e intereses de las grandes potencias (donde debemos empezar a incluir a Brasil, la séptima mayor economía del mundo), deben solo confiar en la organización y determinación de sus propios pueblos, pues realmente no hay entre esas potencias ningún “socio” confiable, pues les importan un bledo las vidas de nuestros pueblos y tan solo actúan en función de sus propios intereses, que de santidad no tienen nada.

Por supuesto, el gobierno de Estados Unidos estaba eufórico después de esta victoria diplomática. “Hoy el Consejo de Seguridad ha respondido al grito de ayuda del pueblo libio”, valoró la embajadora de ese país imperial ante la ONU, Susan Rice, después de la votación.

Nuestro presidente Chávez, por su parte, se mantuvo en sus trece en la defensa del derecho a la autodeterminación de los países y pueblos del mundo, y calificó de irresponsable las acciones militares extranjeras contra Libia, y aseguró que dichas acciones son para adueñarse de su petróleo: “Detrás de eso está Estados Unidos y sus aliados europeos ¿Cuándo les importó a ellos la vida del pueblo? …La Organización de Naciones Unidas se prestó para eso, en vez de hacer una comisión urgente que vaya a Libia, pero no les importa nada los resultados de esa comisión, ahora veremos qué pasa.

"Sabemos lo que va a pasar: bomba, bomba, guerra y más sufrimiento para un pueblo y más desastre. Esa es la mano del capitalismo en su fase superior…Exigimos desde aquí un cese al fuego de verdad y que se retorne al camino de la paz. Que se acabe la imposición de los poderosos de esta tierra”.

El Presidente no dejó de poner nuestras barbas en remojo, al precisar:
“Aquí hay gente que tiene planes parecidos al de Libia, generar violencia interna para justificar una reunión del Consejo de Seguridad…Yo sé de los planes que tienen con Venezuela, violentar el país, crear condiciones para el 2012: ¡qué ni se les ocurra!… Andan diciendo incluso que Chávez ya perdió, y que si gana es por fraude. Ellos tratarán de crear una coyuntura violenta antes, durante o después del proceso electoral, por eso llamo a los venezolanos que son capaces de pensar racionalmente: neutralicemos esos factores violentos, que quieren generar un caos como en 2002”.

Si algo bueno tiene el despropósito aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU es que sigue delineando las fronteras de las posiciones políticas en el mundo. América Latina es un claro ejemplo de ello. Los gobiernos de Venezuela, Cuba, Uruguay, Argentina, Paraguay, Bolivia, Ecuador y Nicaragua se oponen a la intervención militar extranjera en Libia, mientras esta tiene el apoyo de México, Colombia, Chile y Perú, todos estos últimos con gobiernos abiertamente de derecha.

Otros guardan aún silencio, como Brasil, este último caso bastante vergonzante, pues Obama anunció las acciones militares en territorio brasilero, siendo que el país del sur se “abstuvo” en la votación del Consejo de  Seguridad (es decir, se lavó las manos como Pilatos), mientras Dilma Rousseff guardaba un desvergonzado silencio.

Entretanto, el secretario general de la Liga Árabe, Amro Musa, manifestó que “lo que ha ocurrido en Libia difiere del objetivo de imponer una zona de exclusión aérea…Lo que queremos es la protección de los civiles y no el bombardeo de otros civiles”. Aquí vale el refrán criollo de “tarde piaste, pajarito”, pues la propia Liga Arabe había pedido la creación de la fulana zona de exclusión aérea. Les pasa lo que a Rusia, que ahora ha condenado la operación internacional contra Libia, después de que el gobierno de Gadafi anunciara un alto el fuego. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores rusos, Alexander Lukashevich, ha asegurado que su país “lamenta” la acción militar contra Libia.

