Lo que la prensa de EEUU no registra. – LAS GANAS DE SACAR YA A BUSH

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Los grandes medios de EEUU y América Latina ocultan que desde hace tres años existe un movimiento que hace campaña para acusar y destituir legalmente al presidente y a su vicepresidente, Richard (Dick) Cheney, por mentir y cometer crímenes de guerra contra la población civil de Iraq.

En el último año de su mandato, Bush insiste –afiebrado– en atacar a Irán, convencido que otra guerra revertirá el colapso de la economía estadounidense, mientras los grandes medios cubren con generosidad las primeras escaramuzas de una nueva competencia por la Casa Blanca, donde todos los precandidatos republicanos y demócratas prometen continuar con todas las guerras del imperio, salvo pequeñas diferencias sobre la intensidad letal de la injerencia imperial.

12 razones para acusar a Bush

El movimiento que impulsa el “impeach” sistematizó 12 razones para acusar y destituir a Bush y a su alter ego Cheney:

1 Apropiarse de la Casa Blanca en 2000 y 2004 mediante fraudes electorales absolutos.

2 Mentir al pueblo estadounidense y engañar deliberadamente al Congreso para lanzar una guerra de agresión no provocada contra Iraq.

3 Autorizar y dirigir la tortura de miles de prisioneros conducidos a la muerte, al dolor extremo, a desfiguraciones y traumas psicológicos. Ocultar deliberadamente al Comité Internacional de la Cruz Roja a los prisioneros que se había rendido, haciéndoles desaparecer sus expedientes como detenidos y conduciendo a centenares de presos a «sitios negros», conocidos por la tortura rutinaria de los cautivos. Detener gente indefinidamente y suspender las garantías del principio jurídico habeas corpus.

4 Ordenar y autorizar el uso de armas anti-personales en zonas libres de fuego y centros urbanos densamente poblados de Iraq, conduciendo a la muerte a decenas de millares de civiles, incurriendo en crímenes de guerra bajo el derecho internacional.

5 Usurpar el derecho del pueblo estadounidense de conocer la verdad acerca de las acciones gubernamentales con el uso sistemático de la propaganda y la desinformación.

6 Construir una presidencia imperial firmando promulgaciones de leyes pasadas subrepticiamente por el Congreso pero negando la intención congresional. Decisiones del gobierno que se ocultan de la visión pública y del Congreso subvirtiendo el Acta (ley) de Libertad de Información (Freedom of Information Act). El espionaje ilegal de millones de norteamericanos sin autorización de las cortes de justicia y encubierto durante años con mentiras.

7 Minar la capacidad de New Orleáns de soportar un huracán, permitiendo así su destrucción por el Katrina, y las fallas en la ayuda de manera oportuna a las víctimas, incompetencias que provocaron la muerte o desaparición de millares de estadounidenses.

8 Negar el calentamiento global, sin hacer caso del “Pico petrolero” (Peak Oil) y permitir que la industria del petróleo se beneficie a largo plazo a costa de la supervivencia de la raza humana y la viabilidad del planeta.

9 Violación del principio constitucional de separación de la Iglesia y el Estado con la ligadura de ideologías teocráticas en el proceso de toma de decisiones del gobierno de EEUU.

10 No haber podido evitar los ataques del 11 de septiembre, a pesar de la abundancia de evidencia muy específica acerca de un próximo ataque terrorista sobre Nueva York y en particular al Centro Mundial de Comercio, y utilizar esta falla como una excusa justificadora de los ataques preventivos contra otros países y para la suspensión de las libertades civiles fundamentales de los estadounidenses y de su derecho a la privacidad.

11 Promoción de la dominación global del mundo por EEUU, mientras se construyen y usan armas ilegales de destrucción masiva.

12. Derrocamiento de Jean-Bertrand Aristide, el presidente democráticamente elegido de Haití, e instalación de un régimen altamente represivo.

