Manuel Rodríguez: – EL OPOSITOR ENFERMIZO EN TV

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

No sólo contra O’Higgins y la Logia Lautarina se rebeló el alma permanentemente inquieta, inestable y bullente de Manuel Rodríguez, que en algún momento llegó a proclamar (como se vio en la tele, en una de las pocas coincidencias con la historia) que, si le tocara ser gobernante, él mismo se encargaría de encabezar la oposición contra sí mismo, en lo que parece ser una constante del comportamiento político chileno: si no, vean lo que sucede entre los partidos de la Concertación.

Rodríguez se rebeló también contra los Carrera. Había empezado su vida política en mayo de 1811, cuando fue nombrado procurador de la ciudad de Santiago, como un patriota moderado, que se “aceleró” pocos meses después, tras el arribo a Valparaíso desde Estados Unidos de su amigo de infancia José Miguel Carrera.

Designado a dedo diputado por Talca en septiembre de 1811, Rodríguez lo fue a continuación por Santiago, el 15 de noviembre del mismo año. Al día siguiente, tras asumir el mando José Miguel Carrera, éste lo nombró secretario de Guerra. (¡Esos sí que eran pitutos!). El 2 de diciembre de 1811 se incorporó al Ejército con el grado de capitán, nombrado paralelamente como secretario personal por el propio Carrera.

Duró sólo un año (1812) la normalidad de comportamiento de Manuel Rodríguez. A comienzos de 1813 empezó a enfriarse la cercanía y la amistad con los Carrera, por la conducta errática del íntimo “secretario personal”, que se transformó de golpe en crítico de los rumbos gubernamentales, junto con sus hermanos Carlos y Ambrosio Rodríguez (este último, también capitán de la Gran Guardia).

Otros descontentos se les sumaron pronto. Cuando ya los complotadores habían empezado a trazar planes para proceder al “desalojo del Gobierno” –¡vaya coincidencia!–, fueron sorprendidos, y Manuel Rodríguez y sus hermanos arrestados, llevados a prisión y enjuiciados por conspirar contra los Carrera.

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Manuel Rodríguez se defendió personalmente de las acusaciones en su contra y trató en vano de inclinar al tribunal a su favor. Pero fue condenado a un año de destierro en la isla Juan Fernández. A diferencia de lo que sucedería en 1818, al menos tuvo entonces un juicio público, y hasta pudo apelar… Recurriendo a un truco. El 19 de marzo de 1813 presentó un documento, haciendo ver la imposibilidad de cumplir la condena, “a causa de un doloroso absceso”, y el castigo fue anulado finalmente, entre gallos y medianoche, como se acostumbraba en aquellos lejanos tiempos.

En 1814, los viejos amigos José Miguel Carrera Verdugo y Manuel Rodríguez Erdoiza se reconciliaron, luego que la Junta de Gobierno fuera reemplazada por el coronel De la Lastra, y Carrera nombrado comandante en jefe del Ejército, para defender al país de la invasión de las tropas realistas que –procedentes de Lima– habían desembarcado en Concepción, al mando del brigadier Antonio Pareja, y marchaban hacia Santiago.

Manuel Rodríguez se quedó en la capital y comenzó a atacar al gobierno chileno, según su profesión de fe, desde el periódico El Monitor Araucano. Carrera, entretanto, fracasó en sus batallas en el sur, especialmente en la de El Roble donde, derrotado, se tuvo que arrojar a las aguas del río Itata, para huir nadando y salvar así su aristocrático pellejo. Comandante en jefe fue nombrado Bernardo O’Higgins, héroe de ese combate, donde pronunció para el bronce la frase “O vivir con honor, o morir con gloria”… detalle que por supuesto nunca ha mencionado el canal de televisión carrerino que produce los “culebrones” seudo históricos al respecto.

Luego de ser depuestos del mando, José Miguel y José Luis Carrera regresaban ocultos hacia Santiago, cuando fueron hechos prisioneros por los realistas, que los encarcelaron en Chillán. Desde allí lograron huir, con la complicidad de sus captores, porque éstos sabían de la desunión que provocarían ambos hermanos entre los patriotas al arribar a la capital. Manuel Rodríguez y sus hombres los acogieron y ocultaron en la hacienda Lo Espejo, donde montaron rápidamente otra conspiración, y volvieron a apoderarse del Gobierno.

José Miguel Carrera organizó una nueva Junta, encabezada por él mismo. Rodríguez fue nombrado otra vez Secretario, y no pudo volver a conspirar contra su jefe y amigo –al menos ese 1814–, porque en octubre sobrevino el desastre de Rancagua. Huyó a Mendoza, fue reclutado por San Martín para regresar clandestinamente a Chile, y empezó la etapa más dramática de su vida, en que se mezcla realidad y fantasía al tratar de reconstruirla. Nadie puede poner en duda que, entonces, su acción patriótica fue eficaz. Pero esa es otra historia.

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* Periodista.

Una versión de este artículo fue publicada por La Nación de Santiago de Chile el martes 24 de Julio de 2007. Se publica aquí por gentileza del autor.

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