Néstor Francia / Venezuela y los derroteros de un debate

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Una de las cosas interesantes en la actual situación de América Latina es el debate que está abierto en el seno de la izquierda, que asume varios derroteros. Hoy nos referiremos a parte de ello, tomando como base dos documentos que aparentemente tienen poca relación entre sí. Por un lado, está una carta que envía la dirección de las FARC a Julián Conrado, y por la otra el acuerdo de Parlatino-Venezuela solicitando al parlamento paraguayo la aprobación del ingreso de Venezuela al Mercosur.

La izquierda tradicional ha estado lejos de tomar el poder en cualquier país del continente. Toda la izquierda victoriosa no se puede adosar a esa otra izquierda. En los casos de Cuba, Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Uruguay, Argentina y ahora probablemente Perú (si Humala no rueda hacia la derecha), y relativamente El Salvador, la izquierda ha llegado al gobierno de mano de movimientos que se han definido en principio como nacionalistas, aunque algunos se han decantado, después de su triunfo, abiertamente por el marxismo y el socialismo.

Ningún Partido Comunista de América Latina, por ejemplo, ha accedido nunca al poder, ni tampoco ningún movimiento o partido trotskista. Pero uno oye hablar a algunos de ese sector y pareciera que tienen a Dios agarrado por la chiva. Ellos son los verdaderos revolucionarios y los demás deben asumir sus líneas, sus estrategias, no importa cuánto hayan fracasado, o al menos acatar sumisamente su discurso pontificador. No se trata de un asunto menor, ya que esa izquierda tradicional tiende a desunir y a debilitar a quienes realmente tienen el rábano tomado por las hojas y están llevando adelante, desde posiciones ciertas de poder,  arduos y complicados procesos anclados en la intrincada realidad, y no en los jardines floridos y utópicos del academicismo, de la “revolución” libresca, o en los campos de lucha donde se han enquistado algunos, convertidos en error crónico, que parecieran ser como rocas, que se muestran duros, al tiempo que no parecen moverse ni para atrás ni para adelante. Este último caso es el de las FARC.

Una carta de las FARC a Julián Conrado tiene muy poco de contenido o análisis político antiimperialista, es más una especie de declaración sentimental bastante manipuladora. Claro, sí hay bastante política en el ataque soterrado y venenoso contra la Revolución Bolivariana. Veamos esta perla del mencionado documento:

“Los Bolivarianos de convicción, y no sólo de palabra, nos encontramos verdaderamente compungidos de decepción, al saber, que ha sido el gobierno al que le dedicaste canciones y tonadas de solidaridad por ser la esperanza de un continente, el que se ha convertido en tu verdugo, y no ha vacilado en clavar una puñalada artera en la garganta de América Latina para acallar el canto liberador y generador de rebeldía. El mismo que hoy te tiene tras las rejas, por avanzar decididamente, con guitarra y fusil en la construcción de la Patria Grande”.

Desmenucemos esta oscura joya, según la cual ellos son “Bolivarianos de convicción” y “no solo de palabra” (Chávez estaría incluido, por supuesto, en la segunda definición). Si a ver vamos, mientras Chávez y la Revolución Bolivariana luchan a brazo partido por la integración latinoamericana, meollo de la filosofía política de Simón Bolívar, gente como las FARC y sus compinches de la izquierda tradicional no hacen sino boicotearla, quiéranlo o no. Ellos marchan por su lado, aislados, y los pueblos por otro, eso está claro. Después viene el lamentable chantaje: como tú me dedicaste canciones, yo estoy obligado a aceptar todo lo que hagas, por más erróneo que sea, y aunque esto afecte designios superiores, como lo son la real lucha antiimperialista y por la integración, así como por la construcción de un mundo multipolar. En cuanto a nosotros, que redactamos este análisis, si la cosa es así, pues que se vayan con su música a otra parte.