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Libro sobre la acusación

En el libro Impeach the President, the case against Bush and Cheney (Acusación al presidente: el caso contra Bush y Cheney), publicado por la editorial Seven Stories Press de Nueva York, los cientistas sociales estadounidenses Dennis Loo y Peter Phillips desnudaron, junto a otros autores, las mentiras gubernamentales ampliamente defendidas por la gran prensa para fabricar una visión equivocada –propagandística y acrítica– del rol mundial de EEUU en las mentes de los ciudadanos consumidores de noticias precocinadas por los grandes medios de EEUU y del resto del mundo.

Dennis Loo es profesor asociado de sociología en la Universidad Poly Pomona, de California. Sus especialidades incluyen encuestas, orden público, movimientos sociales, medios y criminología. Su reciente trabajo Ningún rastro de papel quedó detrás: el hurto de la elección presidencial 2004, ha recibido la más amplia aclamación, en tanto Peter Phillips es profesor de sociología de la universidad estadal Sonoma State, de California, y director del Proyecto Censurado, una organización de investigación de medios.(1)

«En esta época desesperada, cuando las mentiras y las verdades a medias son la política oficial, cuando nuestra gente joven y los civiles iraquíes inocentes pagan con sus vidas estas mentiras, este libro contiene una presentación clara de los crímenes de Bush y de Cheney», aseguró Cindy Sheehan, activista anti-guerra y autora de Querido Presidente Bush, otro texto crítico del dictador estadounidense.

“Los capítulos de esta gran obra de lucha exponen no sólo el análisis y poderosos detalles de estos crímenes, sino que señalan un derrotero para todos: Es urgente que cada estadounidense pensante lea este libro», expresó Sheehan.

Peligro del nuevo totalitarismo

Autores de gran reputación intelectual en el mundo progresista de EEUU y en todo el planeta, como el historiador Howard Zinn, creen que este libro es “un llamado conmovedor de los principales analistas políticos de nuestro tiempo”. En la introducción del texto, Zinn dijo: «Este importante volumen contribuye poderosamente a la campaña para la acusación y debe ser bienvenido por cualquier persona involucrada con la paz, la justicia y una nación verdaderamente democrática».

Aparte de la llamativa introducción de Howard Zinn, el volumen incluye contribuciones de Dennis Loo, Peter Phillips, Judith Volkart, Dahr Jamail, Jeremy Brecher, Jill Cutler, Brendan Smith, Larry Everest, Greg Palast, Nancy Snow, Barbara J. Bowley, Mark Crispin Miller, Kevin Wehr, Richard Heinberg, Lyn Duff, Dennis Bernstein, Bridget Thornton, Lew Brown, Andrew Sloan, Cynthia Boaz y Michael Nagler. Impeach the President es una llamada de clarín para un movimiento popular aún de mayor alcance que el movimiento pacifista de los años 60. Como escriben los editores en el prefacio, los «gobiernos no caen por su propio peso; deben ser empujados…»

«Un caso hermético para acusar a Bush y Cheney por crímenes de guerra y hechos delictivos domésticos. ¡Culmina la oportunidad para un cambio legal del régimen!», escribió Marjorie Cohn, presidenta del Gremio Nacional de Abogados (National Lawyers Guild).

«Un ojo abierto, una multi-acusación contra Bush y los reaccionarios sin ley que lo secundan en la Casa Blanca. Bien editado, bien substancioso y muy bien argumentado, ofrece verdades duras que golpean y puede servir como manual para la acción política», en opinión de Michael Parenti, autor de La lucha de la cultura y superpatriotismo (The Culture Struggle and Superpatriotism).

«Asoma un nuevo totalitarismo; ésta es la advertencia. Los ciudadanos que se sienten inquietos por sí mismos deberían leer este libro importante y pensar en cómo ejercer sus responsabilidades. La ciudadanía –hay que decir la verdad– no está tranquila, ni libre», comentó George Kenney, ex funcionario del departamento de Estado.

