Los mapas de Bolivia

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Marcos Salgado*

Tomándose toda la semana, tal como se había anunciado, la Corte Nacional Electoral de Bolivia entregó los resultados finales del recuento de actas de la histórica votación del domingo ultimo, en que el presidente de Bolivia Evo Morales resultó confirmado por una cifra histórica que raya el 70 por ciento de los votos. Los números desmienten a los medios de comunicación y sus encuestas a boca de urna, con las que en la misma tarde del referéndum intentaron mostrar una Bolivia dividida, que no es tal.

“Evo pierde en cinco departamentos, pero recibe el respaldo de cuatro”, se leía en título de La Prensa, uno de los diarios tradicionales y opositores de Bolivia, el lunes 11 de agosto por la mañana, cuando el recuento oficial apenas comenzaba. El mapa de la Bolivia verde para el “SI” y roja por el “NO” aparecía convenientemente dividido. Un hachazo a la mitad del mapa de la nación. Incluso, el territorio donde -según la “noticia” había ganado el NO aparecía levemente -convenientemente- mayor.

Ya los canales de televisión habían bombardeado con la misma imagen del mapa toda la tarde del domingo. Según ellos, los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni -es decir, los que vienen impulsando sus estatutos autonómicos- más Chuquisaca le habían dicho “NO” al presidente. “Se revocó a Evo en cinco departamentos”, confundía una y otra vez una presentadora de Unitel (el canal de un hacendado cruceño). Como si Evo dejara de ser presidentes en aquellos departamentos donde -siempre según aquellas bocas de urna- hubiera perdido el “SI”.

Lo cierto es que los resultados finales disponibles en la página de internet de la Corte Nacional Electoral de Bolivia son bien distintos. En lugar de cinco, son sólo dos los departamentos donde prevaleció el NO. Santa Cruz, donde el No alcanzó el 59.25% contra el 40,75% del Sí y en Beni, donde el rechazo fue más ajustado: 56,28% para el No contra el 43,72% para el Sí. En Tarija fue empate 50,17% por el No y 49,83% por el Sí (457 votos de diferencia) y en Pando las bocas de urna simplemente fantasearon: el resultado real fue 52,50 por el Sí contra 47,50 por el No. Lo mismo sucedió en Chuquisaca, allí el Sí a Evo Morales se impuso por el 53,88% de los votos, contra el 46,12% del No.

Así, el mapa verdadero, el que ningún canal de televisión boliviano ni diario del continente se dignó en presentar, es bien distinto.

Pero nuestro recorrido puede ser aún más preciso, si se revisa lo que sucedió en cada provincia, es decir, en cada división administrativa de los departamentos en cuestión.
Así, veremos que de las 15 provincias de Santa Cruz, el Sí a Evo Morales se impuso en 7 y el No en 8. Es decir, un departamento dividido, con un prefecto que elige ver la mitad de vaso y pregonar que el presidente Evo Morales no tiene pisada en el oriente boliviano. Deberá pensar antes si él mismo tiene pisada en la mitad de su departamento. Allí, la “mancha verde” del Sí se extiende especialmente al oeste, en las zonas de migrantes del altiplano y pueblos indígenas de Yapacaní y San Julián, y al sur, en la provincia cordillera, zona de indígenas guaraníes.

Un ejercicio similar de revisar el mapa debería hacer el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, otro duro a la hora del discurso. En su departamento, tres de las cinco provincias votaron Sí al presidente. En otra el No se impuso en una proporción de 6 a 4 y en la restante por apenas ¡2 votos!. Otro empate.

En Beni, el No se impuso en cinco de los ocho departamentos y en Tarija y Chuquisaca la extensión territorial del voto también es atendible. En el primero, el No se impone sólo en la provincia que incluye la capital, Tarija y lo mismo sucede en Chuquisaca, donde el voto No solo se impone en la provincia Oropeza, donde se encuentra la ciudad de Sucre. En las otras 9 provincias de ese departamento, el Sí se impone con porcentajes enormes, algunos superiores al 90 por ciento, similares a los que se verifican en la mayoria de las provincias de La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí.

Así, el mapa del país dividido cinco a cuatro queda definitivamente desvirtuado, pero no pretendamos que el canal Unitel nos lo muestre, claro que no.

Después de este recorrido se deben anotar algunas conclusiones generales sobre la situación actual de Bolivia. La primera es evidente: contra lo que pretenden mostrar la prensa local e internacional, el presidente Evo Morales recibió una elección importante incluso en aquellos departamentos donde se impuso el No. La peor votación fue en la pequeña provincia de Iténez, en Beni (allí votaron poco más de 5.600 personas). En el resto, no bajó del 35 por ciento, ni siquiera en la provincia Andrés Ibañez, de Santa Cruz, donde se encuentra el bastión opositor, Santa Cruz de la Sierra.

También conviene comparar estos resultados con los de los referéndums que buscaban imponer estatutos autonómicos. Contra la sensación arrolladora de mayo y junio, agosto nos muestra otra realidad. En Santa Cruz de la Sierra, Evo Morales obtuvo un apoyo histórico, votó por el Si el 40,75%, mientras el prefecto Costas fue ratificado por el 66,43%, contra un 33,57% que le dijo No. Santa Cruz tuvo el índice de abstención más alto del país un 24 por ciento, cuando en general se ubicó bien por debajo del 20%. En Beni, Pando y Tarija, las cifras de aceptación a los prefectos fueron menores, y el voto a favor de Evo Morales fue aún mayor, al punto de ganar en Pando y empatar en Tarija. En suma, queda claro que las cifras rimbombantes de apoyos superiores al 80 por ciento en los referéndums por los estatutos autonómicos solo puede entenderse a la luz de un gigantesco abstencionismo y de una campaña mediática que evitó cualquier análisis serio. Ahora que sí votaron las mayorías, la realidad es otra.

Aunque todos deberían leer estos resultados, esta claro que la derecha no está dispuesta a aceptar la derrota. Lo que un sector de la oposición parlamentaria soñó como una forma de horadar definitivamente a Evo Morales se convirtió en una victoria que deja las cosas peor -para ellos- que hace unos meses. Ahora el gobierno tiene la iniciativa y los esfuerzos por recuperar algo de espacio por parte del “golpismo civil”, como denomina el presidente a los que se niegan a perder privilegios, los desnuda como lo que son: violentos, autoritarios, y -también- minoritarios.

Esto no los hace menos poderosos, y tampoco los torna inofensivos. Por el contrario, hay que esperar para los próximos días esfuerzos desestabilizadores, porque son pocos, pero no están aislados. En esa clave habrá que leer el “paro cívico” convocado para este martes.

*Periodista argentino. Enviado especial de Telesur a Santa Cruz

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