Misión humanitaria: buque militar estadounidense ancló en Costa Rica

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Gonzalo Tarrués.*

Se sabe: los portaaviones son entre las mejores herramientas humanitarias que posee la armada de EEUU; sus aviones pueden soltar —como lo hacen en Afganistán y lo hicieron en Iraq— grandes racimos de medicinas y buenos deseos sobre la población civil. Tanta es la vocación de ayudar de la Casa Blanca, que el USS Iwo Jima zarpó del Caribe colombiano para mostrar su potencial generoso en Puerto Limón, Costa Rica.

Lamentablemente no todos piensan igual. Muchos de los atrasados habitantes costarricenses quieren ver —nunca mejor dicho— debajo del agua, y en caravana partieron a Puerto Limón para protestar contra el pacífico gigante de los mares.

Informó el periodista Diego Molina[1] que el buque realizará un operativo humanitario en esa provincia. La misión —escribe— "fue coordinada, según la Embajada de Estados Unidos, por las autoridades de salud costarricenses y el gobierno estadounidense. La idea es que los norteamericanos proveerán asistencia médica, odontológica, veterinaria y servicios de ingeniería en la región caribeña".

Los "trabajólicos" marinos, además, "en su estadía de 10 días en el territorio nacional participarán de actividades culturales y deportivas, como un partido de baloncesto que jugarán contra el equipo limonense, así como de la celebración del Día del Negro el 31 de agosto".

El Iwo Jima heredó su nombre de otro portaaviones construido durante la II Guerra Mundial y desguazado en 1945, antes de entrar en servicio, por considerar las autoridades de entonces que era innecesario: dos espléndidas bombas humanitarias, las famosas sobre Hiroshima y Nagasaki, hicieron entrar en razón a los japoneses.

Cabe considerar que los legisladores costarricenses aprobaron recientemente un "permiso" para que 46 naves —sus tripulantes armados, municiones, helicópteros, aviones y eventuales enfermedades de transmisión sexual se avecinen indefinidamente en el país con el objetivo de luchar contra el terrorismo y el narco.

Es de conocimiento público que el narco campea en las calles y colegios estadounidenses, pero los barcos no pueden navegar entre los semáforos, por lo que resulta más conveniente hacerlo desde —en este caso— Costa Rica. Los marinos visitrantes gozan —como en Colombia— de un estatus espcial, similar en algunos aspectos al de los diplomáticos de carrera acreditados: se sustraen al fuero policial y judicial imperante.

No existe en Puerto Limón una asociación establecida que agrupe a las prostitutas del sector, pero —según informaciones no confirmadas— esas esforzadas trabajadoras son las más contentas con la llegada de los visitantes. Muchas madres y muchos padres de familia, por otra parte, teniendo presente lo que ocurre en otras tierras con tanto yanqui suelto, han optado por encerrar a sus hijas y niños pequeños.

Se da por descontado que en el juego de básquetbol ganarán los tripulantes.

[1] En el diario digital El Pregón, 20 de agosto. La nota completa de Molina puede leerse aquí.
 

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