Según estos sujetos, Chávez “no ha vacilado en clavar una puñalada artera en la garganta de América Latina para acallar el canto liberador y generador de rebeldía. El mismo que hoy te tiene tras las rejas, por avanzar decididamente, con guitarra y fusil en la construcción de la Patria Grande”. Esto es un claro deslinde. Para las FARC, nuestro líder es un traidor y, cosa casi de risa, son ellos quienes “avanzan decididamente…en la construcción de la Patria Grande”. En realidad, no vemos que las FARC estén construyendo nada, más que su propia y continuada inoperancia. En cambio Chávez y nuestra revolución han sido puntales en la construcción del ALBA, de la Unasur, de la Celac (Confederación de Estados Latinoamericanos y del Caribe), pasos reales, concretos, palpables hacia la integración, y no habladera prepotente y vacía.

Nuestra política y nuestra estrategia están en las antípodas de las FARC. Nuestro Gobierno viene desarrollando una diplomacia revolucionaria de alta factura, una labor de filigrana, que actúa para separar el grano de la paja, para poner cada cosa en su lugar y jerarquizar los problemas según su real trascendencia. Esa diplomacia inteligente y eficiente ha dado frutos ya vigorosos que hemos mencionado.

Una muestra de los amplios y certeros contenidos de esa política podemos verla en el acuerdo de la sección venezolana del Parlatino, sobre el cual declaró nuestro diputado Rodrigo Cabezas: “la integración no se puede asignar a ningún color político, no tiene una carga ideológica-partidista, la integración no es de la izquierda, del centro ni de la derecha (…) La integración, en lo que corresponde a América Latina, es el eslabón perdido que nos obliga, frente a procesos de globalización que han conllevado a la conformación de bloques económicos, es por eso que la integración debe estar en nuestra agenda y hoy estamos poniéndole el acento a esta dinámica integracionista que tiene su legado en el siglo XIX”. Este es un hilado demasiado fino y atinado para que sea entendido fácilmente por la “izquierda del país de nunca jamás”.

Aunque es cosa de Perogrullo, no está de más recordar casos como el del Partido Comunista Chino, con Mao a la cabeza, que se alió en su momento con el principal partido de la derecha, el Kuomintang de Chiang Kai-shek, para abordar la entonces contradicción superior de ese pueblo: la de China con el imperialismo japonés. Hilar fino, sí, de eso se trata en la compleja realidad contemporánea.

Los revolucionarios venezolanos exigimos respeto a las FARC en muchos sentidos: no pretendan imponernos sus caminos que no llevan a ninguna parte, no traten de dividirnos, no utilicen más nuestro territorio soberano como desaguadero de sus fuerzas y sus militantes, no intenten importar la guerra interna de Colombia a nuestro país. La política internacional de Venezuela es de paz, de unión entre los pueblos, de búsqueda incansable de la integración latinoamericana y del mundo multipolar, todo ello en función de la lucha antiimperialista mundial.

Hay que hacer un llamado a todos los revolucionarios, sin complejos y sin medias tintas, a rodear a nuestro líder y a nuestra revolución con una muralla solidaria que enfrente tanto la amenaza imperial como la soberbia divisionista de la izquierda tradicional y fracasada, que tiene en Venezuela una avanzada que prefiere colocarse al lado de quienes nos llaman traidores y pretenden darnos lecciones sin tener ni la razón, ni los laureles, ni los logros que justifiquen su prepotencia. Una cosa es el debate, y una muy otra es la agresión y la maledicencia. La “carta” de las FARC es tan chapucera como inaceptable.

Por cierto, el hecho de que los representantes de la MUD en la sección venezolana del Parlatino no votaran contra el citado acuerdo, sino que se abstuvieran, está siendo adjudicado en los corrillos políticos a divisiones en su seno. Se dice que al parecer  Copei, Acción Democrática y parte de Un Nuevo Tiempo (UNT) estaban a favor de la iniciativa, mientras que Primero Justicia y otra fracción de UNT se oponían.

De hecho, la jefa de la MUD en el Parlatino, Delza Solórzano (UNT), faltó a la sesión, igual que su compañero de partido Timoteo Zambrano. Por otra parte, durante las consultas con los actores económicos, Consecomercio asumió una posición moderada, Conindustria y Fedeagro manifestaron su desacuerdo con la entrada de Venezuela al Mercosur y Fedecámaras no asistió.

* Periodista.

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