Paraguay: Expectativa ante asunción de Fernando Lugo

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Juan Carlos Díaz Guerrero*

La investidura de Fernando Lugo como presidente de Paraguay el próximo viernes abrirá la posibilidad de un cambio real en el país sudamericano, pero nada fácil será impulsar su programa a favor de los desposeídos.

Múltiples son hoy los factores políticos, sociales y económicos que conspiran contra la voluntad del ex obispo católico de transformar la nación guaraní, ante lo cual existen expectativas si podrá, a ciencia cierta, conducir el barco a buen puerto.

Difícil, pero no imposible será, y de hecho lo es, modificar el estado de cosas prevaleciente en el pequeño estado del Cono Sur con una estructura de poder dominante por más de seis décadas y fusionada al control absoluto de la Alianza Nacional Republicana (ANR).

En los últimos 121 años la ANR y el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA)-a partir del 15 de agosto asumirá la vicepresidencia- gobernaron en alternancia por largos períodos y dejaron incrustados una estela de males.

Problemas que pasan por el cuoteo político, la corrupción, el contrabando e ilegalidades como sistema, más la depauperación social y económica en que se encuentra la inmensa mayoría de los paraguayos, el 42 por ciento de los cuales vive en la pobreza.

La victoria en los comicios generales del 20 de abril pasado fue el primer síntoma de que se puede revertir la situación cuando en un hecho inédito en la historia de la nación Lugo derrotó en las urnas a la candidata de la ANR.

Los resultados del sufragio dieron vencedor al ex prelado con el 40,82 por ciento de los votos por encima de su más cercana rival, la oficialista del también conocido Partido Colorado (PC), Blanca Ovelar, quien alcanzó el 30,72.

Una vez asuma el mando el nuevo gobierno, al decir de Lugo, entregará el poder al pueblo para que sea el protagonista principal de los programas de carácter progresista en materia económica y social a ejecutar.

El proyecto contempla, en primer lugar, la realización de un cambio real a favor de la mayoría, sobre la base de la creación de fuentes de empleos, la reactivación económica con equidad social y consumar una reforma agraria integral.

De la misma manera se propone la lucha contra la corrupción, la impunidad y la reforma del Estado, la planificación estratégica del desarrollo nacional y lograr la soberanía hidroeléctrica en las binacionales de Itaipú y Yacyretá, en diálogo con Brasil y Argentina, respectivamente.

Sobre las relaciones internacionales, el electo jefe del Ejecutivo paraguayo aboga por una integración regional solidaria, simétrica y de cooperación, política que le servirá para estrechar los vínculos con los países vecinos y de la región.

Del apoyo que puedan brindar gobiernos como los de Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Uruguay y otros, y cómo reaccionen las masas expoliadas ante los intentos de hacer fracasar el proyecto dependerá, en buena medida, el éxito de su gestión.

Las amenazas se ciernen ya sobre el futuro gabinete al denunciar Lugo de que “hay indicios muy fuertes” sobre planes desestabilizadores, con fecha para concretarse el 15 de agosto, según versiones periodísticas.

*Publicado en Prensa Latina

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