La conclusión del libro señala que «pueden decir que [el ministerio de] la Seguridad de la Patria y FEMA [sigla en inglés de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias) hacen su trabajo, pero [el desastre de] New Orleans los califica mal. Pueden asegurar que están ganando la guerra al terrorismo y la guerra en Iraq, pero los hechos desmienten a diario sus aseveraciones. Pueden asegurarnos que están protegiendo nuestras libertades civiles y están haciendo todo según la ley, pero casi cada semana aparecen revelaciones frescas de sus ilegalidades».

Según sus editores, Impeach the President es un comprensible análisis de una administración criminal. Desentierra las historias ocultas tras los fraudes electorales de 2000 y 2004, las mentiras descaradas utilizadas para justificar la guerra preventiva en Iraq, la extensa comisión –todavía en desarrollo– de crímenes de guerra y torturas, las trágicas fallas de dirección en el manejo de las consecuencias del huracán Katrina y las ofensas menos conocidas pero igualmente alarmantes, de la propaganda y la desinformación, el espionaje ilegal de los ciudadanos, e incluso la destrucción ambiental y la violación de la separación de la Iglesia y el Estado.

Los académicos Loo y Phillips revelan completa la escalofriante amenaza escondida tras la fuerza de la derecha radical que asumió el control del poder de mayor alcance del mundo. De cara a una amenaza extraordinaria y sin precedentes de la Casa Blanca y sus actuales aliados contra las libertades civiles, los derechos civiles, la Constitución, la ley internacional y el futuro del planeta, esta persuasiva obra revela que ahora mismo debe crearse un drástico y dinámico cambio político.

Sin prensa, la acusación existe

Hace exactamente diez años hubo una gran cobertura mundial del “impeachment” que intentaron los puritanos republicanos contra el Presidente Bill Clinton, por sus jugueteos sexuales en el Salón oval de la Casa Blanca con la regordeta Mónica Lewinsky, quien se entretenía con sus partes pudendas debajo del escritorio, mientras arriba el jefe de la nación más poderosa del globo manejaba la política doméstica y mundial y a lo mejor ordenaba en ese mismo instante el bombardeo de 1998 a la supuesta fábrica de armas “terroristas” de Sudán que finalmente resultó ser un modesto centro comercial con farmacia y panadería, donde murieron hombres, mujeres y niños completamente inocentes.

Pero el hecho de que la prensa oculte este nuevo intento de “impeachment”, no significa que no exista, asegura el sociólogo Phillips. “Si está emergiendo rápidamente un movimiento nacional que llama a una acusación del Presidente y, por otro lado, los grandes medios corporativos no cubren esta noticia, la pregunta clave es: ¿existe realmente un movimiento nacional para acusar al presidente?, reflexionó el académico.

Los abogados de la acusación difundieron extensamente por correo en EEUU más de 1.000 artículos de redactores de pequeños periódicos locales que aludieron a la acusación. Por ejemplo, en la Post-Gazette de Pittsburg, el escritor George Matus escribió: «sigo estando enfurecido por las preguntas sin respuestas acerca de las encuestas a boca de urna, las máquinas de votación, Iraq, el costo del nuevo seguro de enfermedad, ¿quién formula nuestra política energética?, el caso Jack Abramoff, los memos de Downing Street y el ‘impeachment’”.

(Jack Abramoff es un lobbysta republicano sentenciadp a casi seis años de prisión, tras declararse culpable de casos de corrupción relacionados con importantes políticos republicanos, un affaire que tuvo escasa repercusión en la prensa, en tanto los memorándums secretos de Downing Street [la calle en que vive el primer ministro inglés] son documentos británicos desclasificados demostrativos de que Bush y el entonces primer ministro Tony Blair acordaron invadir Iraq en julio del 2002, o sea: se confabularon para derrocar al presidente iraquí Sadam Hussein casi un año antes de lanzar su ataque y como justificación falsearon los informes de inteligencia y nunca pretendieron evitar seriamente la guerra que iniciarían en marzo de 2003).

