Luz verde a la tortura

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Frei Betto *

Este año se conmemora el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Según el Guiness, es el documento traducido a mayor número de idiomas, cerca de 330. Es también el menos respetado en el mundo. En el 2009 se conmemoran los 220 años de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789, proclamada por la Revolución Francesa.
 
Entre 1898 y 1994 los Estados Unidos, que pasan como paladines de la democracia y acusan a otros países de no respetar los derechos humanos, derribaron 48 gobiernos latinoamericanos, entre ellos el de Joao Goulart, de Brasil, en 1964. (¿Sabe por qué nunca hubo un golpe de Estado en los Estados Unidos? Porque allí no hay embajada estadounidense).
 
Desde el 11 de septiembre el gobierno de Bush autorizó el secuestro y la aplicación de torturas a los sospechosos de terrorismo, llevados en vuelos clandestinos desde Europa hasta la base naval de Guantánamo, en Cuba, donde son mantenidos prisioneros.
 
La base fue ocupada por las tropas usamericanas en la guerra de 1898 entre Estados Unidos y Cuba. A partir de 1903 fue alquilada por poco más de US$ 5 mil anuales, aunque La Habana no cobra nunca los cheques enviados por Washington. Un acuerdo de 1934 dice que el área de 116 kms2 sólo podrá regresar a la soberanía cubana después de negociaciones entre los dos países, cuyas relaciones diplomáticas están rotas desde 1961, en que el gobierno de Kennedy fracasó en su intentó por derribar al nuevo régimen revolucionario mediante el desembarco de diez mil mercenarios en Bahía Cochinos.
 
Hasta junio de este año los prisioneros en Guantánamo no tenían acceso a los principios elementales del Derecho, como el habeas corpus, institución que data de 1215. Por suerte, ahora la Corte Suprema derrotó a Bush, sacando a los prisioneros de Guantánamo del limbo jurídico.
 
En el 2002 el abogado Jonatham Fredman, asesor de la CIA, aconsejó al Pentágono autorizar la aplicación de torturas a los sospechosos de terrorismo, como la simulación de ahogamiento, privación de los sentidos, desnudez forzosa y explotación de fobias, lo que fue aceptado por el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
 
Cuestionada al año siguiente, Janis Karpinski, comandante general de la prisión de Abu Ghraib, en Bagdad, admitió que "Rumsfeld autorizaba esas técnicas específicas". En febrero del 2007 Alberto González, entonces secretario de Justicia de Bush, declaró que "quizás la Convención de Ginebra (que prohíbe las torturas) haya sido sobrepasada". Y en febrero de este año, convocado a declarar en el Congreso, Michael Hayden, director de la CIA, no tuvo el menor empacho en admitir que "la simulación de ahogamiento fue usada sólo en tres presos".
 
Aunque considerada crimen horrendo y repugnante, la tortura continúa siendo practicada en Brasil, sobre todo por policías civiles y militares. En sus cursos de formación, promovidos por el poder público, ¿ellos aprenden algo sobre derechos humanos?

* Publicado en Adital

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