Max y yo… – STIRNER Y LA ANTICIVILIZACIÓN

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Por otra parte Stirner está completamente escorado hacia el individualismo, algunos dicen incluso que narcisista, mientras que los análisis anarquistas verdes conciernen a las historias de todo el mundo, la exosfera global y todos los aspectos de la vida. Pero he observado a gentes muy diferentes a las que les gustaba Stirner, desde plataformistas a libertarios –e incluso anarquistas verdes– y todos estos individuos me sorprenden por como son de intensos y singulares, y no estoy totalmente seguro de querer atraer su atención.

Sin embargo he de admitirlo: me gusta Max Stirner. Y esto después de conocerle desde hace mucho tiempo. He de aclarar que no me gusta realmente Stirner como persona o incluso como autor. Era un profesor en una escuela de
chicas alemana que se revolcaba junto a intelectuales arrogantes como Karl Marx y Frederich Engels y se casó con una mujer a la que admitió no haber querido o respetado jamás. En sus escritos a menudo se deja llevar por una
diatriba inútil respecto a la historia europea u otros tipos de polémicas.

No es por nada de esto que me gusta Stirner. Me gusta Stirner en razón de lo que encuentro en sus escritos o por las ideas que se le atribuyen. Resumiré esto diciendo: experimentad vuestra vida por vosotros mismos, no a través de no importa quién o no importa qué otra cosa. En la medida en que sabes que ésta es la única vida que tienes.

Consecuentemente te has de asegurar de que todas las relaciones e ideas que cruzan tu camino, te ayuden a vivir tu vida de una manera más libre, más agradable, más plena y en el aquí y ahora. Y mierda para no importa que o quién trate de cortar tu camino…

Stirner tiene algo de iconoclasta. Adoptó una aproximación anarquista diciendo que todas las formas de gobierno, de capitalismo y de autoridad destruyen a las personas, eliminando lo que haría posible una meta de autosuficiencia en la vida. Stirner tiene también un punto de vista amoral y sostenie que los conceptos de bueno y malo, verdadero y falso, deber y compromiso oscurecen la visión del centro de uno mismo. Llegó a una orientación individualista porque pensaba que la sociedad sitúa conceptualmente al colectivo o al grupo por encima de la persona y desanima la evaluación de la propia vida, en primer lugar. Y tomó una posición existencial diciendo que los conceptos, los sistemas de creencias y las ideas no tienen ningún significado inherente en ellos mismos (eres tú quien da el significado en tí y actúas en consecuencia).

Cuando pones todo esto junto, entonces tienes una visión directa y clara de ti mismo: ¿qué haces aquí y por qué lo haces? Stirner ha precisado cuáles son tus oportunidades en cualquier situación. Si no intentas desenredarte tu
solo, entonces estas perdido en el proceso. Stirner me ha ayudado a encontrar mis convicciones anarquistas en mi modo de ver las cosas. Me ha ayudado a recolocarme claramente en medio de toda la porquería que me rodea. El gobierno y el capitalismo me debilitan en cualquier lugar o en cualquier momento: ¡es necesario largarse!

Todavía más atractivo para mi, es el modo en que Stirner ha ayudado a exponer la naturaleza fantasmagórica de todas esas ideas, como la moralidad, la obligación, la familia, la propiedad, el gobierno y la sociedad misma (y
a considerarlas solo como conceptos en mi cabeza) para verlos consecuentemente como exigencias y amenazas. Stirner me ha recordado que no son sólo las personas y el medio físico las que me hieren o me aprisionan, son todos los pensamientos y relaciones basadas en las ideas, en mi espíritu; así que ¿por qué no elegir pensar y actuar de una manera diferente, de una manera
que me sea más favorable?

Un problema que se ha destacado en la aproximación de Stirner, particularmente cuando se considera en conjunto con la anarquía verde, es que puede ser considerada como pretexto para el consumismo, la glotonería y el exceso. A esto sólo puedo responder que hay una gran alegría en la experiencia humana y que esta es más profunda cuando se alcanza en la salud y el equilibrio, que cuando se alcanza en el consumo y la glotonería. Creo que el cuerpo es un organismo natural y que podemos confiar en su sentido interior (por oposición al capricho y al hábito), para dirigirnos al encuentro de nuestra propia salud y equilibrio personal y que podemos confiar en él para tomar decisiones.

Pero la parte más delicada consiste en intentar aplicar las ideas de Stirner para establecer relaciones de apoyo mutuo y de respeto hacia otras personas y con la vida no humana. Stirner tuvo la intuición de que las relaciones de apoyo mutuo y de respeto eran posibles, pero en realidad no sabía cómo. Las relaciones con su cónyuge son un perfecto ejemplo. Y en cuanto a la vida no humana Stirner continua considerando que es necesario «dominar la naturaleza, hacer que nos sirva». Un tipo no exactamente eco-consciente.

Yo considero todo esto teniendo en cuenta algunos principios de la dinámica
social humana: si eres negligente o engañas a otras personas, es poco probable que éstas tengan en cuenta tus intereses. Consecuentemente, si quieres relaciones
sociales de apoyo, debes tener en mente respeto y apoyo mutuo, cooperación voluntaria, aka-anarquía.