Por su parte, Fidel Castro volvió a poner en su justo lugar a esa fábrica de iniquidades que es la ONU:

“…¿Para qué existe el Consejo de Seguridad, el veto, el anti veto, la mayoría, la minoría, la abstención, los discursos, la demagogia, y los solemnes alegatos de Ban Ki-moon?… Tal poderío estúpido sobra, no se usaría, ni puede usarse; harían falta decenas de planetas como la Tierra. Solo sirve para demostrar el derroche y el caos engendrados por el capitalismo…”

También Irán, opuesto al gobierno de Gadafi, aclaró su perspectiva. El portavoz del ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Ramin Mehmanparast, declaró que “La posición de la República Islámica se cimenta siempre en el apoyo a los pueblos de cualquier país y a sus demandas legítimas”. Pero añadió, refiriéndose a los bombardeos que se iniciaron el sábado, que “esas potencias normalmente entran en escena con el pretexto de que apoyan al pueblo. Sin embargo, únicamente persiguen sus propios intereses”.

Por su lado la jerarquía católica volvió a mostrar su posición ambigua e hipócrita de, precisamente, no tomar posición y escudarse tras frases hechas con las cuales más bien respaldan las agresiones imperiales. El papa Benedicto XVI dijo estar “profundamente preocupado por el conflicto en Libia” y, tras el rezo hoy del Ángelus en el Vaticano, pidió que se proteja a los civiles. El sumo pontífice hizo un llamamiento “a todos los responsables políticos y militares para que no pierdan de vista la seguridad y la integridad de los ciudadanos”. Paja loca, saludos a la bandera.

En cuanto a los escuálidos del patio, por supuesto que apoyan la intervención en Libia, por varias vías: la omisión (la mayoría no ha dicho esta boca es mía), la justificación (como Capriles Radonsky, quien expresó su “rechazó por aquellos líderes que provocan el surgimiento de conflictos bélicos en sus respectivos países”) o el respaldo abierto, sin dejar de comparar la situación libia con la de Venezuela, avizorando un futuro donde, por supuesto, correríamos justificadamente la misma suerte.

Es el caso de Osvaldo Alvarez Paz, quien afirmó en un artículo que “La operación protectora del pueblo libio encabezada por Francia, Inglaterra y Estados Unidos, con España, Alemania e Italia en guardia solidaria para la acción, está plenamente justificada…Tampoco es legítimo arroparse con la bandera de la “soberanía” o de invocar el principio de la no-intervención para evadir el compromiso de normas existentes o resoluciones de las instancias correspondientes…

"El drama del pueblo libio también es nuestro. Cuanto sucede en aquella parte del planeta, incluido Egipto, Túnez y las demás realidades convulsionadas, tiene que servir de ejemplo para gobernantes con delirios de liderazgo universal y pretensiones de permanencia eterna. Esos que no vacilan en mentir, en robar y hasta matar, tendrán en el caso Libia una lección imposible de ignorar. ¿Qué estará rondando en la cabeza de los Castro, de Ortega… y de Hugo Chávez?”.

En sentido parecido se expresa el militar y conspirador Fernando Ochoa Antich: “Dejémonos de tonterías. La desmedida ambición de poder de Muamar Gadafi tenía que conducir a Libia a la tragedia que actualmente vive. Era imposible evitarla. Los pueblos se ilusionan con los líderes carismáticos y casi mágicos que basan su prestigio en esa habilidad casi inexplicable que les permite engañar por mucho tiempo a los humildes, creándoles esperanzas de redención que nunca llegan, y que siempre terminan en regímenes violatorios de las libertades públicas y de los derechos humanos. Ese es más o menos el caso de este criminal paranoico.