David Anderson, pluma del Oregonian, de McMinnville, Oregon, preguntó: «¿Dónde están ahora los miembros de nuestra delegación ante el Congreso para exigir que las acciones del actual Presidente sean investigadas para considerar si la acusación (impeachment) o la censura son acciones apropiadas?» Una carta de Guillermo Dwyer en La Gaceta de Charleston dice que el «Congreso nunca tendrá el valor de comenzar el proceso de la acusación sin una marejada de ultraje a la gente».

Otros antecedentes de la campaña

Según Dennos Loo y Peter Phillips, los concejos o municipios de algunas ciudades, numerosos órganos directivos colegiados y algunos comités centrales locales y estadales del partido Demócrata votaron por la acusación, por ejemplo, en Arcata, California el 6 de enero. La ciudad y el condado de San Francisco también votaron que sí el 28 de febrero. El comité central demócrata del condado de Sonoma votó por la acusación el 16 de marzo. Otro tanto hicieron los municipios de Newfane, de Brookfield, de Dummerston, de Marlboro y de Putney, en Vermont, quienes votaron por la acusación también en marzo.

La convención del partido Demócrata del estado de Nuevo México se reunió en marzo para debatir la «acusación de George Bush y su retiro legal de la oficina de la Casa Blanca». El Partido Verde llamó a nivel nacional a apoyar la acusación hace un año. Escritores y articulistas del St. Petersburg Times, Newsday, Yale Daily News, Barrons, Detroit Free Press y el Boston Globe también llamaron a apoyar la acusación.

Las portadas de The San Francisco Bay Guardian (25/01/06) The Nation (30/01/06) y Harpers (3/06) publicaron titulares de primera página para realzar artículos en favor de la acusación al presidente. En marzo, 22 representantes del Congreso copatrocinaron la Resolución 635, que propuso un comité selecto para estudiar los argumentos que recomiendan la acusación a Bush.

Encuestas que nunca tuvieron gran difusión demostraron que la mayoría de los estadounidenses consultados estaban a favor de la acusación al presidente. Por ejemplo, en octubre de 2005 la empresa Public Affairs Research descubrió que el 50% de estadounidenses dijeron que el presidente Bush debía ser acusado si mintió sobre la guerra en Iraq. Otra encuesta de Zogby International, de noviembre de 2005. encontró que el 53% de los consultados decían «si el Presidente Bush no dijo la verdad sobre sus razones para ir a la guerra contra Iraq, el Congreso debe considerar sostener una acusación directa en contra suya para hacerlo responsable». Una consulta de American Research Group demostró en marzo de 2006 que el 42% de los estadounidenses favorecían la acusación de Bush.

A despecho de todos los apoyos y sentimientos favorables al Impeachmen, los grandes medios corporativos no le prestan atención al movimiento por la acusación al Presidente, dijo Phillips. El diario Bangor Daily News simplemente divulgó el 17 de marzo que el ex fiscal general de EEUU Ramsey Clark instaló el sitio web Votetoimpeach.org y que otros grupos están utilizando la red Internet para impulsar la acusación. El Wall Street Journal, del 16 de marzo, editorializó acerca de si era justa la acusación que buscaba la «izquierda chiflada», cuando quizás algunos demócratas del Congreso se aliarían para alimentar «la bilis de las brigadas en favor de la censura y la acusación al presidente».

Los demócratas “perdonaron” a Bush y Cheney

Los medios corporativos han ignorado los llamados a intensificar la acusación, quizás deseando que no prospere. En una ocasión, las noticias de televisión y los shows de conversación mencionaron la acusación más de 100 veces en 30 días, pero fue en el contexto de la propuesta de censura del senador Russ Feingold y la ausencia de amplio apoyo demócrata para sacar adelante la censura o la acusación. En las noticias de televisión no hay nada que haga sospechar que en EEUU existen millones de ciudadanos que están llamando a sacar adelante una acusación contra Bush y sus cohortes, indicó Phillips.

