Nostalgia, entretenimiento: El silencio es de oro

1.721

RW

Había estado en Inglaterra, se refugió en Estados Unidos, le quitaron la nacionalidad–porque a veces pensr es peligroso–, decían que poco ya podía  aportar. No hizo caso. René Clair dejó el "star system" y en 1946 regresó a Francia: le quedaba todavía mucho por decir a este cineasta que llamaron "el poeta de la libertad". Y como la libertad es el resultado de muchos procesos, algunos casi invisibles, elige para su "reeestreno" en Francia una tarea en absoluto fácil: rendir homenaje a quienes hicieron posible elevar el cine a la categoría arte y recordar a los pìoneros de la actividad.

RW

Había estado en Inglaterra, se refugió en Estados Unidos, le quitaron la nacionalidad–porque a veces pensr es peligroso–, decían que poco ya podía  aportar. No hizo caso. René Clair dejó el "star system" y en 1946 regresó a Francia: le quedaba todavía mucho por decir a este cineasta que llamaron "el poeta de la libertad". Y como la libertad es el resultado de muchos procesos, algunos casi invisibles, elige para su "reeestreno" en Francia una tarea en absoluto fácil: rendir homenaje a quienes hicieron posible elevar el cine a la categoría arte y recordar a los pìoneros de la actividad.

Trece años después René Cair es admitido como integrante de la Academia Francesa; no por El silencio es de oro –o no tan solo por éste filme, sino por el conjunto de su obra.

La película se rodó en blanco y negro, y continuaría haciéndolo; recién en 1955 filmará en color, haciendo en Las maniobras del amor del color algo más que sumar espectacularidad a la entretención de lo que todavía algunos llamaban "el biógrafo" –incidentañlmente en esta película aparece una jovencísima y espectacular actriz: Brigitte Bardot.

En El silencio es de oro destaca un actor que más tarde sería, en su decadencia, aplaudido por medio mundo como representante del "charme" masculino francés: Maurice Chevalier.  Con él, en los roles principales, François Périer (abajo, izq.) y Marcelle Deprien.

El talento de Clair se despliega sin pausas entre el recuerdo a esos "locos del cine" de antaño y su amor por París; entre la nostalgia y la sonrisa la película hace olvidar por un rato a los espectadores de entonces la destrucción causada por la II Guerra Mundial y las heridas que dejó en el tejido social francés la división del país. Pero no es un filme escapista. Es la obra de un realizador que sabía exactamente lo que arriesgó al dejar en Hollywood colgado su prestigio y volver a Europa por los suelos.

Verla, se ha dicho, es volver a enamorarse del cine, aserto que en nuestros día tiene plena validez, en especial si se considera el virtual agotamiento de la fantasía y la maravilla por parte del comercio de la producción cinematográfica, abocada al juego que abusa de la tecnología y entra a saco en su propia y reciente historia para entregar a las audiencias como novedad incluso aquello que los grandes maestros desdeñaron como vulgaridades.

Poco más de una hora y media (94.34 minutos) bastan para comprender por qué el cine resiste el empeño de las grandes productoras y –lo que es más importante– gozar además de un relato justo, equilibrado y sin duda irrepetible.

El silencio es de oro es un filme de la cinemateca personal de Roberto de Chiara (www.robertodichiara.com), tiene subtítulos en castellano y de verdad será difícil de olvidar.
 

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.