"El bombardeo inclemente y el asesinato en masa de civiles indefensos, produjo tal escándalo en la opinión pública internacional que fue imposible evitar la intervención del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas…

"El fondo de la resolución es transparente y no tiene dudas: se ha declarado una exclusión aérea que limita el sobrevuelo de cualquier tipo de avión sobre Libia, pero que al mismo tiempo deja abierta la posibilidad del empleo militar en caso de ser necesario para obligar a la negociación y limitar los ataques de las tropas mercenarias de Gadafi en contra de la oposición … La pregunta que tienen que hacerse los venezolanos, ante tan dolorosos acontecimientos, es si el régimen chavista no tiene entre sus objetivos copiar una estructura de poder similar a la establecida por Gadafi en Libia …

"Si observamos, con absoluta objetividad, la orientación antidemocrática del régimen debemos empezar a preocuparnos … hay dos aspectos que deseo resaltar porque considero que son las pruebas más consistentes de la cercanía ideológica del chavismo al régimen de Gadafi: la tendencia de Hugo Chávez a querer prolongarse eternamente en el poder y el progresivo esfuerzo de reemplazar a la Fuerza Armada, de orientación profesional y apolítica, por una organización dominada por la existencia de una milicia ideologizada, con presencia de mercenarios cubanos. Más claro no canta un gallo. Ojalá, mis compañeros de armas valoren los riesgos que enfrentan Venezuela y su Fuerza Armada. Respeten y hagan respetar la Constitución Nacional”.

Por “coincidencia”, el Miami Herald publicó ayer un “reportaje” donde se habla de nuevo del “armamentismo” de Venezuela, bajo el título de “Hugo Chávez se arma hasta los dientes”, y donde se afirma que “Con varios centenares de tanques, helicópteros y transportes blindados, además de decenas de barcos de guerra, submarinos y redes de misiles, Venezuela está armándose hasta los dientes con una rapidez sin precedentes en la historia de la nación sudamericana…

"Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un grupo de investigación con sede en Wáshington, dijo que la falta de transparencia con que las armas son adquiridas en América Latina es por lo general un tema de preocupación, pero que las compras de Venezuela aunadas a la incendiaria retórica adoptada por Chávez podrían motivar a otros países a armarse…Shifter señaló que parte de las compras podrían ser justificadas por la necesidad de modernizar las fuerzas armadas del país, pero la falta de claridad sobre los equipos y los propósitos por los cuales están siendo adquiridos en Venezuela genera nerviosismo en la región. ‘El problema es la retórica beligerante proveniente del gobierno de Chávez’, dijo Shifter, ‘Eso crea más preocupación y ansiedad sobre cuál es el propósito de estas armas y en qué podrían ser usadas’”.

Un momento más que conveniente para que la ultraderecha insista en que Chávez es una amenaza. También es altamente conveniente para la oposición apátrida de Libia (que se dejó de pruritos, después de haber dicho que rechazaba la intervención extranjera) el inflar ahora el número de víctimas, llevándolo hasta el límite de la exageración. El vicepresidente y portavoz del Consejo de Transición de Libia (CNT), Abdelhafid Ghoga, el brazo político de los rebeldes, anunció hoy en el canal de televisión Al Yazira, que al menos 8.000 personas han muerto en Libia desde el pasado febrero en el intento de derrocar al gobierno de Muamar al Gadafi.

En Venezuela, mientras tanto, los escuálidos siguen tratando de recuperar “glorias” pasadas (como los sucesos que llevaron al golpe de Estado de abril de 2002), dentro del plan desestabilizador que pueda llevarlos al “sueño de Libia”. Ya hay trancas de autopistas y siguen nuevas “huelgas de hambre”, como la que anuncia para hoy el ex alcalde del municipio Sifontes del estado Bolívar, Carlos Chancellor.

Los golpistas del patio siguen provocando y haciendo insinuaciones para nada sutiles, como Carlos Blanco, quien justificó ayer en El Universal el golpe del 11 de abril, y afirmó, de cara al futuro: “La desobediencia militar es legítima cuando los oficiales reciben órdenes ilegales. No hay que olvidar que la tesis de ‘la obediencia debida’ no cubre la responsabilidad personal de quienes violen los derechos humanos, especialmente desde la aprobación del Estatuto de Roma y el establecimiento de la Corte Penal Internacional”.

Los sueños golpistas no mueren ni morirán en el devenir inmediato.

* Analist a de asuntos políticos.

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