La administración Bush mintió sobre Iraq, espía ilegalmente a los ciudadanos de EEUU y continúa cometiendo crímenes de guerra en el Oriente Medio. Paralelamente a la incapacidad de los medios para dar cuenta de la existencia de una acusación, continúa expandiéndose la marejada del ultraje, mientras la dirección demócrata nunca exhibió real interés por la acusación al presidente. La congresista demócrata Nancy Pelosi, de California, dijo por televisión que la «acusación está fuera de tabla». Para los críticos como Phillips, «al liderazgo demócrata, al parecer, la acusación le resultaba demasiado divisiva para sus objetivos 2008 e interfería su agenda del congreso para los dos últimos años de Bush».

La acusación fue la oportunidad de una acción popular para ponerle término a un gobierno corrupto –dijo Phillips–, pero aparentemente, los demócratas perdonaron sin juicio a Bush y a Cheney. Según una investigación del diario británico Lancet Medical Journal, 650.000 civiles han muerto en Iraq desde que EEUU comenzó la invasión. El bombardeo aéreo estadounidense de vecindades civiles ha causado un tercio de estas muertes, incluyendo familias completas, con niños, madres, padres y abuelos incluidos.

Ahora sabemos que Bush y Cheney mintieron sobre las armas de destrucción masiva (WMD, su sigla en inglés), indicaron los autores Phillips y Loo. Según los llamados Memos de Downing Street, de julio de 2002, la «acción militar [para justificar la invasión de Iraq] fue considerada como inevitable… justificada por la conjunción del terrorismo y las WMD… donde las actividades de la inteligencia… fueron subordinadas a esta política». Bush y Cheney engañaron al pueblo estadounidense, cometieron fraude contra el Congreso y violaron sus juramentos constitucionales. La acusación nunca ha sido autorizada. Y todavía, los demócratas dicen que está fuera de tabla, y que solamente pueden aprobar una suave reprimenda del Congreso para detener la marejada. ¿Cuántos millares más de seres humanos deben morir para que los estadounidenses digan «¡Basta!»?, se preguntó Phillips.

Más gasto militar = más pobreza

“Hemos visto cómo han engordado los beneficios brutos de las compañías petroleras y de los contratistas militares privados como resultado de las guerras derivadas del 11 de septiembre de 2001”, dijo Phillips. El dinero y el cabildeo de los intereses favorables a la guerra ejercen influencia significativa entre los miembros del Congreso, mientras las máquinas de relaciones públicas de la industria privada y del gobierno trabajan a tiempo completo con los grandes medios corporativos para mantener vivo nuestro temor a los terroristas, indicó Phillips.

Phillips asegura que “todavía, los valores y la base moral de la gente estadounidense se basan en amor, trabajo duro, familia y justicia. Con todos nuestros defectos, somos básicamente gente buena que ha sido desviada por un maquinación neo-conservadora que busca nada menos que la dominación militar total del mundo. Reconocemos el temor a la guerra, rechazamos la tortura y entendemos la conexión entre el gasto militar y el empobrecimiento de la infraestructura, incluyendo la vivienda, la educación, la salud y el empleo.

Phillips piensa que en las elecciones parlamentarias el pueblo estadounidense votó por la paz y que los sondeos de opinión demuestran que existen dos tercios que se oponen a la guerra, mientras la mitad apoya la acusación al Presidente y al Vicepresidente. “Tenemos la opción individual de ser «buenos alemanes» y de ocultar nuestras cabezas en la arena [como lo hicieron los germanos en tiempos de Hitler] o de tomar la acción unitaria para destronar el poder imperial con la opción popular de la acusación”, concluyó Peter Phillips.

Nota

1) Mayor información [en inglés] en el portal del Project Censored, aquí.

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* Periodista y escritor.
carmonaulloa@gmail.com

Este artículo se publicó en el portal de Argenpress, agencia de noticias independiente de la Argentina; en dicho portal, aquí, puede leerse el artículo completo, que incluye el contenido de cada capítulo del libro de Dennis Loo y Peter Phillips.

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