Luego, si quieres que te ayuden de una manera completa y personal, entonces
es necesario que les conozcas y que confíen en tí. Más allá de un cierto
número de personas, la calidad de las relaciones empiezan a disminuir y
consecuentemente también la calidad y la profundidad de la confianza mutua.
Esto pone un límite a la cantidad de personas que puede tener un grupo para
mantener este tipo de integridad. En consecuencia, es deseable elegir
personalmente organizarse en grupos pequeños, basados en la afinidad: tribus.

Si quieres vivir por tí mismo, respetando tu propio placer, satisfecho y
libre y si quieres incluir en ello temas a menudo preteridos, como la
espiritualidad y la sensualidad –los aspectos de la vida tal como los sientes– es seguro que no elegirás trabajar en una fábrica, ni en los campos industrializados, no elegirás encontrarte conduciendo en medio del tráfico o ir ahacer la guerra, ni hacer cola, atontado por el ruido de fondo incesante y discordante de la sociedad industrial, o atravesar los montones de detritus en continuo crecimiento, u otros signos distintivos de la vida civilizada.

Viviendo de una manera distinta el mismo trabajo es visto claramente como una elección indeseable.

La domesticación, pilar esencial de la civilización, está claramente en oposición a la aproximación filosófica a la vida según Stirner. La domesticación exige reemplazar lo que nos sostiene naturalmente. La aproximación de Stirner reside en encontrar y seguir aquello que te sostiene efectivamente. ¿Como se puede aceptar tácitamente la programación y la formación desde fuera de tí mismo, cuando todas tus elecciones de vida deben claramente efectuarse según tus propias reglas, hipótesis y acciones para sostenerte mejor?

Viviendo con aquellos que eligen igualmente vivir sus vidas de este modo,
respetándose y sosteniéndose cada uno solo en sus elecciones, entonces se
establece una relación social que es en sí antitética a la fuerza de educación de la sociedad agrícola e industrial, ergo: de la civilización misma. Esta relación social podría entenderse como un modo generalizado de interacción entre personas que podría servir de base para aquellos que atacan a la civilización o se defienden de sus usurpaciones. De todos maneras, esta forma de relación social y de vivir la vida es en sí un cumplimiento de tus elecciones y una solución para tí mismo –y es por tanto muy valiosa–. La filosofía de Stirner deviene pues antagónica a la civilización.

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Vivir una vida no civilizada, no domesticada, concientemente elegida y
significativa para uno mismo en el contexto de un grupo pequeño de personas
conocidas y de confianza, comprometidos en relaciones mutuales y respetuosas
de apoyo, es la finalidad de la anarquía verde stirneriana. Esta idea como práctica aplicada a mi vida me hace estremecer. Y generalizada al resto de la
humanidad –sin ninguna civilización– es sencillamente embriagadora. Ese
viejo loco y solitario alemán no sabía la que iba a armar.

Stirner llamaba a su noción de las relaciones sociales anarquistas «unión de
los egoístas» y sus ideas llegaron a ser, más tarde, la base para construir modelos de insurrección post anarquistas por medio de grupos descentralizados y autogestionados.

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* Publicado en Green Anarchy, número 21, otoño-invierno 2005 2006.
Aporte enviado por Moésio Rebouças.

Addenda
DE LUTERO AL ANARQUISMO

No vivió demasiado Johann Kaspar Schmidt (1806-1856), más conocido como Max Stirner, ni fue feliz. Murió más que relativamente olvidado y en el siglo y medio que sigue a su muerte se lo olvida varias veces más. Engels solìa reírse de él, Mrax lo ignoró y Nietzche –dicen algunos– entró a saco en su obra sin mencionarlo jamás.

Hijo de un luthier alemán –un artesano que fabricaba flautas– y de una enferma nerviosa, casó dos veces. Su primera cónyuge murió de parto al año de las nupcias, de la segunda se separó desencantado –ambos desencantados– tres o cuatro años después de la boda. Murió solo y pobre.

Estudió en la Universidad de Berlínfilología, filosofía y –como solía ocurrir con los hijos inteligentes de un matrimonio luterano de las capas inferiores de la sociedad de la época– teología.

Hacia 1839 dividía su tiempo entre la escritura, las clases en un colegio para niñas de familias acomodadas y el círculo de jóvenes hegelianos Los libres; allí conoce a Engels, Bauer, Marx, Feueberbach y otros notables. Participa de la fundación de la legendaria Gaceta del Rin, que dirigirá Karl Marx.

En el otoño de 1844 renuncia a su trabajo como profesor y aparece su obra más importante El Único y su Propiedad, suerte de historia personal de los jóvenes hegelianos de izquierda tanto como manifesto de su propia posición filosófica y pensamiento social; Stirner –su seudónimo– rechaza la integración y el compromiso político y social al considerar que el Estado y las clases sociales eran meras abstracciones sin contenido.

El libro fue censurado por el Estado, que impide su circulación por un tiempo. Los pensadores de la izquierdda no lo consideraron una obra seria, lo que da inicio a una intensa actividad de respuestas a sus críticos en otros tantos opúsculos y libros. En 1852 publica una suerte de historia crítica de la revolución alemana de 1848.

En fin, como escritor y traductor no tiene mucha suerte. Entre 1853 y 1854 da dos veces con sus huesos en la cárcel: las deudas. Muere absolutamente solo en 1856. A partir de fines del siglo XIX y hasta mediados del XX su obra es redescubierta y olvidada y vuelta a descubrir.

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