Oaxaca y el realismo mágico. – EL PUEBLO SE MUEVE, EL GOBIERNO SE ARMA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Nada de mágico y sí mucho de tragedia envuelve la expresión «realismo mágico» con la que se designan temáticas y estilos literarios propios de América Latina que explotaron –es un decir– con un puñado autores y novelas que conformaron entre las décadas de 1961/70 y 1971/80 el «boom» latinoamericano.

Parte de esa magia –en rigor extremadamente realista– reflejada en novelas y relatos breves –pero también en la poesía, el teatro, la canción popular o el ensayo– parece entregarla una concepción del tiempo histórico americano, en el que suceden y repiten a lo largo de medio milenio nombres, gestas, masacres y una lucha sin cuartel por la vida que contenga como natural la muerte, y no el conformismo ante la muerte que contiene, inevitablemente, la vida que se rescata de los holocaustos y hecatombes causados tanto por la naturaleza como por, y en mayor medida, la acción de aquellos más poderosos o mejor armados.

Un ejemplo de última hora lo brindan las fiestas de la Guelaguetza que tienen lugar en Oaxaca, México. La Guelaguetza se origina a lo largo del paso de las generaciones a partir de la invasión española en la tierras zapotecas. Originalmente era sólo la festividad de Corpus organizada por los frailes carmelitas en el convento y templo católico levantado en el cerro que los habitantes originarios llamaban Bellavista. Fue, pues, una festividad religiosa europea.

Tenía lugar en la tercera semana del mes de julio y coincidía –oh, casualidad– con el festival que los indígenas dedicaban a Centéotl, la diosa del elote (llamado en el sur de América choclo, es decir el maíz tierno). Era, pues, una festividad religiosa americana. Ambas se funden sincréticamente.

Oaxaca, la tensión y la bala

Desde hace alrededor de un año se viene produiciendo en Oaxaca una verdadera guerra civil local en la que participan un sindicato de maestros, sectores urbanos y del campesinado, por una parte, y por la otra el gobierno estatal que preside el gobernador Ulises Ruiz; los muertos corren por cuenta de la prensa internacional y la ciudadanía.

El gobierno federal, encabezado primero por Vicente Fox y en la actualidad por Felipe Calderón, no manifiesta –si la tiene– intenciones de escuchar las demandas de la ciudadanía y solucionar sus problemas; en realidad envió tropas al estado rebelde.

En esta revista, entre otros, pueden leerse, sobre la situación en Oaxaca, aquí, aquí y aquí informaciones que dan cuenta de ella.

Pasado el medio día del lunes 23 de julio –hora en que se despacha esta nota– las condiciones parecían dadas para la realización de una marcha multitudinaria hasta la sede de la celebración que organizó el gobierno, pese a que no caben dudas que, de hacerse la manifestación, ésta será reprimida con la habitual brutalidad que, hace unos días, significó más de 30 presos y un número indeterminado de contusos y heridos.

Desde temprano fuerzas policiales y militares tan tomado con prepotencia el control de las vías de acceso al lugar de la ceremonia oficial. Los organizadores de la protesta consideraban marchar hasta el zócalo (plaza) de la ciudad de Oaxaca y manifestarse allí pacíficamente.

No obstante, más de 10.000 ciudadanos abuchearon a Ruiz cuando éste se dirigía en horas de la mañana a presidir la ceremonia. El gobernador señaló que el estado «está en paz, Oaxaca de fiesta».

Indymedia distribuyó dos vídeos sobre la protesta de hace una semana y la represión consiguiente; pueden verse

aquí y aquí, respectivamente.

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Fuentes propias, Prensa Latina (México), Ansa y Notimex..

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