Mendicidad y dignidad en el gobierno de Evo

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El presidente Evo Morales reveló que la reina Sofía, durante su reciente visita a Bolivia, le dijo: «Ahora ustedes van a ser los ricos, nosotros los pobres», en alusión a la crisis económica de su país” (20minutos.es, 26-10-12). La revelación presidencial fue precedida por la entrega de donativos a centros educativos, conexiones de agua potable y modernización de museos.

La Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID) destinó 55 millones de euros en el 2011, a programas de lucha contra la pobreza en Bolivia. Los últimos desembolsos tuvieron lugar en momentos en que se producía un suicidio y la oferta de venta de órganos en el país europeo, por personas desesperadas por el remate de sus viviendas. Simultáneamente también, el Jefe de Estado destacó que las reservas internacionales ascienden a más de 14 mil millones de dólares y que en los tres últimos trimestres el superávit de la balanza comercial ha crecido de manera incesante.

Los donativos mencionados se explican por las ventajas que obtiene España a través de sus empresas de hidrocarburos, electricidad, Banca, fondos de pensiones, constructoras de barcos y otras, de cuya rentabilidad depende, en importante medida, su ansiada recuperación económica. Bolivia, en cambio, perdió la oportunidad, por lo menos en ese momento, de despertar su autoestima, lo que hubiera ocurrido si Evo, al agradecer el gesto de la reina, manifestaba que, en estas circunstancias, el pueblo español requiere esos recursos con mayor urgencia que nosotros. Era el momento de recordar que en el incario no existían mendigos y que el gobierno indigenista, que proclama el cambio, debería terminar con la vieja costumbre de extender la mano a la ayuda foránea.

Es tan deplorable la imagen externa que tiene el país que Agustín Saavedra Weisse, en nota escrita en 1995, en “Political Science” (books.google.com.bo), relató que en reuniones internacionales delegados extranjeros, al observar la llegada de los representantes de BOL-ivia, decían en tono despectivo. “Ahí viene la delegación de BEG-livia. Beg en inglés significa implorar o mendigar. En consecuencia, venían los mendigos, acostumbrados a bajar la cabeza frente a la nefasta ayuda externa. Es verdad que todos los Estados, naciones y pueblos nos necesitamos mutuamente. Sin embargo, no es lo mismo recibir solidaridad en casos de guerras o desastres naturales que ser “ayudo-dictos” (para usar un símil de drogadictos).

Los daños sicológicos que provoca la colonización pedagógica, que ensalza lo ajeno y despreciar lo propio, son difíciles de neutralizar. Los principales líderes de opinión predicaron, en el gobierno de Barrientos (1964-1969), la inconveniencia de sembrar trigo, ante los “generosos” donativos estadounidenses, que ayudaban a sus agricultores a recibir subsidios de su gobierno. Durante la última presidencia de Víctor Paz Estensoro (1985-1989), su ministro de Planificación, Gonzalo Sánchez de Lozada, consiguió bonos de organismos internacionales para ministros y altos funcionarios encargados de dirigir empresas estatales, que, al mismo tiempo, debían negociar convenios con las entidades que los subvencionaban (“La Razón”, 23-05-03)

En el Poder Legislativo, numerosos parlamentarios recibían pagos adicionales por aprobar leyes impulsadas por entidades internacionales. Los desembolsos se canalizaban a través de la cuenta denominada “gastos reservados”, la que proveía también de pagos extras en el Tribunal Constitucional y la Corte Suprema. Esta letal arremetida contra la conciencia nacional se completó con el arribo de centenares de ONGs que financian a entidades indigenistas y ambientalistas, que pavimentaron el camino para aprobar una Nueva Constitución Política del Estado, motorizada por la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), creada con fondos, según el Vicepresidente Alvaro García Linea, de USAID.

El circuito de país “ayudo-dicto” se cierra con la campaña de mendicidad, planificada por autoridades de los ayllus del norte de Potosí (la región más pobre del país), quienes logran, en las proximidades de las fiestas de fin de año, que centenares de mujeres, acompañadas de criaturas, extiendan la mano a transeúntes de las ciudades más pobladas de Bolivia. El hecho ocurre en un departamento en el que la japonesa Sumitomo explota un yacimiento polimetálico del que obtiene una utilidad anual de 1.000 millones de dólares y deja al país 35 millones, según el Ministro de Minería José Pimentel (“La Razón”, 17-03-10). La mendicidad no disminuirá en el país, en tanto el gobierno continúe aceptando “ayudas”, que permiten que Bolivia sea sinónimo de BEG-livia.

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